miércoles, 16 de febrero de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’º. 2

por  Virgilio Crook 

Lección Dos, Verso Uno

Los primeros tres versículos de este salmo pintan una escena maravillosa desarrollada en la casa del Pastor; la oveja está en el redil.  Los pastores orientales acostumbraban tener sus rebaños en casa, encerrados en el redil durante el invierno; tal es la escena que vemos aquí.  El hecho de estar encerrada en la casa del pastor significa para la oveja: seguridad y bienestar.  David, como una oveja anciana, levanta la cabeza desde el redil para hablar a otra oveja vecina, del cuidado de su Pastor.  En esta porción resalta la seguridad del creyente.  Como ovejas de Jesús tenemos una doble seguridad.  El enemigo quiere hacernos desconfiar de nuestro Pastor y pone en nosotros dudas, incredulidad, e inseguridad, pero este Salmo nos muestra la seguridad que tenemos como creyentes.

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Verso 1 Tenemos que conocer quién es Jehová para poder apreciar cabalmente esta frase.  David sabía lo que estaba diciendo.  En tantas oportunidades él probó a Jehová, pues las circunstancias le abrieron las puertas para conocerle mejor.  El empezó en su juventud, desde su tierna edad, a probar a Jehová.  Vamos a mirar su experiencia.  Dijo Saúl a David: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.”  David respondió a Saúl: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.  Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.” 1º Samuel 17.33 al 35  Goliat, el gigante, era uno que desde su juventud entrenó armadura de guerra.  David desde su juventud entrenó su fe en Jehová.  Ya sabemos quien triunfará.  El creyente no necesita esperar a ser anciano para conocer a Dios.  Puede conocerle desde su juventud, aún desde la niñez, si es posible, pues con Dios no importa la edad.  En nuestro ambiente podemos conocer a Dios, en la vida diaria podemos comenzar a probar su fidelidad, su grandeza.  David hizo así y su fe también fue probada en extremo.  “Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.” 1º Samuel 30.6  Esta vez sus amigos y compañeros más fieles le habían abandonado, atentaron contra su vida, pero Dios fue su refugio; David se fortaleció en su Dios.  Así también con nosotros, a veces Dios permite que nos abandonen para que aprendamos a fortalecernos en él.  Cuando observamos la vida de David que tuvo sed, hambre, anduvo escondido en cuevas, perseguido; resalta su fe y confianza en Dios, pues, él sabía quién fue su Pastor.  ¿Sabe quién es el que cuida de usted? ¿Quién es? Mi pastor es Jesucristo, pues él había dicho: “Yo soy el buen pastor.” Juan 10.11  El es el buen Pastor porque dio su vida por las ovejas.  El es el gran Pastor que cuida de las ovejas.  “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda buena obra para que hagáis su voluntad ...” Hebreos 13.20  El es el príncipe de los pastores que traerá recompensa a los fieles.  “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” 1ª Pedro 5.4

Este pastor es el Creador del universo, el dueño de todo cuanto existe.  “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan.” Salmo 24.1  Es el pastor de David y nuestro también.  Podemos contemplar la inmensidad del universo y declarar: “el que hizo todo eso es mi pastor.”  La Biblia cuenta de su grandeza en estas palabras: “He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; cuánto menos esta casa que yo he edificado?” 1º Reyes 8.27  El Ser infinito, el Altísimo es nuestro Pastor.  “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.  Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él, y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.” Colosenses 1.15 al 19  Esa misma persona es el que tiene cuidado de nosotros. (1ª Pedro 5.7)  ¡Cuán privilegiados somos de ser sus ovejas!

El buen pastor, en lo natural, debe reunir ciertas condiciones; vamos a notar las credenciales de Jehová, son las mismas credenciales de Jesucristo. 

ACTITUD 

Una persona que no ama al animal no podrá ser un buen pastor; debe tener:

1. Compasión.  Una de las características sobresalientes de Jesús fue la compasión, era un ejemplo de esto.  “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” Mateo 9.36  La compasión se veía en sus ojos porque su corazón estaba lleno de amor a las ovejas.  Aún antes de venir a este mundo, la compasión estuvo en su seno; andando entre los hombres se compadeció de ellos porque los vio que andaban como ovejas sin pastor, sin rumbo, sin Dios y sin esperanza en el mundo; pecadores perdidos.

