sábado, 16 de abril de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, No. 4

por Virgilio Crook

Lección Cuatro: Verso Uno

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.”  La importancia de la última frase del verso uno depende de la comprensión de la primera frase; por cuanto “Jehová es mi Pastor,” no me faltará nada.  Se puede mirar este versículo desde dos puntos de vista, en ello David está diciendo:

(1.) - “Mi Pastor me suple todo.”  Tengo todo lo que necesito para crecer y ser una oveja robusta.  En otro Salmo él testifica de la fidelidad de Dios en proveer para los suyos.  “Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.”  Salmos 37.25  Esta es una verdad recalcada por escritores del Nuevo Testamento también.  El Apóstol Pablo escribió a los generosos filipenses: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”  Filipenses 4.19  La pequeña palabra “todo” incluye necesidades del cuerpo, alma y espíritu; necesidades presentes y futuras.  Tenemos a un Padre que es el Creador, Dios muy rico, quien hizo provisión para cada parte de nuestro ser.  Medite en esto, “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte.”  El apóstol al igual que el salmista, conocía personalmente a Dios, la comunión que gozaba con él era tal que en su corazón no cabía la menor duda de que supliría todas las necesidades de estos hermanos, cuyos corazones generosos abrieron las ventanas de los cielos.  Esta promesa no es del apóstol, sino del Dios quien le inspiró con su Espíritu Santo y quien es el responsable de cumplirla.  La dirigió a los macedonios, quienes convirtieron su profunda pobreza en riquezas por su generosidad.  Esta promesa tiene por base la liberalidad, es decir, el dar.  Cuando el creyente vive esta gracia, Dios también hace su parte y la medida que se menciona aquí es sin medida, pues las riquezas en gloria en Cristo Jesús no tienen límite, son inescrutables.  

Dios quiere bendecir a su pueblo y ya proveyó para toda bendición.  El creyente que aprende el secreto de dar a Dios lo que le pertenece, gozará la generosidad divina, favores celestiales del Dios Altísimo, cuya mano nada ni nadie pueda detener.  El había desafiado a su pueblo, diciendo: “Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”  Malaquías 3.10  El desafío es sobre la base de: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa.”  Si él dice que hará esto, lo hará sin duda, pues, cuando él cierra, nadie abre y cuando abre, nadie cierra.  Con seguridad él abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendiciones, pues, Jesucristo es la llave de las bendiciones de Dios.  Esto denota abundancia, pues, no dice que goteará, sino derramará ya que él ama al dador alegre.  

Cuán lejos de gustar esta lluvia de bendiciones, el avaro permanece seco en su corazón mezquino, que por decirlo así, cierra las ventanas de los cielos por su actitud egoísta.  Tal persona no podrá gustar las bendiciones de arriba.  “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.”  Proverbios 3.9,10  Honramos a Dios dándole lo que es suyo.  ¿Sabe lo que es de Dios?  La primicia, lo primero, no lo sobrante, si usted le da a Dios lo primero sea en el diezmo, en tiempo, etc., usted está honrando a Dios.  Si obedece esa parte, Dios hará el resto.  Estas palabras no son dirigidas al pastor o encargado de una asamblea, sino a todos los creyentes.  No importa si el creyente tiene buen empleo, necesita vivir por fe y si es obediente a la Palabra, honrando a Dios con sus bienes, Dios se encargará de llenar su granero.  También honramos a Dios con nuestros bienes, usando todo lo que tenemos para su gloria, no para el pecado o las cosas de la carne.

En verdad, Cristo es la fuente inagotable y todo suficiente, capaz de saciar cualquier necesidad de sus ovejas.  “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”  Romanos 8.32  Cuando Dios entregó a su Hijo por todos nosotros, él dio todo, lo mejor que tenía y no mezquinó de nosotros, eso es suficiente prueba de que él cumplirá todas sus promesas.  Jesucristo es la bendición más grande que nos ha sido dada y con él somos enriquecidos en todo bien.  Él creyente que ve esta realidad y aprende que todo lo que es y tiene, son por medio de Jesucristo, es agradecido a Dios.  Porque en él (en Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, “y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”  Colosenses 2.9,10  En Cristo tenemos todo, nada no nos falta, estamos completos, de modo que no nos falta ningún bien.  Aparte del Señor, no tenemos nada, sin él nada somos y nada podemos.

