domingo, 16 de octubre de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 10

por Virgilio Crook

Lección Diez - Verso Tres

(segunda parte)

“Confortará mi alma” 

La segunda razón porque una oveja se encuentra “abatida,” o pata para arriba, es porque tiene demasiada lana.  Cardos, espinas, lodo, su propio estiércol, y cuántas cosas más se pegan a la larga lana del animal.  Esto da extra peso, y generalmente es desproporcionado, de nuevo, cambiando el equilibrio de la oveja.  El peso desigual tiende a echar la oveja, aún la más robusta.  Así la oveja más fuerte puede llegar a ser “abatida” por su mucha lana.  El remedio en este caso es muy simple: cortar la lana.  De nuevo, hay para nosotros una lección en todo esto.  La lana, en la Escritura, nos habla de pecado.  “Y cuando entren (los sacerdotes del Señor) por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino (porque es tipo de la justicia de Jesús); no llevarán sobre ellos cosa de lana (porque es tipo del pecado), cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa.”  Ezequiel 44. 17  “No vestirás ropa de lana y lino juntamente.”  Deuteronomio 22.11  No hay que mezclar la vida justa con la vida de pecado.  Aún el más fuerte puede caer si permite pecado en su vida, cosas contrarias a la voluntad del Señor no juzgadas.  Contemplemos lo que dice Nehemías en el capítulo trece, los versos 23 al 26: “...¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel?  Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras.”  (verso 26)  Salomón era el más sabio de los hombre de su día, pero ser sabio no es suficiente.  Otro caso es el de Sansón, quien era el hombre más fuerte de su día, sin embargo a él, las mujeres hicieron pecar también.  Así que, ni la sabiduría,  ni la fuerza son suficientes para protegernos del pecado.  “Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella,” (la larga lana, el pecado no juzgado).  Proverbios 7:26  Tenemos que cortar la lana o en términos de los escritos del apóstol Pablo, juzgar la carne.  “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos  juzgados.”  1ª Corintios 11.31  Si permitimos el pecado no confesado en nuestra vida, tarde o temprano, llegaremos a estar “abatidos;” o sea, nos encontraremos pata para arriba.
Vamos a notar lo que podemos hacer para evitar de encontrarnos en esa posición de “abatido.”  Note las palabras del Salmo 32.8; “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar, sobre ti fijaré mis ojos.”  Si andamos en la senda marcada por nuestro Pastor en la Escritura, vamos a evitar los pozos que nos echan de balde, pues él ha preparado un camino seguro.  Busque su voluntad y camino, no las comodidades y la senda más fácil.  Si andamos así, tenemos la seguridad de lo que David expresa en el Salmo 56:13, “Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven.”  Para evitar caer en un pozo, es buena idea fijar los ojos en el Pastor, como Pablo nos exhorta en Hebreos 12.1; “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”  Es cierto, que en esta vida, aunque seguimos fielmente al Señor, nos encontraremos abatidos de vez en cuando, pero andando fielmente con él, y juzgándonos en todo, podemos declarar con el apóstol Pablo: “perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos,” 2ª Corintios 4.9.  En esos momentos de aflicción, cuando estamos abatidos, tenemos a un Padre de misericordias y consolación que nos consuela, o nos conforta, nos da animo y nos restablece con su mano tierna y fuerte.  “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios,”  2 Corintios 1:3, 4.  

“Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.”