2. Persistencia.  Otro punto del carácter del Señor.  “Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.” Ezequiel 34.11  Cuando una de sus ovejas se extravía, procura de todas maneras para traerla al camino recto.  No se tranquiliza así no más.  Es persistente, no se deja vencer por las circunstancias, sino él mismo va a buscar la extraviada y tiene que saber que la pasa.  “Yo mismo iré a buscar mis ovejas,” cada vez que pensamos en su determinación nos maravillamos.  “Jehová el Señor me abrió el oído y yo no fui rebelde ni me volví atrás.  Di mi cuerpo a los heridores y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.”  Isaías 50.5, 6  Tal fue su determinación para redimirnos, mediante tal determinación hizo la voluntad de su Padre celestial; este pastor no es cobarde, sino de ánimo resuelto. 

3. Dedicación.  “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.  Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.  Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.  Este mandamiento recibí de mi Padre.” Juan 10.17, 18  Estos versículos nos dan lo suficiente respecto a la dedicación de Jesús, el buen Pastor.  El puso su vida por las ovejas, esta es la señal de un buen Pastor según el verso 11.  Por dicha razón le amó su Padre, porque él puso voluntariamente su vida, no porque creó todas las cosas que existen, ni porque comparte con él la naturaleza divina, sino porque puso su vida.


4. Desinterés.  El pastor debe estar con sus ovejas, no hay máquina ni otra cosa que le pueda suplantar.  “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.  Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.”  Mateo 26.39, 42  Jesús no pensó en su salud ni puso por delante su bienestar, por eso rogó a su Padre: “Si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.”  Si Jesús pusiese por delante su propio bienestar, no aceptaría la cruz.  Resalta el desinterés de él, no buscó el bienestar para sí, sino para los suyos.  Jesús sobrepasa los requisitos impuestos para un pastor, él es el buen Pastor.

Los Atributos De Dios

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, Nº. 2

• Omnisciencia •

por Douglas L. Crook

(segunda parte)

“Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito.”  Salmo 47.5
Dios es omnisciente.   Conoce todo, el pasado, presente y futuro.   En esta lección queremos recalcar cómo este atributo de Dios es de mucho consuelo, paz y gozo para el creyente que confía en el Señor mientras está pasando por una prueba, sufrimiento o una necesidad.

Hay muchas sorpresas en esta vida.  Algunas son agradables.  Otras, como una enfermedad, crisis económica u otra tragedia, son muy desagradables.   En un momento de nuestra vida todo va bien, y de repente parece que el mundo se cae encima de nosotros.  Si no nos acordamos que nuestro Padre celestial es omnisciente, vamos a desmayarnos cuando vienen los tiempos difíciles en nuestra vida.   Un creyente desmayado no alaba al Señor y no le sirve de todo corazón.   Un creyente desmayado es un creyente vencido.
   
En tiempos de grande necesidad y sufrimiento tenemos que recordar que el Omnisciente ya supo que íbamos a pasar por tal situación.   Ya que supo de la situación antes que haya sucedido, quiere decir también que nuestro amante Padre ya sabe cómo él va a proveer un camino de victoria.   Nosotros  nos sorprendemos y nos  desanimamos, pero Dios no.    

“Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias...irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.   Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por  mano fuerte.   Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.  Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.”   Exodo 3.7, 18 al 22   Dios sabe el fin desde el comienzo. Conocía lo que los israelitas ya habían sufrido y sabía lo que iban a sufrir todavía y les contó que él ya había hecho provisión.  Dios sabía que el rey de Egipto iba a rehusar dejar ir a los israelitas y, peor que eso, iba a afligirlos aun más.  Fue el plan de Dios usar el corazón endurecido de Faraón para glorificar su nombre y bendecir a su pueblo.  Sin embargo, los israelitas murmuraron contra Moisés y contra Dios cuando Faraón los afligió, como si fuese una sorpresa y como si no hubiese esperanza.  

Vez tras vez Dios prometió dar a los hebreos la tierra de Canaán, pero cada vez que enfrentaron un obstáculo murmuraron y se desanimaron.  ¡Qué pronto el pueblo de Dios se olvida de la verdad que el que hace la promesa es el mismo que conoce todo lo que enfrentaremos en el camino hacia la realización de la promesa!    El creyente en Jesús ha recibido muchas preciosas promesas del Señor.  Necesitamos recordar que Aquel que prometió que “todas las cosas nos ayudan a bien” (Romanos 8.28) y  que “somos más que vencedores” (Romanos 8.37) y que “ninguna arma forjada contra nosotros prosperará,” (Isaías 54.17) es el Omnisciente, que cuando hizo estas promesas conocía todas las cosas que iban a suceder en nuestra vida y conocía a todos los enemigos y todas las pruebas que iban a ser usados para impedirnos de alcanzar la plenitud de Dios y aun así declara que podemos disfrutar la realización de cada promesa si ponemos nuestra confianza en él.