La perfecta voluntad de Dios es que sus hijos aprendan a vivir por fe en él.  Está escrito: “él justo por la fe vivirá.”  Durante su ministerio en la tierra, Jesús enseñó a sus discípulos la vida de fe.   (Mateo 6.25 al 34)  Los impíos se afanan por cosas naturales, por cosas que no duran más que esta vida.  En esta porción Jesús dice que, si Dios nos dio la vida (algo que el hombre con toda su ciencia no puede hacer ni retener) ¿cómo no podremos confiar en él para el sostén de esa vida?  Él formó el cuerpo, ¿cómo no suplirá vestido para cubrirlo?  Dios nos dio vida eterna en Cristo Jesús y es capaz de proveer todo cuanto sea necesario para esta vida presente y para la venidera.  Si él no hace faltar su misericordia a la creación natural, no hará faltar su gracia a su pueblo celestial, pues, tienen la vida preciosa de su Amado Hijo.  En esta porción, los discípulos fueron estimulados a considerar dos ejemplos en la creación.

(a.)  Los pajarillos: no trabajan, ninguno de ellos tienen chacras, pero el Creador les provee alimento y ninguno de ellos cae en tierra, sin el permiso de Dios.

(b.)  Los lirios del campo:  Crecen en hermosura sin esfuerzo y superan en gloria aún a Salomón.  De esta manera el Señor enseña a los discípulos la vida de fe y dependencia total.  Ese es el método de los vencedores, quienes aprenden a esforzarse solamente en la gracia del Señor.  Los gentiles o los impíos, muy por el contrario, buscan comida y bebida y vestido.  El justo también necesita de tales artículos para su vida, pero nuestro Padre celestial sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas.  La prueba de que sabe es que suple.  Eso vemos en la experiencia del apóstol Pedro.   (Mateo 17.24 al 27)  Note que Jesús conoce las necesidades de los suyos, por eso él habló primero a Pedro.  La manera que el Señor utilizó para pagar el tributo nos enseña que a él no le falta recurso.  Pedro, más tarde en su carta afirma: “El tiene cuidado de nosotros.” 1ª Pedro 5.7  El Señor está más dispuesto a suplir, de lo que nosotros estamos para recibir, su bendición.  “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.” Isaías 65.24  

El Señor conoce nuestra vida y sabe de qué cosa precisamos; pero note en Mateo 6.33 un principio incambiable del gobierno divino, pues denota el orden de Dios.  “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”  Primero buscamos al Señor, pues es primero en orden de importancia.  Todos quieren bendiciones; pero no todos siguen el orden de Dios.  La mayoría ponen por delante lo material y al Señor le dejan en un lugar secundario.  Dios es Dios de orden y ha puesto primero lo más importante; tenemos que ponernos de acuerdo con él y seguir su orden.  Primero el Señor y después lo demás.  Al aceptar a Jesús como Salvador, entramos en su reino y estando allí, dentro, debemos buscar las cosas que pertenecen a ese reino, buscar como es correcto y ahora porque es el tiempo para hallarle, pues él está cercano.  El Señor nos invita a hacer un cambio; nosotros buscamos primero su comunión y le entregamos toda nuestra ansiedad, y él asumirá nuestro cuidado y nos dará su bendición. ¡Qué cambio!

Finalmente, consideraremos el Verso 34 donde aprendemos que nuestro Pastor nos da suficiente gracia para cada día.  “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.  Basta a cada día su propio mal.”  Su misericordia se renueva cada mañana, entonces ¿por qué muchos del pueblo redimido del Señor viven turbados, deprimidos y en extrema ansiedad?  La razón es, porque se preocupan del mañana, toman afán prestado y se preocupan del porvenir, dicen: “¿qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos?”  Tal carga la llevan solos porque él no nos promete gracia para afán prestado.  El da suficiente gracia para cada día.  No sabemos lo que traerá el día de mañana, pero sabemos que la misericordia del Señor será nueva cada mañana.


