jueves, 16 de junio de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 6

por Virgilio Crook

Lección Seis - Verso Dos

“En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.”

La idea central de este versículo es el reposo de la oveja, pues tenemos expresado dos veces esa verdad por las palabras: descanso y reposo.  La oveja anciana (David) se recuerda que su Pastor le solía llevar por lugares de pastos delicados.  No precisamente para comer, sino habiendo comido buen alimento, fue para descansar.  Otra traducción dice: “En lugares de delicados pastos me persuade o me invita a descansar.”  El Pastor no obliga a sus ovejas caminar ni comer, sino les invita, les convence, no les empuja.  Nuestro Pastor, Jesucristo, a través de la obra del Espíritu Santo nos convence a descansar.  Un hermano que fue pastor de ovejas en el oriente, relata su experiencia y dice: “para que las ovejas puedan descansar, deben estar sin miedo, sin hambre, libres de contención y de parásitos.  Otra vez corresponde al pastor controlar y arreglar estas condiciones.
(1.)  Sin miedo.  La oveja es un animal indefenso y muy miedoso, se asusta fácilmente.  Hemos considerado esto al principio de nuestro estudio.  Aquel pastor, a quién hemos mencionado, cuenta que en una noche dos perros mataron trescientas ovejas; con razón vive en temor este animal.  Aquel hombre dice que lo único que tranquiliza a las ovejas es la presencia de su pastor.  Desde que el hombre desobedeció a Dios y cayó en pecado, el miedo ha encontrado terreno en su carácter.  Adán dijo a Dios: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Génesis 3.10  El temor sigue siendo arma poderosa del enemigo y puede atar en muchas maneras al hijo de Dios.  A parte del respeto a Dios - temor de Jehová, ningún miedo es de Dios.  La única manera de librarnos de ese lazo es por la presencia del Pastor.  La voz del Señor tranquiliza nuestro ánimo, su presencia aleja todo miedo e infunde confianza.  La Palabra nos hace ver que el Señor está con nosotros continuamente, aunque a veces por nuestra negligencia o por falta de madurez no sentimos tan fuertemente su presencia; pero él está con nosotros.  “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?  Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?  Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.  Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.”  Salmo 27.1 al 3.  David fue una oveja que continuamente expresaba lo que su Dios era para él.  Por fe dice que su corazón no temerá aunque el enemigo venga con un ejército, porque sabe que Jehová no le dejará solo.  Si humanamente va a enfrentar, su corazón va a temblar; pero en Jehová está confiado.  El profeta Eliseo también estuvo confiado cuando un ejército acampó contra él, porque miró con ojos de fe por encima de ese ejército natural y vio a un ejército mucho más poderoso que estaba a su favor y oró a Dios para que su criado tuviera la misma visión.  Moisés comprendió que la presencia del Señor aleja todo temor, por eso le rogó a Jehová: “Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.  Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.  Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.  Éxodo 33.13 al 15.  La presencia del enemigo da miedo pero la de nuestro Pastor nos da reposo.  Si por alguna razón no sentimos más la dulce presencia del Señor en nuestra vida, tenemos que buscarla en oración hasta sentir esa quietud, ese gozo que solo allí encontramos.  Si por algún fracaso no experimentamos más esa presencia en nuestra vida, debemos buscarla seriamente, eso no es para estar sentados, sino para estar de rodillas.  No vivimos por sentimientos, pero la presencia del Señor es real y por eso la sentimos, la experimentamos.  “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo...” Salmo 23.4  La presencia de Jesús disipa todo temor y duda o incertidumbre.  Si tenemos la seguridad en el corazón que él está con nosotros, no tememos caminar, ni al porvenir, ni las circunstancias que puedan sobrevenir.  “Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello.  Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.  Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato.  No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y el preservará tu pie de quedar preso.”  Proverbios 3.21 al 26  La oveja que continuamente está cerca de su pastor, disfruta constantemente de su presencia y está libre del temor.  El creyente obediente a la Palabra, que guarda el consejo, goza de estas promesas.  Pueden sobrevenir cosas inesperadas; pero no temeremos porque el Señor será nuestra confianza y él guardará los pies del mal.  “En el día que temo, yo en ti confío.  En Dios solamente alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?  En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?” Salmo 56.3, 4, 11  Las adversidades se van a presentar, pero el Señor dará quietud, pondrá reposo en el corazón, de manera que el temor no cobrará terreno.  David, como oveja, fue temeroso, pero en el día que temía, él confiaba en Jehová y se esfumó el temor.  Conocía la capacidad de su Pastor y se apoyaba en él, por eso dijo: “me hará descansar.”  El va a hacer todo lo que sea necesario para que yo descanse, va a quitar todo obstáculo que pudiera impedir mi reposo.  “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores.” Salmo 34.4  La mayoría de las veces que no sentimos cerca al Señor, es porque no le buscamos en espíritu y en verdad.  Jesús vez tras vez dijo a los discípulos: “No temáis ni tengáis miedo, yo soy.”  La presencia del Pastor soluciona el problema de la oveja.  “No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya....Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”  Salmo 91.5, 6; 118.6  Gracias al Señor por su presencia con nosotros.