Si por fe descansamos en su omnisciencia podremos alabarle, servirle y regocijarnos en él, pase lo que pase en nuestra vida.  “Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas.   Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.  Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.” Hechos 16.22 al 25  ¿Cómo pudieron cantar alabanzas a Dios después de sufrir tantas cosas horribles?  Porque el deseo supremo de ellos fue hacer la voluntad de Dios que tiene grande recompensa y sabían que fue la voluntad de Dios que predicasen el evangelio en la ciudad de Filipos.  También sabían que su encarcelamiento no fue una sorpresa a Dios y que Dios ya tenía un plan para glorificar su nombre por medio de la obediencia de sus siervos.  “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro.”  Job 23.10 Desee ser todo lo que Dios quiere que sea en esta vida y la que viene y usted encontrará que la gracia de Dios es suficiente para cada situación y que nada podrá impedirle de alcanzar la plenitud de Dios.

No importa si nuestra necesidad es grande o pequeña.   A Dios le importa todas nuestras necesidades porque a Dios nosotros le importamos.  “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.  Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos  pajarillos.”  Mateo 10.29 al 31  Valemos mucho a Dios porque él tiene una inversión en la vida de su pueblo.  (Efesios 1.18)   Invirtió la vida de su Hijo Jesús y todas las riquezas de su gracia.  Podemos descansar en la verdad que el Omnisciente va a proteger su inversión porque él sabe todo lo que necesitamos para traerle la mayor gloria.   “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”  Mateo 6.7 y 8   ¡Recuerde!  ¡Dios no es sorprendido por ninguna de nuestras necesidades!  Por lo tanto, él ya tiene la provisión hecha.  ¿Por qué nos quejamos y nos desanimamos cada vez que tenemos una necesidad, sea espiritual, física o material?  Nuestra parte es irnos a él en oración y fe y pedir lo que él ya tiene preparado.

Jesús enseñó esta verdad a Pedro en Mateo 17.24 al 27.  Un día los que cobraban los impuestos romanos vinieron a Pedro y demandaron que pagase sus impuestos.    Aparentemente, fue una sorpresa a Pedro porque no tenía plata guardada para pagar sus impuestos.   Cuando vino a Jesús para contarle de su necesidad, Jesús le habló primero.   Jesús ya sabía de su necesidad de plata para pagar sus impuestos y además, había preparado un pez que había tragado la moneda exacta para pagar los impuestos.  Medite en los detalles de esta lección.  En comparación con las riquezas del Dios del universo, la moneda para pagar los impuestos fue muy poca.    Sin embargo, fue importante a Pedro para poder mantener un buen testimonio, por lo tanto, su necesidad fue importante a Dios.   Pedro no había hecho provisión, pero Dios sí.   La providencia de Dios, mucho antes que la necesidad de Pedro se presentase, dirigió que un pez específico se criase en un cierto lago y que un cierto hombre, aparentemente por accidente, perdiese una moneda que sería la cantidad exacta necesaria para pagar los impuestos de Pedro y Jesús, y después hizo posible que este pez y Pedro se encontrasen.  ¿Fue todo esto coincidencia no más?    ¡No!  Fue la provisión del Omnisciente.


Si su deseo es agradar al Señor en todo, usted también puede disfrutar, en cada situación, la provisión del Omnisciente.

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’º. 2

por David Franklin

Lección Dos, Capítulo Uno

Es tentador tomar la vista más simple posible del primer capítulo de Daniel.  Hay un despliegue tan dulce del carácter espiritual de Daniel y sus tres compañeros; buenas, prácticas lecciones para el vivir diario pueden ser aprendidas del relato.  Sin embargo, si cavamos un poco más profundo en el estrato espiritual que el Señor ha puesto aquí, encontraremos algo más.

Comencemos por recordar que Babilonia es una de las figuras proféticas más prominentes en toda la Escritura.  El nombre de esta ciudad aparece desde Génesis hasta Apocalipsis, y se hace referencia, por nombre, en veinte de los sesenta y seis libros de la Biblia.  ¿Qué representa?  Dejemos que la Biblia misma conteste.

La primera mención de Babilonia se encuentra en Génesis 11.1 al 9.  Allí se llama “Babel.”  No tengo explicación para el uso de “Babel” en Génesis, y “Babilonia” en otra parte; es la misma palabra en el hebreo.  Note los versos 4 y 6 en Génesis 11.  La diferencia entre el punto de vista del hombre y lo de Dios es notable.  “Ellos,” estaban confiadamente diciendo una cosa, y Dios, con preocupación y tristeza, estaba diciendo algo completamente diferente.