Dios en su Palabra promete cosas al que confía en él, como una oveja depende totalmente del cuidado de su amante pastor.  “Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta...El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.  Salmos 107.9; 103.5  El ave abre su boca para que la madre le alimente.  Si tan sólo abrimos nuestras bocas, es decir, permitimos al Señor derramar sus bendiciones, seremos saciados de bien.  El es Dios de abundancia.  Viviendo en el mundo no esperamos que las cosas mejoren.  De lo que leemos en la Palabra de Dios, sabemos que las condiciones empeorarán aún más cuando la venida del Señor esté cerca; pero como hijos de Dios tenemos promesas.  Como ovejas del rebaño de Jesús, él asume nuestro cuidado.  “Mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores.  Porque los brazos de los impíos serán quebrados; mas el que sostiene al justo es Jehová.  “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.  En todo tiempo tiene misericordia y presta; y su descendencia es para bendición.”  Salmos 37.16, 17, 25, 26  Dios tiene su manera para suplir las necesidades de los suyos; nosotros no elegimos la manera, pues, él tiene sus propias.  Nuestra parte es abrir la boca para ser saciados de bien.

Los Atributos De Dios

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 4

• Omnipotencia •

por Douglas L. Crook

(primera parte)

Es tan importante que contemplemos constantemente los gloriosos atributos de nuestro Dios.   Como hombres mortales, tenemos la tendencia de juzgar todas las cosas sobre la base de nuestra propia experiencia limitada y según nuestras propias habilidades o debilidades.   Muchas veces olvidamos que Dios no es limitado por nuestras circunstancias o fuentes de ayuda.  El es Dios.    

El atributo de Dios que queremos contemplar en esta lección es su omnipotencia.   Omnipotencia quiere decir que Dios es todopoderoso.   El mundo se mofa del evangelio porque rehusa creer en su omnipotencia que realizó la redención del hombre.    El incrédulo lee la Biblia y declara, “Es imposible,” porque mucho de lo que lee en la Biblia está más allá del poder y habilidad del hombre.   Es sobrenatural.   El hombre necesita aceptar lo que Dios declara acerca de sí mismo en Salmos 62.11.   “Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: que de Dios es el poder.”   No es que Dios tiene poder no más, sino él es la fuente de todo poder.    Todo poder, habilidad y fuerza provienen de él.   No hay nada que Dios no puede hacer y no hay ningún otro entidad o poder que pueda resistirle. (Job 42.2)

Su poder se ve en la creación.  “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”  Romanos 1.20   La majestad de este universo bien ordenado es testigo del gran poder y habilidad de Dios.  Los científicos procuran negar el poder de Dios por decir que todo el orden, complejidades y hermosura de este universo existen por accidente no más.  ¡Qué tontería!  Tal unidad, orden y majestad podrían provenir de una sola fuente, el Todopoderoso.  Para empezar a entender la grandeza de su poder, piense en el poder del sol como un ejemplo.  Está tan lejos de la tierra, sin embargo es tan grande y tiene tanta energía que puede calentar y dar su luz a toda la tierra.  Medite en el poder de los elementos de la naturaleza como volcanes, terremotos, tornados y tormentas.  El hombre, con toda su tecnología y poder militar, no puede resistir el poder de estos elementos.  Hace algunos años atrás que un volcán hizo erupción y destruyó la base militar de los Estados Unidos  en las Filipinas.  Uno de los ejércitos más poderosos del mundo fue completamente indefenso contra la potencia de aquel solo volcán.  Sin embargo, el Hijo de Dios simplemente habló y el viento y mar le obedecieron.  (Marcos 4.39)