Las ovejas son criaturas de hábito.  Eso es, harán la misma cosa, seguirán la misma senda día tras día, todos los días de su vida.  Usarán el mismo sendero, día tras día, hasta que llegue a ser nada más que un surco en el suelo. Apacentarán en el mismo lugar hasta que llegue a ser tierra árida.  La oveja, dejada sola, arrancará el pasto por las raíces dejando la tierra pelada por completo.  Muchos pastos ricos anteriormente, ahora son lugares estériles por esta razón.  Muchos tienen la idea que la oveja puede subsistir en cualquier lugar y por cualquier comida.  No es así.  Ningún otro animal necesita tanto cuidado y dirección.  Dejadas solas, destruirían toda buena tierra para pasto, todo lo que es para su bien, y se destruirán a sí mismas.
Como hemos notado antes, el hombre es como la oveja, y en este caso, no hay excepción.  El hombre es, como la oveja, criatura de hábito, aún si tal hábito es dañoso.  “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte.” Proverbios 14.12  Aunque el fin de su senda es la muerte, el hombre sigue, como lo ha hecho por siglos, andando por ese camino porque le parece bueno.  “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino...ellos mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.” Isaías 53.6; 56.11.  
Quisiera notar tres frases separadamente en la última parte del verso tres.  Primero: “me guiará,” segundo: “por sendas de justicia,” tercero: “por amor de su nombre.”  

Primero: “me guiará.”  La palabra “guiar” significa: correr con un resplandor o brillo; fluir,  conducir, proteger, sostener.  La oveja tiene que ser guiada, así  también es el hombre.  Gracias a Dios que hay uno que nos guiará.  Hay dos maneras en que podemos vivir nuestras vidas; por nuestra propia manera o la manera de Dios.  El Señor nos guiará en la senda correcta, la de justicia, una posición correcta con él.  El camino de Dios es el mejor camino, el camino de Dios es el camino correcto.  “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí...A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Juan 14.6; 10.3 al 5  Hubo un hombre que tenía miles de ovejas y un pastor muy ignorante que no tenía estudio en la escuela.  Apenas pudo contar hasta 10.  En una ocasión, para burlarse de él, el hombre pidió al pastor contar las ovejas sabiendo que no pudo hacerlo.  “Cuéntame las ovejas para saber si todas están,” le dijo.  Pasó un largo rato y el pastor volvió.  El pastor dijo a su señor que había 3.521 ovejas.  Sorprendido, el hombre le preguntó como lo sabía, puesto que no supo contar.  “Bueno,” dijo el otro, “estaba Juana, Marta, Josefa...” y siguió así contando por nombre todas las ovejas.  El no pudo contar, pero había puesto nombre a todas, y las conocía a todas.  Así es nuestro Pastor, nos conoce por nombre, y nos cuida a cada uno personalmente.

Los Atributos De Dios

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 10

• Justicia •

por Douglas L. Crook

(primera parte)

“Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras.”  Salmos 145.17
El atributo de la justicia de Dios es muy semejante al atributo de su santidad, pero tal vez con otro énfasis.  La verdad que Dios es santo recalca lo que Dios no es y lo que no tiene.  Dios no es contaminado, impuro o inmundo.  No tiene nada en su carácter que corrompe, degenera o destruye.  Es sin pecado y apartado de ello.  La verdad que Dios es justo da énfasis que su carácter es hacer siempre lo que es recto, honesto, verdadero, bueno y apropiado.  En esta lección vamos a decir mucho de “su justicia”.  La frase, “su justicia”, tiene dos sentidos.  Primero, habla de su norma o regla establecida de lo que es apropiado y lo que no es.  Ya que él es el Creador, y este universo es suyo, tiene el derecho de establecer la regla.  Su justicia también habla de su fidelidad de hacer todo lo que hace conforme o según esa norma y de su fiel ejecución judicial de esa norma.
“Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas.  El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” Génesis 18.25   Es preciso que entendamos que todo lo que Dios hace y permite en nuestra vida y la vida de cada  ser humano es justo.  Si Dios trata con bendición y misericordia o si trata en silencio o en juicio, nunca dude que lo que hace es recto, honesto, verdadero, bueno y apropiado.  “...Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito:  Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado.”  Romanos 3.4  Cuando acusamos a Dios de no hacer lo apropiado en una situación, nosotros seremos juzgados como equivocados cuando toda la evidencia se presenta.  Dios es soberano y es Juez de toda la tierra.  Debemos siempre justificar a Dios y honrar su justicia en todos sus hechos.
En el libro de Apocalipsis en la Biblia leemos de varios juicios horribles que Dios mandará sobre toda la humanidad.  Habrá muerte, hambre, sed y toda clase de dolor.  El último juicio será el lago de fuego al cual Dios mandará a todos los que han rechazado a su Hijo Jesús.   Será un lugar de sufrimiento eterno.  Muchos dicen que no es posible que el Dios de amor haga tales cosas.  “No es bueno o apropiado,” dicen.  Pero todo lo que Dios hará durante ese tiempo de tremenda tribulación será según su justicia.  “Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas... También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.”  “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.”  Apocalipsis 16.4, 7; 19.11   En el capítulo 20 del mismo libro de Apocalipsis leemos del trono blanco donde Dios entregará su sentencia final al pecador.  Aquel juicio no será según la crueldad de Dios, sino según las obras de cada individuo.  En otras palabras, sus obras serán medidas al lado con su justicia y juzgadas apropiadamente.  Dios ha revelado su voluntad o norma desde el comienzo del tiempo. Su justicia ha sido proclamada por sus siervos fieles en cada edad.  El hombre ha sido avisado de las consecuencias de rebelarse contra su regla establecida.  Por medio del evangelio de Jesucristo, Dios ha revelado su justicia claramente.  “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.  Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.  Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”  Romanos 1.17 al 20  Juicio eterno espera a todos los que se oponen a su justicia.  Los juicios horribles de Apocalipsis, porque son juicios justos, nos muestran la inmensa culpa del hombre en pisotear la gracia de Dios.
¿Si Dios es tan justo y el hombre tan culpable, cómo puede el hombre ser salvo?  La respuesta es que Dios trató con nuestros pecados según su justicia.  Los pecadores, Adán y su raza, fueron declarados culpables y condenados a morir.  “...Sin derramamiento de sangre no se hace remisión.”  Hebreos 9.22  Dios empezó inmediatamente a revelar, poco a poco, la ley de substitución.  Fue manifestado que la muerte de un substituto sería aceptada para pagar la deuda del pecado contra la justicia de Dios.  Este substituto tendría que ser sin pecado, justo.  Este inocente tendría que derramar su sangre en lugar de los culpables.   Hubo muchos tipos y sombras de este substituto en el Antiguo Testamento, pero todos señalan a Jesús, el Hijo de Dios encarnado.  “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”  2ª Corintios 5.21  Ninguno podrá estar delante de Dios en su propia justicia.  Somos aceptos por Dios sobre la base de que Jesús hizo todo lo que la justicia de su Padre demandó.  En la cruz del calvario pagó el precio de nuestros pecados según las justas demandas de Dios.  Siendo un Dios de amor, quiso salvarnos, pero siendo un Dios justo, no pudo pasar por alto nuestro pecado.  La provisión de su gracia satisfizo su justicia.  El Justo tomó el lugar de los injustos.  Por lo tanto, Dios es justo y el que justifica.  (Romanos 3.21 al 28)  En Cristo cumplimos y satisfacemos todo lo que Dios requiere para estar en su presencia como aceptos, como justos.  Al aceptar a Jesús como nuestro Salvador, Dios nos ve en Cristo eternamente.