(2.) Sin hambre.  La labor del pastor es dar pasto, pastorear significa: dar pasto; la oveja no busca alimento, simplemente se sirve el pasto que la proporciona aquel que la cuida.  Jesucristo, nuestro buen Pastor, nos da el mejor pasto y lo da abundantemente.  El no nos hace faltar alimento; si alguna oveja no crece robusta no es por el fracaso del Pastor, sino porque ella no se sirve.  Como está escrito: “repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre.  Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia.” 2ª Corintios 9.9, 10  Esta es la justicia de Dios; al que tiene deseo y voluntad de sembrar, le proporciona semilla y al que va a comer, le da pan.  Nuestro Pastor ha provisto riquezas de gracia para provecho espiritual de sus ovejas.  Una oveja no puede descansar tranquila si está con hambre.  El animal camina y camina buscando saciar el hambre, eso será posible únicamente a los pies de su pastor quien la cuida con ternura y vela por su bienestar.  Vamos a notar una porción de Escritura que fue dirigida a Israel pero es aplicable a nosotros.  “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña.  Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.  La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.  Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.  ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?” Isaías 5.1 al 4  ¿Qué más podía haber hecho el Señor Jesucristo a nuestro favor?  En la cruz hizo todo lo que era necesario y todo lo que se podía hacer; ya no se puede hacer nada, ni añadir, ni quitar.  Jesús compró la salvación con abundante provisión para victoria diaria, crecimiento constante, etc.  “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá y hallará pastos.” Juan 10.9  Aquí Jesús pinta el cuadro del redil, un rebaño entrando y el pastor quien lo guía.  La oveja entra por la puerta y la puerta o entrada es Jesucristo; por medio de él entramos por fe a esta gracia, en esta salvación tan grande.  Ahora que estamos dentro del redil, caminamos y pasamos hacia el fondo y encontramos más pastos.  Ahí en la parte más adentro no somos más salvos que otros ni más hijos, sino más alimentados, más fuertes y más gozosos.  La mayoría de las ovejas entran al redil y se quedan allí en la puerta, no quieren avanzar más, por lo tanto no disfrutan el buen pasto que hay al ir pasando hacia el fondo.  El pasto está, la provisión fue hecha, pero la oveja no goza porque no busca.  ¡Cuántos del rebaño del Señor se conforman con lo poco que ha alcanzado en lo espiritual!  Hay más pastos, pero no quieren más.  Son negligentes para seguir buscando, escudriñando las Escrituras.  Los tales se conforman con lo bueno pero no sabe nada de lo agradable y perfecto, lo mejor.  Nuestro padre celestial es el Dios de toda gracia y él da mayor gracia, aquella oveja que se reconoce necesitada, desea más y alcanza más.  Pero aquella que se cree suficiente en sí misma, no recibe nada.  “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.” Lucas 1.53  Los suficientes y ricos en sí mismos, salen vacíos de un culto o de la presencia del Señor, porque no tienen lugar para las cosas del Señor.