Nuestra mente finita no puede comprender totalmente la inmensidad de su poder.   Dios hizo todo de la nada.  (Hebreos 11.3, Colosenses 1.15 al 17)   Tal poder está fuera de la experiencia del hombre y por lo tanto el hombre rechaza la idea de tal Dios tan poderoso.  El hombre en general dice, “Si no puedo entenderlo, no es posible.”  Así siempre ha sido el hombre.  Cuando Cristóbal Colón dijo que pensó que la tierra era redonda y no plana y que fue posible llegar al este por viajar hacia el oeste, la mayoría se mofaron.   Tal posibilidad fue más allá de su experiencia en aquel tiempo.  Sin embargo, fue la verdad y más tarde fue probada.    Cuando los hermanos Wright dijeron que era posible que el hombre volase como las aves, fueron llamados locos.   Tal poder fue incomprensible.  No obstante, hoy día es una cosa común.  Hoy día el hombre está mofándose del poder de Dios porque no puede comprenderlo.  Su incredulidad no anula el poder de Dios.   Dios ha demostrado su poder muchas veces en muchas maneras y aun lo demostrará por su juicio final del mundo.  No tenemos que esperar hasta aquel día cuando el conocimiento de su poder será algo común.  Tenemos el privilegio de conocer por fe que nuestro Dios es todopoderoso y de disfrutar  hoy y por la eternidad los beneficios de tal fe.

Vemos su poder en la provisión de un Salvador que fue ambos hombre y Dios.   Tal Salvador fue necesario para morir por los pecados del hombre como su substituto y representante.  La única manera de cumplir todas las profecías acerca de este Salvador fue que naciera de una virgen.  “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.  Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios...porque nada hay imposible para Dios.”  Lucas 1.34 al 37   Muchas personas, aun en el Cristianismo, niegan la concepción milagrosa de Jesús porque es simplemente imposible según las leyes naturales.  Pero tal concepción es poca cosa para el Omnipotente que hizo todo de la nada.  Sin esta concepción milagrosa, no hay salvación para el hombre.

Hay aquellos que rehusan al evangelio al escuchar de la resurrección de los muertos.  “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.”  Hechos 17.32   La experiencia del hombre es que la muerte es el último poder al cual cada uno tiene que rendirse.  Es imposible resistir su poder.  Sin embargo, aun la muerte tuvo que huir en la presencia del Todopoderoso. “Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.”  Hechos 2.24  Ni la muerte puede resistir la omnipotencia de Dios.   Jesús es el único Salvador del mundo porque es el único Salvador resucitado y vivo.

¿Cómo puede ser salvo y acepto el hombre pecaminoso en la presencia de Dios?   “Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?  El les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.”  Lucas 18.26, 27  “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.  Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”  Juan 3.3, 4, 16  Por el milagro del nuevo nacimiento, que se realiza por fe en Jesús, Dios ofrece una nueva vida al hombre que es muerto en su pecado.  Es un nacimiento espiritual y eterno.  “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”  2ª  Corintios 5.17   Muchos hombres que reconocen su estado miserable de pecado procuran salvarse por leyes, buenas obras o esfuerzo propio, pero es imposible.  Hay que nacer de nuevo.   Dios hace por nosotros lo que no podemos hacer para nosotros mismos.   Dios crea en el creyente una nueva naturaleza que hace la voluntad de Dios.   Hay otros hombres que piensan que su pecado es demasiado grande y que Dios no quiere o no puede perdonarles.  “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.” Romanos 5.20  Su pecado no es más grande que la gracia de mi Dios.  “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”  Hebreos 7.25   Su salvación no es imposible para con el Omnipotente.