Dios no permite al hombre llevar a cabo todo lo que se propone hacer.  Antes del diluvio, él dijo tocante a la raza humana: “todo designio de los pensamientos del corazón  de ellos era de continuo solamente el mal.”  Génesis 6.5  Después que pasó ese juicio, aún tenía que decir: “..el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud.”  Génesis 8.21  Los pensamientos del hombre no pueden cambiar, aparte de la gracia.  La religiosa y política alianza que trajo a luz la ciudad y la torre de “Babel,” nació en la imaginación del hombre, no en la mente de Dios.  Por eso, no pudo haber tenido un buen resultado con tal comienzo malvado.  Así que, Dios tuvo que ponerle fin.

No es una noción popular, especialmente en la religión, pero la verdad es: cuando los hombres se juntan para llevar a cabo una cosa propia de ellos, es pecado y rebelión.  Si el Señor no es la sola cabeza de una labor o propósito, es rebelión (Efesios 1.22).  Si cualquier obra, aún una “buena” obra, tiene su origen simplemente como “una buena idea,” y es luego presentada y  llevada a cabo como hablado por el Señor,  es pecado (Romanos 10.17 y 14.23); ningún esfuerzo, lo cual él no haya iniciado, es realmente bueno.  

Si esto parece limitado, o duro, considere Proverbios 21.4.  Donde Dios no es centro y fuente, el pecado toca aún las actividades más sanas y útiles del hombre.  El triste, pero necesario resultado del proyecto de construcción de Babel se relata en Génesis 1.7 al 9.

Podemos ver en esta primera vista de Babilonia, que el mismo nombre que le fue dado llevó un significado definido y ordenado por Dios.  “Babel” o “Babilonia” significa: CONFUSIÓN.  Fue aplicado a un sistema falso, de religioso acuerdo exterior, con propósitos que sonaban buenos, muy activo en alcanzar sus propias metas, y teniendo una apariencia medio exitosa (hasta que cayó el juicio).  Parecía bueno, sin embargo fue  confusión.  No sólo fue confundido su lenguaje, sus planes fueron tornados en confusión también.  Planearon para la unidad humana, para alcanzar los  cielos por medio de grandes obras humanas.  En vez de eso, fueron dispersados por  todos lados, totalmente desunidos de tal manera que no podían aún comunicarse uno con el otro.  El único toque con el cielo fue cuando la mano de Dios derramó juicio sobre ellos y sus obras.

Márquelo y créalo, la unidad hecha por el hombre siempre termina en confusión, división, y juicio.  Los hombres comienzan con un propósito confundido, buscando hacerse nombre para sí, en vez de exaltar el nombre de Dios, haciendo planes de acuerdo, el uno con el otro, en vez  de averiguar lo que él dice.  Todo eso comienza a formar el cuadro de Dios de Babilonia, la religión humana a su cumbre y lo peor.  Vamos a aplicar la figura al relato delante de nosotros en el primer capítulo de Daniel.

Daniel y sus compañeros se encontraron, no por su propia elección, en Babilonia.  Fue, en ese tiempo, el centro de un imperio grande: una asociación vigorosa de hombres, exitosa, sumamente religiosa.  Fue también el centro de una civilización pagana.  Conociendo que Dios les había permitido ser llevados a Babilonia, no procuraron traer abajo aquel sistema gigantesco de impío poder mundial.  Simplemente confiaron en Dios para protegerles en un lugar del cual no fue su voluntad escapar todavía.  No se quejaron contra la educación impía que fue impuesta sobre ellos.  Conocieron la verdad que Dios había revelado a Israel, y no tenían temor que su fe pudiera ser destruida por el desafío de lo falso.  Poco antes del período terrible llamado “el tiempo de angustia para Jacob,” y “la gran tribulación,” los israelitas se encontrarán a sí mismos en una situación donde Babilonia parecerá dominar.  Tendrán que reconocer, como Daniel hizo, que estarán allí por causa de sus pecados nacionales.

En el último cuadro de Babilonia dado en la Escritura, aquel grande sistema falso de religión es revelado en el disfraz de una mujer sumamente rica, de grande poder  político, ataviada espléndidamente,  bella y próspera, pero vil, blasfema y llena de violencia.  Es una forma diferente que la Babilonia antigua, pero básicamente es lo mismo: algo que es atractivo, que parece bueno, pero que es contra el propósito del Dios de gracia.  Este será el sistema con el cual Israel tendrá que contender.