El glorioso evangelio ahora revela que la única manera de ser justo es por fe en Jesús.  El hombre tiene que creer lo que Dios dice acerca de su Hijo.  El Padre ha declarado que Jesús cumplió su voluntad y satisfizo su justicia.  Ira y juicio son reservados para los que se oponen al evangelio, pero vida eterna es la herencia de los que ponen su fe en Jesús.  “su fe le fue contada por justicia.”  Romanos 4.22   Así, como con todos los atributos de Dios, el creyente no teme la justicia de Dios, sino está agradecido por ella.  Es por su justicia que hemos recibido la provisión de justicia.  “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.”  1ª Corintios 1.30  Si no fuese por esta justificación por fe en el sacrificio del Justo, seríamos eternamente condenados y apartados de la bendita presencia de Dios.  Verdaderamente, “Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras.”  Salmos 145.17

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 10

por David Franklin

Lección Diez - Capítulo 5.5 al 31

El momento había venido para ejecutar el juicio contra Babilonia por sus intemperancias.  Este juicio había sido profetizado por mucho tiempo ya, y sólo por la longanimidad del Señor no se apuró en destruir a los pecadores, pero por causa del descuido y olvido de los Babilonios tocante al poder y la palabra del Señor, no hicieron caso a las advertencias que él dio tan bondadosamente.  Ahora, no hubo más tiempo. 
En medio de la jarana del rey, al apogeo de la burla que él hizo de Jehová, “aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real,” de Belsasar.”  Daniel 5.5  Se dice del rey, quien fue tan audaz y fuerte en su alabanza de los dioses falsos, tan valiente en su uso de los vasos de Dios para la idolatría, que “y sus rodillas daban la una contra la otra.”  (verso 6)  Así es siempre.  Aquellos que se hacen de sí mismos fuertes en rebelión contra Dios se revelan como débiles al fin.  No sea engañado por la aparente fuerza de Babilonia la grande.  Cuando llegue el tiempo de juicio, ningún poder podrá resistir su propósito.  No requiere la mano abierta de juicio y poder para realizar esto, sino sólo la parte de la mano que escribe, sólo su Palabra.
Daniel había llegado a ser un extraño en el palacio donde Nabucodonosor le había levantado a tal lugar alto.  El le apartó a sí mismo del espíritu Babilonio de idolatría opulenta mientras estaba en la escuela de los magos, muchos años antes.  Con la muerte de Nabucodonosor, parece que el viejo espíritu pagano del imperio se reafirmó a sí mismo.  Como no era dispuesto a participar de las supersticiones religiosas de Babilonia y sus abusos carnales, Daniel se encontró a sí mismo fuera del círculo favorecido.  Cuando la gente desciende al pequeñez espiritual, no están dispuestos a encontrar lugar para los grandes espirituales como Daniel.  Algunos hoy día cuestionan la doctrina sana, diciendo que si fuera buena y veraz, obtendría una audiencia mejor.  Que tales lean 2ª Timoteo 4.3, “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina.”
En su terror, Belsasar llamó a los expertos del palacio, educados en la superstición, los hombres “sabios.” A diferencia de Nabucodonosor, quien había reinado con autoridad y poder, el débil Belsasar buscó comprar alivio para su temor; pues ofreció el puesto de ser, “tercer señor en el reino,” (verso 7) a aquel que interpretaría la escritura.  (Aunque Nabucodonosor está llamado su padre en los versos 11 y 18, Belsasar era realmente el nieto de Nabucodonosor.  No es un error, sino está de acuerdo con el uso de la Escritura.  Belsasar reinó como regente junto con su padre, como el segundo señor en el reino; así el lugar de tercer señor fue la recompensa más grande que él pudo dar.)
Verdaderamente esta oferta fue según el espíritu de Babilonia.  La madre de rameras es, más allá de todas las cosas, un comerciante con quien nada es sagrado.  Ella cree que un precio monetario se puede fijar en todas las cosas.  Babilonia, con todos sus gobernantes y siervos, no sabe nada de recibir gratuitamente por gracia,  ni de un Dios cuya sabiduría y bendiciones no pueden ser compradas.  Compare con Hechos 8. 9 al 23.