El Todopoderoso no solamente tiene poder para salvarnos y perdonarnos de nuestro pecado, sino también tiene poder para cambiarnos y formarnos, en una manera práctica, para ser instrumentos útiles para hacer su voluntad y para glorificar su nombre.  (2ª Corintios 3.17 y 18;  Filipenses 1.6)  El poder de Dios cambió a Saulo de Tarso de blasfemo al apóstol Pablo, el apóstol principal de esta edad de la Iglesia.  El mismo poder que cambió a Pablo puede cambiarle a usted.  Dios nos dará el poder para vencer el dominio del pecado en nuestra vida diaria. (Romanos 6)  No tenemos que seguir en los hábitos crueles del pecado.   Podemos y debemos vivir piadosamente.  El creyente no tiene excusa para continuar en su pecado.   Si hacemos nuestra parte por fe y obediencia (estudiar la Biblia, ponerla en práctica, orar, congregarnos en el nombre de Jesús...) el Omnipotente nos dará la fuerza para andar en la justicia práctica.


El creyente en Cristo Jesús tiene la esperanza de experimentar una cosa más que es imposible según los sabios de este mundo.  “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.   Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”  2ª Tesalonicenses 4.16 y 17  Sea por resurrección o arrebatamiento dejaremos esta tierra y viviremos con nuestro Señor en los cielos por la eternidad.  ¿Imposible?   ¡No!  Mi Padre es el Omnipotente.

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o 4

por David Franklin

Lección Cuatro - Capítulo 2.16 al 45

Sabiamente, Daniel no se quejó en contra del rey ni del decreto injusto de muerte.  En cambio, pidió tiempo, para que pudiera revelar el sueño y su interpretación al rey.  Al ser concedido el tiempo, él sabía utilizarlo.  No lo gastó en lo que él fue enseñado en la escuela del rey para los sabios; él llamó a sus amigos para orar.  En 1ª Timoteo 2.2 Pablo escribió: “orad por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.”  Daniel también creyó que esa fue la manera que los creyentes pudiera contrarrestar las decisiones del gobierno.  Note la petición de ellos delante de Dios.  “A fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.”  (verso 18)  Vea Apocalipsis 18.4.  Dios contestó la oración de ellos y mostró a Daniel el secreto del sueño de Nabucodonosor.  Al recibir la revelación del sueño olvidado, Daniel no se apuró para mostrar su conocimiento al rey.  Según lo natural, no fue sabio tardar, pues las vidas de Daniel y sus amigos estaban en juego, y sin duda tenían un tiempo limitado.  A pesar de eso, Daniel tomó tiempo para dar gracias delante de Dios.  Daniel comenzó su oración con alabanza y adoración hacia el Señor.   Ninguna oración debe estar sin este elemento.  En su adoración y alabanza, él expresó mucho de la lección espiritual del sueño de Nabucodonosor.

Las palabras “bendijo” y “bendito” (versos 19 y 20) son traducidas de una palabra hebrea que significa: “arrodillarse.”  Daniel vio este “arrodillarse” como una actividad “de siglos en siglos.”  Tristemente, muy pocos están dispuestos a bendecir al Dios de los cielos así, sea con la mente, voluntad o las rodillas.  Daniel sometió la razón suya por arrodillarse en sumisión a Dios: “porque suyos son el poder y la sabiduría;” dicho más simplemente; EL REINA.  La sabiduría suya hace las elecciones correctas, su poder las lleva a cabo; nadie posea ni sabiduría ni poder aparte de él,  pues son de él.  Aquellos que no se arrodillan delante de él estarán sin sabiduría y débiles.  Tres elementos de alabanza siguen para apoyar la alabanza de Daniel de la  sabiduría y poder de Dios.  (versos 21 y 22)

Primero, “El muda los tiempos y las edades.”  Más tarde, en Daniel 7.25 veremos a un hombre blasfemo que “pensará en cambiar los tiempos y la ley.”  La palabra traducida “tiempos” allí está traducida “edades” aquí en capítulo dos.  Aquel hombre fracasará.  El cambiar tiempos y sazones o edades, está exclusivamente en las manos de Dios.  Dios acortará los días señalados para la gran tribulación, para que Israel salvado pueda continuar sobre la tierra.  (Mateo 24.22)  Esto está en su poder.  Maestros religiosos que piensan tornar para atrás nuestro presente tiempo de gracia a la ley, llegan a ser fracasos espirituales, hombres de ruido vacío “vana palabrería.”  1ª Timoteo 1.6, 7  Sólo Dios puede cambiar los tiempos y edades; cuando él lo hace, nadie puede cambiarlos de vuelta.