Los Atributos De Dios

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 6

• Inmutabilidad •

por Douglas L. Crook

En esta lección queremos meditar sobre la verdad que nuestro Dios es eterno e inmutable.  Para nuestra mente finita es tan difícil captar el hecho de que Dios no tiene comienzo ni fin.  Siempre era y siempre será.  Además, no tuvo que desarrollarse para llegar a su estado presente y no se envejece y no se debilita.  No cambia.  Es difícil comprender esto porque nosotros, los hombres, cambiamos constantemente de día en día.  Desde nuestra niñez hasta la flor de la vida, llegamos a ser más fuertes, más sabios y más maduros con cada día que pasa.  Después, empezamos a tener menos agilidad y fuerza y llegamos a ser menos de lo que éramos en nuestra juventud.  Así es la experiencia del hombre, pero no de Dios.  Además, tenemos que cambiar nuestros planes e ideas conforme a las circunstancias que se presentan cada día.  Una vez más, digo, no es así con Dios que es eterno, inmutable e incambiable.
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”  Éxodo 3.13 y 14  Moisés sabía que los israelitas iban a demandar de él prueba que este Dios podía cumplir sus promesas, pase lo que pase, si le iban a seguir.  Por eso Moisés le preguntó su nombre.  Por la revelación de su nombre, Dios dio la seguridad más grande que fue posible dar.  La frase traducida, “Yo Soy” es el verbo hebreo que significa una existencia activa.  Es la palabra raíz del nombre, “Jehová” que significa, “El que  existe en y por sí mismo”  No necesita ninguna fuente exterior para recibir o mantener su vida o para hacer lo que quiere.  ¡Qué diferente es este Dios de todos los ídolos de las otras naciones que son formados y creados por las manos del hombre y que tienen que ser llevados de un lugar a otro!  ¡Qué diferente aun de Faraón que, aunque fue poderoso, nació de una mujer y que ya ha muerto!  Moisés anunció a los israelitas que el Dios que iba a librarles es el Dios que siempre era, es y será.  El es el Dios Eterno, el Dios vivo y sus actividades no son impedidas por tiempo ni circunstancias.  ¡Gloria sea a su nombre!  El Dios de Israel es nuestro Dios.
En el Salmo 102.25 al 27 tenemos una comparación para ayudarnos a comprender la inmutabilidad de Dios.  “Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.  Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido los mudarás, y serán mudados;  Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán.”  Para el hombre no hay nada más durable que la tierra y el sol.  Generación tras generación de hombres vienen y van, pero la tierra y el sol siguen existiendo como siempre.  Nosotros podemos entender este hecho porque es parte de nuestra experiencia, pero por fe podemos entender que Dios es aun más durable que estas cosas.  El existía antes de estas cosas y existirá después de estas cosas.  En comparación con la inmutabilidad de Dios, la tierra y los cielos, que a nosotros parecen ser tan durables, son como una ropa que tiene su tiempo de utilidad, pero que rápidamente se envejece y tiene que ser desechada.
Es cierto que Dios ha tratado con el hombre en varias maneras en distintas etapas de su historia.  Se ha revelado a sí mismo al hombre en grados progresivos, usando varios instrumentos y maneras.  A veces ha tratado con el hombre en juicio y otras veces ha tratado con bendición según el corazón del hombre.  Pero sus atributos, carácter y propósitos han quedado inmutables.  “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1.17  No es inconstante como el hombre.  La idolatría es uno de los pecados más grande del hombre porque cada ídolo lleva la imagen de algo corruptible o cambiable.  “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.”  Romanos 1.22, 23  Dios prohibió el uso de imágenes en la adoración de sí mismo.  ¿Qué imagen hay que podría representar al Dios eterno, el Dios inmutable?  
Sabiendo que Dios es eterno e inmutable, y que nuestra vida es tan pasajera, debemos postrarnos delante de él y someternos a su voluntad.  Tenemos advertencia en Hebreos 12.25 al 29 de no desechar al que habla de los cielos porque su voz conmoverá todo lo que es movible dejando solamente lo inconmovible de su reino eterno.  Ha hablado de los cielos por medio del evangelio de Jesucristo para revelarnos su voluntad.  Es su voluntad que todos sean salvos por fe en Jesús y que vengan al conocimiento de la verdad.  De sus hijos busca una adoración pura del corazón y un servicio ardiente de amor.  Es tontería procurar resistir la voluntad del que vive y reina para siempre.  Es como uno que procura vaciar el mar con una caja de cartón.  Lo más que lucha contra el mar, lo más inútil llega a ser el cartón hasta que sea destruido.  Al fin y al cabo, el mar no es afectado y queda sin cambio.  Ríndase a la voluntad del Dios eterno primero por aceptar a Jesús como su Salvador personal y será parte de su reino inconmovible porque recibirá vida eterna.  “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.  Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.  Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.”  1ª Timoteo 1.15 al 17  Cuando el Eterno declara que usted tiene vida eterna por fe en su Hijo, puede saber que esa vida es tan eterna como él mismo.  Esa vida proviene de Dios.  Es una dádiva de su gracia y se recibe por fe.  ¡Qué glorioso es someterse a su voluntad  y ser participante de la naturaleza divina!  ¡Qué ignorante y fútil resistir al Inmutable!  
Los que han recibido la vida eterna deben mostrar su gratitud por medio de un fiel servicio de amor.  “Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.”  1ª Timoteo 6.13 al 16  Esta vida pronto pasará, solamente lo que se hace para Cristo durará.  Busque las cosas de arriba, las cosas eternas.  Busque y obedezca la voluntad de Dios como se revela en la Biblia.  Es la única manera de vivir que tiene recompensa eterna.  Es una vida llena de paz y gozo.  No malgaste su vida por luchar contra la voluntad de Dios.  Dios ha propuesto bendición solamente en la obediencia a su voluntad, y no va a cambiarle por su obstinación y rebelión.  El es el Eterno, el Inmutable, el Incambiable.