Si Daniel había llegado a ser un extraño a los corredores de poder Babilonio, no fue olvidado por completo.  Cuando todos los sabios necios de Babilonia fracasaron en intento para interpretar lo que la mano de Dios escribió, la reina vino al banquete.  Ella hizo recordar a Belsasar que hubo un hombre entre los muros de Babilonia en quien fue hallado un espíritu excelente, uno que  tenía entendimiento, y quien con certeza pudo mostrar la interpretación de lo escrito.  Este hombre, por supuesto era Daniel.
Hemos visto que Daniel es una figura de los piadosos judíos viviendo bajo un sistema gentil de gobierno mundial.  Note el hecho que cuando el tiempo venga para que Dios juzgue a Babilonia, la gran ramera e iglesia que han crecidas bajo la mano de los gentiles, serán los judíos que alzarán voces santas para proclamar el juicio de Dios sobre ella y sobre los que se juntan con ella.  Lea Apocalipsis once.
En el sistema Babilonio, donde se supone que todos los hombres pueden ser desviados de la verdad por un precio, es sólo “lógico” que los hombres de igual manera hablarán la verdad sólo por un honorario apropiado.  Se dice que cuando se hizo un intento para sobornar a Martín Lutero para que pusiese a un lado la verdad, el hombre que hizo el intento fue maravillado porque Lutero no amó el dinero.  Daniel no era de Babilonia y como Lutero no amó el dinero.  “Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.”  (verso 17)  Mire las escrituras; observe la religión; ¿es la verdad declarada más claramente donde el mensajero no hace caso de la ganancia, o donde el evangelio (o algo llamado evangelio) está comercializado?
En Juan 10.12, 13, Jesús describe el carácter del asalariado religioso, diciendo como el tal no tiene cuidado por la grey del Señor, y se huye cuando angustia o peligro amenaza.  Por causa que el interés propio es su único motivo, el bienestar de otros no le interesa para nada.  Escuché el relato de un asalariado de cierta denominación a quien fue ofrecido el púlpito de una congregación más grande, con un salario más grande.  El hizo una reunión de la junta directiva de la congregación donde estaba sirviendo supuestamente, y dijo que aunque no quiso salir, lo haría si ellos no igualaron a la oferta que él  recibió.  Ellos la igualaron, y él se quedó.  ¿Se puede imaginar tener que depender de tal hombre para sus necesidades espirituales?  Sin embargo muchos lo hacen, sin pensar dos veces.
Por supuesto, parte de la falta de interés de Daniel en la recompensa que le fue ofrecida fue porque lo que Belsasar le ofreció no tenía nada de valor.  El reino de Babilonia estaba por caer.  La cabeza de oro estaba por pasar al pecho y los brazos de plata.  Cuán poco entendimiento los hombres de la religión Babilonia muestran, por fijarse en los oficios y riquezas de este mundo como premios dignos de poseer.  Satanás procuró corromper el incorruptible Hijo de Dos por tales medios, ofreciéndole los reinos de la tierra; por supuesto, él fracasó en su esfuerzo aquel día.
¿Quién fue aquel que promovió a Lot a desear ser un juez en las puertas de Sodoma.  ¿Fue Dios?  ¿Puede ser (como muchos proclamen) que Dios es aquel quien promueve a los hombres de religión a buscar poder a través  de la política hoy día?  ¿Es posible que él quien mandó a su Espíritu e invistió a los hombres con poder de lo alto, instigaría ahora a su pueblo a buscar poder terrenal?  No, él fija nuestros ojos en las cosas que duran, si le permitimos hacerlo; es otro que vuelve los corazones de los hombres a las cosas que no durarán.  Es cierto, Dios había puesto a Daniel en un lugar de gobierno, pero Daniel nunca buscó tal lugar por sí. En verdad, hablando humanamente, Daniel estaba en Babilonia contra su voluntad.  Lea Mateo 24.37 al 39.  Jesús no condenó normales, limpias actividades humanes.  El señaló la necedad de poner alto valor sobre asuntos temporales cuando el juicio está por caer.