Durante aquel período, tendrán que hacer decisiones.  Compare Apocalipsis 7.1 al 8 y 14.1 al 5 con la parábola en Mateo 25.1 al 13.  El paralelo debe ser inequívoco.  El aceite habla plenamente del Espíritu Santo; como también el sello (Efesios 1.14).  Israel, a través del ministerio de los dos testigos (Apocalipsis 11.3 al 13) tendrá que elegir entre los bocados exquisitos de la mesa de Babilonia, que traerán sueño, y la plenitud del Espíritu, prometida por la palabra de Dios.  Muchos no elegirán correctamente.  Aquellos quienes no ven claramente la urgencia de su tiempo y gastan de balde su tiempo estarán entre las vírgenes insensatas; salvadas, pero no estarán en la fiesta de la boda celestial, como los 144,000 estarán.   La alternativa que Daniel y sus compañeros estaban enfrentando era si debían comer de la carne del rey o no.  ¿Quién es el rey de Babilonia?  ¿La carne de quién es la que debe de ser evitada como alimento?

Pablo dijo a los efesios: “No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Efesios 6.12  El verso anterior aclara que el diablo, astuto y malvado, es la cabeza sobre la jerarquía de las tinieblas.  No cabe duda que Satanás era y será el rey invisible del sistema Babilónico de este mundo.

El problema verdadero, por supuesto, no es lo de comida natural; aunque fue definitivamente un problema en el día de Daniel.  Dios había prohibido cierta comida la cual era inmunda para su pueblo Israel.  (Levítico 11, Deuteronomio 14)  Vemos, en esta presente edad, que la ley, majestuosa y poderosa como fue, es simplemente una herramienta grande para enseñar al hombre su necesidad de un Salvador; esto era toda la intención al dar la ley.  (Gálatas 3.24)  No estamos bajo el maestro de la ley, sino las experiencias de aquellos quienes laboraron bajo su carga son “ejemplos” de importancia espiritual.  (1ª Corintios 10.11)  El problema verdadero que el Señor levanta en el ejemplo de Daniel es un asunto espiritual, lo cual está sólo figurado por comida y las leyes dietéticas que Dios dio a Israel.

En el sentido bueno, la comida habla de cuatro cosas principalmente.  Primero: habla de enseñanza sana, basada sólo en la palabra de Dios.  (Proverbios 10.21, 1ª Corintios 3.2, Hebreos 5.11, 1ª Pedro 2.2 al 4)  Segundo: habla de la unidad y comunión que tenemos juntos con el pueblo de Dios. (1ª Corintios 10.17)  Tercero: habla de hacer la voluntad de Dios.  (Juan 4.32 al 34)  Cuarto: habla de Cristo mismo, de quien nos alimentamos, mientras nos identificamos con él y tomamos su palabra como nuestra propia.

En el sentido malo, comida  parece llevar los mismos sentidos, pero pervertidos y corrompidos por Satanás.  Jesús dijo a sus discípulos: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.”  Mateo 16.6  El habló de doctrina mala.    Vea también Gálatas 5.9,10.  1ª Corintios 5.1 al 8 muestra que la comunión mala leuda toda la masa, o sea, la comunión y alabanza de toda la asamblea.  La admonición sobria de 1ª Corintios 10.19 al 22 exhorta a los creyentes a reconocer que ciertas obras y acciones, aunque inofensivas en sí mismas, son de la mesa de demonios cuando se hacen fuera de la voluntad de Dios.  Cuando Pedro contradijo la palabra de Jesús, la reprensión; “¡Quítate de delante de mí, Satanás!,” lo hizo claro que Pedro, aunque salvado, se había, por el momento, unido con un líder equivocado.  (Mateo 16.23)

Estas cosas fueron escritas principalmente para admonición de los israelitas creyentes en un tiempo peligroso lo cual está pronto por venir sobre la tierra, pero podemos tomar ventaja de ellas también.  Los principios espirituales no cambian; en cualquier edad se debe evitar la comida y bebida del gobernador terrible de Babilonia.


Aquellos que nos aman pueden advertirnos de que estamos perdiendo algo, así como el jefe de los eunucos advirtió a Daniel.  No menosprecie a aquellos que dan tales advertencias, pero sepa que aquellos que le aman no siempre ven los propósitos de Dios.  Para aquellos que se entregan a él, a su palabra, y su voluntad, no habrá ninguna pérdida cuando el día de dar cuentas aparezca.  Cuando se paren para conversar con su Rey de Reyes, serán revelados como más sabios que todos los otros en su reino.