La verdad de la inmutabilidad de Dios es de mucho consuelo al creyente que aprende a andar por fe.  “El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos...” Deuteronomio 33.27  Cuando una pequeña criatura se asusta  por algún peligro, no busca a otra criatura para que le ayude, sino corre a alguien mayor que no estará afectado por el peligro.  Yo recuerdo cuando mi hijita, Rosita, era muy chica.  Estábamos en un super mercado.  Rosita caminaba confiadamente adelante y no quería andar mano a mano conmigo.  De repente dobló en una esquina y chocó con un hombre grande.  Se asustó tanto que dio la vuelta y corrió gritando, “Papá, Papá.”  Al encontrarme, saltó en mis brazos e inmediatamente se tranquilizó.  Su confianza en sí cambio en miedo al enfrentar un peligro, sabiendo que aquel hombre podía dañarle, pero estando en mis brazos se tranquilizó porque estaba convencida que el hombre no podía dañarme a mí.  No me asustó el hombre.  No fui yo afectado por su presencia.  Así es con nuestro Padre Celestial.  Sus brazos de protección son eternos.  Son fuertes y durables.  Sus brazos han alzado a su pueblo desde el principio hasta ahora, en  cada clase de peligro, y nunca han fallado en protegerlo o en hacerlo prosperar.  La próxima vez que tiene miedo de algo o alguien, recuerde que lo que teme es temporal, pero el que le protege de todo daño verdadero es eterno.  Corra a su Papá y tranquilícese.  Estará seguro en sus brazos eternos porque su poder y fidelidad quedan inmutables por las cosas que nos asustan a nosotros.