Antes que Daniel pudiera leer e interpretar la sentencia que Dios había apuntado contra Belsasar y Babilonia, fue necesaria para él dar la causa justa del juicio de Dios.  El presentó un mensaje de reprensión ante el rey que probó que Belsasar había gastado una vida de oportunidad espiritual.  Esta declaración contiene una verdad de la cual todos, incluyendo gente salvada, harían bien en aprender.
La sustancia de lo que Daniel dijo al rey fue que los hombres son responsables, no sólo de aprovecharse de los tratos directos de Dios con ellos, sino también aprender de las experiencias espirituales de otros.  Daniel enumeró cada paso mayor en el progreso de Nabucodonosor: Dios le dio un trono y grande poder; él alzó su corazón en orgullo; Dios le mandó juicio; el aceptó la autoridad del Dios más alto.  El punto principal que expuso el descuido completo de Belsasar en asuntos espirituales fue lo siguiente; “Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto.”  (verso 22)  Belsasar no había olvidado a Daniel realmente, su enseñanza, y su Dios, sino eligió no hacer caso de ellos.
He contado diecinueve casos en Los Reyes y Crónicas, donde los reyes de Judá e Israel, fueron medidos (generalmente desfavorablemente) por la vida del rey David; fueron responsables por aprender de su vida piadosa.  Martín Lutero, dándose cuenta que todas sus propias obras le dejaron un pecador, se enteró de una justicia por fe de los escritos de Pablo, a quien el Señor lo había revelado directamente.  En un nivel, la Escritura es simplemente un registro de las experiencias que otros han tenido con Dios, escritas para nuestra instrucción.  Lutero aceptó su responsabilidad ante Dios y aprendió lo que había sido mostrado a otros.  Mirando más adelante, sabemos que Dios mantendrá “Misterio, Babilonia la grande” responsable por no hacer caso de la verdad y la justicia, como han sido reveladas a los seguidores de la verdadera piedad en la edad de la Iglesia.  Belsasar fue responsable por su ignorancia espiritual porque había rehusado aprender las lecciones de su abuelo, Nabucodonosor.
Así que, somos responsables de aprender de los tratos de Dios con otros, si esos tratos están registrados en la Escritura o son parte del ambiente de familia y conocidos de todos los días.  Esto elimina una excusa dada por pecador y santo: “pero el Señor nunca me dijo tal y tal cosa.”  Puesto que Dios ha dicho a otros, somos responsables a hacer elecciones espirituales sobre esa base.  Esta clase de sabiduría está ejercitada en asuntos de negocios, ciencia, la política, guerra, etc.; aquellos quienes hacen estas cosas sin beneficiarse de lo que otros han aprendido tienen que pagar el precio de fracaso.  Uzías murió porque no aprendió lo que Dios mandó a Moisés.  (2º Samuel 6.6, 7 y Números 4.15)  Aunque no se haga caso de la verdad, igual es verdad revelada.
Después de esta lección, la escritura y su interpretación sólo pueden ser vistos como justos.  “Enumerado, pesado, dividido.”  Lea los versos 25 al 27 para ver la interpretación de Daniel, se explica a sí misma, y no necesita comentario.  La tragedia no es que el trono de un imperio cayó, sino que un hombre rechazó la verdad, fue pesado contra la gloria de Dos (Romanos 3.23), y tenía que ser juzgado en justicia por sus pecados.  En cuanto al reino, fue verdaderamente enumerado en su tiempo de existencia; pues aquella misma noche, la ciudad cayó al ejercito de Darío (un general peleando bajo Ciro.)

Al terminar, vale la pena notar que Daniel aceptó la cosas que Belsasar había ofrecido.  Aunque él sabía mejor que cualquier otro en aquella noche cuán inútiles fueron estas cosas en la luz del juicio eminente, el también sabía que no había mal en ellas mismas.  No son las posesiones y posiciones que el mundo ofrece que destruyen a los hombres espiritualmente, sino su propia necia ambición.