Segundo, “quita reyes, y pone reyes.”  Cuando miremos la interpretación del sueño del rey, veremos que el quitar y poner reyes es la sustancia de los eventos predichos.  Esto, de hecho, es la manera en que Dios cambia los tiempos y edades.  Cuando termine esta edad, la edad nueva será anunciada por el hecho de que Cristo tome su trono en los cielos.  (Apocalipsis 4.2)   Veremos en el sueño de Nabucodonosor, que el poner a los reyes gentiles indicó un cambio grande en el tiempo del pueblo de Daniel.  El entendió esto.  El quitar del último de ellos anunciará la restauración del reino a Israel.

Tercero, “El revela lo profundo y lo escondido.”  Esto no es un testimonio a la abrumadora sabiduría y poder de su reino; estos eventualmente obligarán a toda rodilla a arrodillarse.  Esto es el testimonio de la bondad de su reino, que nos lleva alegremente de rodillas.  El gobernador de toda la creación elige compartir sus consejos privados con sus siervos.  “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”  Amos 3.7  El puede revelar cosas que están envueltas en tinieblas para nosotros porque “con él mora la luz.”  David, considerando la grande sabiduría de Dios, dijo: “Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz.”  Salmos 139.12 

Note a quién él  revela sus secretos: “da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.”  Daniel fue tal hombre.  Nabucodonosor estaba “turbado por saber,”  pero ni había comenzado.  (Proverbios 1.7)  Así que, aunque Dios deseó comunicarse con él, él arregló las cosas para que Daniel fuese llamado, pues Daniel tenía sabiduría y conocimiento.  ¿Por qué Daniel en vez de cualquier otro israelita?  Daniel se había dado enteramente al conocimiento de Dios.  No se puede revelar los secretos escondidos del Altísimo a los que están descuidados, aquellos que no hacen caso de las verdades escritúrales que están ya reveladas.  Sea sabio delante de él.

Habiendo dado a Dios la alabanza y adoración que estaban en su corazón, Daniel dio una simple, oración de agradecimiento de lo profundo de su corazón, y luego se fue a contar al rey del secreto de su sueño olvidado.  Daniel comenzó por hacer todo lo que pudo para asegurar que Dios recibiera toda la gloria posible en el asunto.  El hizo  recordar al rey que ninguno de los sabios, los astrólogos, los magos, ni los adivinos pudieron contestar al rey cuando lo que se necesitaba era la sabiduría verdadera.  (verso 27)  Los títulos no significan nada cuando no haya sustancia detrás de ellos.  La educación no es igual a la sabiduría.  Daniel no indicó este hecho por rencor, sino para el bien del rey.  Daniel lo hizo claro que el Dios de los cielos (a diferencia de los dioses de madera y piedra que el rey conoció) fue el revelador de este, y todos los secretos.  Tampoco tomó el riesgo que Nabucodonosor acreditara a Daniel con sabiduría especial por rescatar y revelar la interpretación del sueño.  El insistió que no fue porque él sabía más que “todos los vivientes.”  (verso 30)  Cuán pocos hombres “sabios” rehusan crédito por su sabiduría.  Ahora, el desenvolvimiento del sueño recuperado y su interpretación.  Los versos 31 al 35 dan un claro cuadro, fácil de entender de lo que Nabucodonosor vio en su visión nocturna.  La interpretación es de igual manera clara y simple.