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 6

por David Franklin

Lección Seis - Capítulo 3.14 al 27

“Mas el corazón (las misericordias tiernas - versión inglesa, King James) de los impíos es cruel.”  Proverbios 12.10
Cuando Nabucodonosor se dio cuenta que los tres nobles hebreos no se inclinarían al dios que él había inventado, él estaba dispuesto a mostrarles “misericordia,” darles otra oportunidad para juntarse a su rebelión contra Dios.  Esta misma “misericordia” fue extendida a Martín Lutero cuando hombres religiosos procuraron cambiar su posición en cuanto al hecho según la Escritura de que “los justos vivirán por la fe.”  La misma “misericordia” fue ofrecida a Juan Hus, quien fue quemado vivo por su posición.  Repetidas invitaciones de hombres para juntarse con ellos en sus pecados no son nacidas de misericordia ni bondad.  Esa misma “misericordia” será extendida a los judíos creyentes por el hombre de pecado quien está por venir; algunos de ellos aceptarán la oferta.  
La condición verdadera del corazón de Nabucodonosor está revelada por las últimas palabras de la oferta que él hizo.  “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” (Verso 15)  Qué jornada hizo, de estar “turbado por saber,” a ser levantado en el mismo orgullo malvado el cual motivó a Satanás a su primera rebelión contra Dios.  Nabucodonosor no se rebeló con ignorancia.  Más antes él había reconocido la realidad, autoridad, y sabiduría de Dios.  Lea la profecía del Salmo 2, los versos 1 al 4, tocante la rebelión de los últimos días, cuando los líderes mundiales escogerán luchar contra Dios conscientes de lo que están haciendo.  ¡O, la locura del orgullo que está motivado para desafiar al Altísimo!
Desearíamos destruir tal hombre, pero Dios no quiso.  Algunos seres rebeldes pueden ser salvados.  “Con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.”  2ª Timoteo 2.25  El rey no había hecho una decisión final hacia la maldad, y Dios seguía tratando con él.  El estaba por dar a Nabucodonosor una demostración práctica que contestaría su pregunta orgullosa, “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?”  Tenga paciencia con los hombres, tal como el Señor tiene.  El pecado mismo no se trata suavemente, y a veces se requiere palabras claras, pero sólo Dios sabe quien aceptará su misericordia.  
Sadrac, Mesac, y Abed-nego no fueron conmovidos por la amenaza del rey.  “Respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.”  Pablo dijo algo similar a los corintios, algunos de los cuales encontraron falla en su ministerio y andar.  “Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano.”  1ª Corintios 4.3  Algunas cosas no corresponden a nadie, sino a Dios.  Todos los hombres piadosos, desde que Dios instituyó el gobierno humano, han reconocido que resistir el poder del gobierno es resistir la ordenanza de Dios.  (Romanos 13.1, 2)  Sin embargo, cuando aquellos en poder en el dominio de asuntos espirituales, mandando a los hombres a hacer lo que no deben hacer, no es más cuestión de obedecer a un poder que Dios ha ordenado.  Cuando fue ordenado por el sumo sacerdote a no predicar más, Pedro dijo: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”  Hechos 5.29  El dominio de Dios toma precedencia sobre lo del hombre.
Hay un verso en Proverbios de lo cual, por interpretación falsa, muchos han tenido una expectación falsa en cuanto a los impíos.  “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.”  Proverbios 16.7  Esto no significa que todos nuestros enemigos, sin excepción, estarán quietos y no nos causarán problemas aquí.  Algunos, que se hacen enemigos de sí mismos, continuarán luchando hasta que sean obligados a doblar la rodilla y confesar el señorío de Cristo ante el gran trono blanco.   Entonces, por la fuerza, estarán en paz con nosotros.  Los caminos que Sadrac, Mesac y Abed-nego escogieron fueron agradables a Dios.  Sin embargo, la furia de Nabucodonosor no fue reducida; pues su mirada amigable llegó a ser asesina por el firmeza de ellos a no inclinarse.
El coraje de estos hombres tomó cuenta de la realidad de la situación.  “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará, y si no...”  Daniel 3.17, 18  Al declarar que  Dios los podía librar de la mano del rey, fueron audaces, pero no ciegos.  Cuando decimos que contamos todas las cosas como pérdida por él, nos toca reconocer que puede ser que sufriremos en verdad la pérdida de todas las cosas.  Estos hombres creyeron a Dios para liberación, pero confiaron en Dios no importa lo que viniese.  El propósito de ellos era para honrar  a Dios, no a sí mismos.  La verdadera fidelidad en la vida puede traer consigo la necesidad de ser fiel hasta la muerte.  Esto es verdadero, no importa qué grupo de creyentes está bajo presión, en cualquier época en que vivan.  Apocalipsis 2 habla de los dos testigos.  Ellos ministrarán después que los vencedores totales de la edad de la Iglesia sean quitados, y antes de los tres años y medio de la gran tribulación.  Resistirán contra el peso aumentado de maldad espiritual con un testimonio de poder audaz, pero “Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.”  Apocalipsis 11.7  Esto tomará lugar en Jerusalén.  Su esperanza tendrá que ser puesta sobre Cristo mismo y la resurrección, no sobre una seguridad de una liberación terrenal.
Nabucodonosor, rindiéndose al propósito de Satanás, desplegó un desprecio satánico por sus siervos más fieles.  El dio la orden para calentar el horno siete veces más del calor normal antes que los judíos fieles fuesen arrojados adentro. Que un fuego tan infernal destruyera a algunos de sus hombres valientes, no fue de ninguna consecuencia para él.  No le importaba nada, sino sólo su ira por haber recibido un desafío de su autoridad rebelde.  Cuán triste que los hombres no consideran este hecho cuando se hacen a sí mismos aliados con el grande rebelde.  Apocalipsis 12:12 dice; “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.”  En ese tiempo, Satanás,  en su ira desesperada, no pensará nada de gastar grandes números de sus siervos más valientes y fieles.  Sólo Dios le impedirá de destruir a Israel, y toda la raza humana con ellos.  A pesar del predominante arreglo sin escape que Nabucodonosor hizo para destruir a los tres hebreos, Dios propuso mostrar su poder entonces, tal como es ahora, y tal como será en el período venidero de la tribulación.
El guarda a algunos del fuego, a algunos él guarda en el fuego.  La promesa de Apocalipsis 3.10 es para guardar a los creyentes fieles de la gran tribulación; el original de ese verso lee; “...yo también te guardaré afuera de la hora de la prueba que ha de venir...”  Esta promesa está a nuestro alcance.  La promesa judía para aquel tiempo está dada en 2ª Pedro 2.9, “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos.”  Pedro tenía el ministerio de la circuncisión.  Vea Gálatas 1.7.  Sus epístolas tendrán enorme impacto sobre el mismo grupo como los escritos de Daniel, eso es, a los israelitas salvados de aquel período.  Vea la introducción a estas lecciones.  Sabemos que ser librado de en medio de una prueba no es lo mismo de ser guardado de ella por completo.  Dios puede proteger en el horno y luego librar fuera de ello, tan efectivamente y como él puede guardar de ser echado en el fuego.  El elige cuál es mejor.
Los judíos deben esperar tiempos de prueba ardiente en aquel día.  “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese.”  1ª Pedro 4.12  No es que no conocemos pruebas en nuestros días, pero los israelitas salvados serán el blanco especial de Satanás en un tiempo tan terrible que morir será una bendición grande para gente salvada.  (Apocalipsis 14.13)  Cuán mejor tomar un lugar en el fuego, como Sadrac, Mesac, y Abed-nego, que ser consumido mientras obedece las órdenes de un amo malvado.  Hablando de los días de persecución venideros sobre los judíos creyentes, Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”  Mateo 10.28  
Los tres hombres cuyo testimonio está delante nuestro hubiesen perdido algo maravilloso si hubiesen esquivado el horno, pues allí se encontraron con un amigo.  (Versos 24, 25)  Algunos cuestionan si el cuarto miembro del pequeño grupo fue un ángel o Cristo mismo.  Realmente, no importa tanto.  Sea como fuere, fue una revelación personal de él, de su cuidado, y de su presencia permanente, aún en el fuego.  ¿Quién evitaría los hornos de la vida al costo de tal encuentro?  Lea Filipenses 1.29; 2ª Corintios 4.17; y Hebreos 11.35.  Aquellos que le encuentran en el fuego no son atados, sino libres, caminando, y sin daño.
¿Qué requiere para humillar a los grandes de la tierra?  Nabucodonosor “se espantó”, fue asombrado, y devastado, cuando vio al cuarto hombre andando  en el fuego.  La sola presencia de Cristo es suficiente para librar a sus santos y a la vez vencer a todos los otros.  Nada pudo haber llevado para abajo el orgullo de Nabucodonosor tan rápidamente, y a la vez tan simple y fácilmente como la visión del cuarto hombre en el fuego.  Así será en el fin de la tribulación venidera, cuando Cristo aparezca en gloria.  “El resplandor de su venida” será suficiente para derrotar a todo enemigo.  (2ª Tesalonicenses 2.8)

Cuán maravilloso es el hecho de que no hubo ninguna señal, ni por vista, ni por olor, de lo que ellos pasaron cuando salieron del horno.  Muchas veces es por esa razón que los incrédulos rehusan creer que los fieles de Dios han pasado por el fuego.  No hay apariencia de humo ni de quemadura sobre ellos.  En el caso de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, sólo las cuerdas con que estaban atados fueron quemados por el fuego; pues fueron echados atados, pero salieron libres.  Así es con todos los que andan por los fuegos de persecución y pruebas con Cristo y para su causa.  El usa aquellos fuegos para librarnos de las ataduras de voluntad propia o mal hábito que nos ha impedido andar tan cerca a él como él y nosotros deseamos.  No glorificamos el fuego, ni queremos que sus evidencias destructivas queden sobre nosotros, pero cuán buenos son los resultados por los cuales el Señor lo usa.