La imagen que Nabucodonosor vio en su sueño representó una serie de reyes y reinos.  Otros se han encargado de estudios detallados del cumplimiento de esta profecía; no vamos a procurar de duplicar sus esfuerzos aquí.  Simplemente declararemos lo que parece claro cuando ponemos la historia a lado de esta profecía inspirada.  La cabeza de oro representa a Nabucodonosor y el imperio sobre el cual él reinó.  El pecho y los brazos de plata representan a Ciro y el imperio de Media y Persia.  En el tronco y los muslos de bronce, vemos a Alejandro el Grande y el imperio que él ganó.  Las piernas de hierro y los pies de hierro y barro son el imperio romano.  Este es un bosquejo de los tiempos del reino de los gentiles.  El período de esta edad de la Iglesia, como siempre en la profecía del Antiguo Testamento, es un valle escondido, no revelada aquí.

Dos cosas deben notarse acerca de la imagen.  Primero, no descansa sobre sus comienzos, sino sobre el resultado final.  Sea una edad, un imperio, una vida, o una idea, Dios ha ordenado que todas las cosas se paren o se caigan sobre la base de su fin, no sobre la promesa brillante y aparente bondad de su comienzo.  Segundo, si la senda de gobierno gentil es mostrada yendo para abajo desde la cabeza a los pies, se muestra también yendo para abajo en pureza y valor delante de Dios.  El verso 31 habla de una brillantez y una forma terrible.  Los tiempos de los gentiles han vacilado siempre entre esperanza brillante y tragedia terrible.  Esto llegará a ser peor, (y de veras está llegando a ser peor), en el fin de los tiempos los gentiles.

Aunque el reino de hierro de las piernas está mezclado en los pies con el barro de aquellos gobernados, no hay una interrupción entre las piernas y los pies.  No se ve un derrocamiento del sistema romano hasta el mismo fin; su fin es simultáneo con el fin de los tiempos de los gentiles.  Conste que los gentiles aún siguen como gobernadores del mundo, tenemos que aceptar que a la vista de Dios, el sistema romano nunca ha sido verdaderamente destruido.

Esta idea pudiera ser difícil de entender, pero recuerde, somos llamados para creer la palabra de Dios, y no nuestros propios razonamientos.  La idea de que el gobierno romano no se terminó, es absurda a la mente natural, pero Dios dice que es así.  Tal vez sea de ayuda si se acuerda que aún hay un sistema en Roma que tiene poder e influencia mundiales.  Ese sistema siempre ha mezclado su religión con la política, y lo hace hoy en día.  No sería correcto decir que ese sistema es todo lo que se ve aquí, pero tiene su parte, y lo vemos proveyendo continuidad al poder romano.


Dios destruirá toda las estructuras de poder gentil.  La civilización y orden orgullosos de hoy en día llegarán a ser “como tamo de las eras del verano.”  Ningún fragmento quedará.  Cuando los vientos de cambio vengan limpiando este mundo, no se hallará lugar para ellos.  No tendrán más poder para resistir que el tamo llevado por el viento, ni tendrán más valor que el tamo.  El medio que Dios usará para efectuar el cambio será una piedra cortada sin manos, una piedra que el hombre no formó en ninguna manera.  Esta piedra es Jesucristo. (Vea Mateo 21.42 al 44; Los Hechos 4.11; Romanos 9.33; 1ª Corintios 10.4; Efesios 2.20; 1ª Pedro 2.7 y 8)  La lección: Dios reina; “porque suyos son el poder y la sabiduría... quita reyes, y pone reyes.”  Compare los versos 35, 44 y 45 con Isaías 2.1, 2 y Mateo 21.19 al 21; un monte está usado a menudo en la profecía para representar un reino o una nación.  Cristo Jesús, encabezando a los que le adoran, sirven, y obedecen, llegará a ser un monte grande, o reino, llenando toda la tierra.  Su reino “no será dejado a otro pueblo,” pues él será continuamente su cabeza.  Gracias a Dios por el poder eterno de su hijo!!  Es triste ver a tantos del amado pueblo de Dios dando sus esfuerzos al mejoramiento de los sistemas mundanos de esta edad.  Daniel terminó su interpretación por decir que lo que él vio era cierto.  Todo lo que existe ahora pasará.  Cristo lo destruirá, reemplazándolo con su propio reino.  Créalo, regocije en ello, y viva de acuerdo con ello.