miércoles, 16 de noviembre de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 11

por Virgilio Crook

Lección Once - Verso Tres

“Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.”

Continuamos meditando sobre el verso tres, comenzando con la segunda de las tres frases en el verso: “por sendas de justicia.”  Nuestro Pastor no sólo nos guía así no más, sino nos guía por una senda muy especial, la de justicia, la verdadera justicia.  El sabio Salomón dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” Proverbios 14.12  Hay muchas sendas en este mundo, pero hay una sola que es segura y guía a la vida eterna.  Jesús dijo: “Yo soy el camino, nadie llega al Padre, sino por mi.”  A primera vista, parece que es una senda muy ordinaria y aún aburrida, pero lo más que andamos por ella, lo más preciosa y maravillosa llega a ser esta encantadora senda de justicia.  La oveja  necesita ser llevada por una senda segura por causa de su falta de capacidad para defenderse contra sus enemigos.  Así también somos nosotros, indefensos contra nuestro enemigo, Satanás.  Job habla de esta senda en Job, capítulo veintiocho, verso siete: “Senda que nunca la conoció ave, ni ojo de buitre la vio; nunca la pisaron animales fieros, ni león pasó por ella.”  Imagínese una senda tan escondida y secreta que aún los animales no la conocen, ni saben de su ubicación.  Satanás es sabio y conocedor de muchas cosas, pero no conoce ni entiende la senda de justicia, pues no tiene ni parte ni suerte en ella.  “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”  Salmo 16.11  Como dijimos, es una senda de vida.  Comienza con vida y nos guía a la vida abundante. Así fue la promesa de Jesús, “he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”  Juan 10.10  A la medida que vamos caminando por la senda de justicia, guiados por el Señor, vamos alcanzando más y más de la vida abundante.  “Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos.”  Salmo 27.11  Ya hemos visto muchas veces como la oveja es indefensa, necesita mucha protección de parte de otro.  David así clama a Dios por causa de sus enemigos, no tanto los enemigos naturales, o sea otros hombres, sino los enemigos espirituales.  Pablo nos enseña que tenemos  una lucha contra los poderes invisibles de tinieblas y maldad.  (Efesios 6.12)  La senda de justicia es, por supuesto, una de rectitud.  Es una senda derecha sin vueltas falsas ni escondidas.  Nosotros, como ovejas, no conocemos esta senda y tenemos que aprenderla.  Por eso clamamos también como David; “enséñame tus caminos, muéstrame donde está esta senda de justicia,” la senda correcta de vida y luz.
“Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.”  Salmo 119.35  Aquí tenemos la manera práctica en que el Señor nos guía por “sendas de justicia,” pues sus mandamientos, o  sea simplemente su Palabra, nos mantiene en la senda recta y correcta.  David dijo que la senda de los mandamientos de Dios fue su voluntad, o mejor traducido sería, “su delicia.”  Cuando un creyente reconoce los beneficios de esta senda, ella  llega a ser su delicia.  No podemos errar el camino meditando en la palabra de Dios, aplicándola diariamente a nuestra vida. “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma.”  Salmo 143.8  De nuevo, vemos a David clamando a su Dios para saber el camino por donde tenía que andar.  Confiando en las misericordias de Dios, él fue guiado por la senda de justicia.  Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana. (Lamentaciones 3.22, 23)  “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”  Proverbios 4.18  Así es la senda de justicia, va aumentando en luz y esperanza cada día.  La aurora habla del comienzo del día, cuando hay sólo un poquito de luz, pero a la medida que el día vaya avanzando, así también la luz, hasta alcanzar su apogeo.  Esta es la forma de la senda de justicia, pues nos guía a más y más luz, hasta alcanzar el día perfecto cuando el Señor venga para arrebatar a los vencedores totales, quienes han caminado con él, como Enóc, en la senda de justicia.
Ahora vamos a considerar la última frase: “por amor de su nombre.”  No es que nosotros  merecemos los favores, ni los muchos beneficios de esta senda de justicia, sino es “por amor de su nombre.”  Es por causa de su divino nombre, es por su buen nombre, su incambiable reputación.  Es por causa de su eterno nombre que nos guía en la forma que lo hace.  El quiere que su nombre sea glorificado y honrado.  También quiere que nosotros honremos su nombre.  Lo hacemos con nuestras vidas dedicadas y rendidas a su voluntad, permitiéndole guiarnos en todo.  Nuestra esperanza, como la aurora, va aumentando cada día.  “En el camino de la justicia está la vida; y en sus caminos no hay muerte.”  Proverbios 12.28  El hombre cree que está viviendo, practicando todos sus vicios, gozando de todos los placeres mundanos, y amontonando riquezas, fama, y posición.  Sin embargo, si no está trazando por la senda de justicia, no está gozando de la verdadera vida, ni siquiera, va a encontrarla.  Gracias a Dios que él nos ha librado de las cosas de la muerte.  Es cierto que no estamos librados de la muerte física, pero sí, de una muerte peor.  Somos librados de las obras muertas de la falsa religión.  Nos ocupamos de las “buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”  Efesios 2.10  
Queremos honrar el buen nombre de nuestro Dios.  Hacemos muchas  cosas “por amor de su nombre;” vamos a notar algunas de ellas.  “Porque ellos salieron por amor del nombre de El, sin aceptar nada de los gentiles.” 3ª Juan 1.7  Aquellos que llevaron el evangelio en el principio, lo hicieron, no por ganancia, sino simplemente por amor.  Cómo esta actitud agrada al Señor, hacer las cosas de un corazón lleno de amor por Cristo.  Todo lo que hacemos, debemos hacerlo en el nombre del Señor, y esto indica, “por amor.”  Otra cita de la Biblia que nos muestra esta verdad vemos en Apocalipsis 2.3: “has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.”  Sufrir, tener paciencia, trabajar, y todo esto fue hecho “por amor del nombre” del Señor.  Todo esto encontramos en la gloriosa senda de justicia, pues si sufrimos, es por amor de su nombre, si tenemos paciencia, es por amor de su nombre, si trabajamos, es por amor de su nombre.  

Dios mismo no va a permitir que su nombre sea manchado, ni blasfemado.  Si somos sus ovejas y confiamos en él, si invocamos su nombre, él va a guardarnos de daño.  El nos lleva por la mejor senda, la de justicia.  Nadie puede arrebatarnos de la mano de Jesús, ni de la mano de su Padre.  (Juan 10.28, 29)  Espero que usted está andando en esta gloriosa senda de justicia, gozando de todas las inescrutables riquezas que tenemos en Cristo, nuestro amado Señor.

Los Atributos De Dios

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 11

• Justicia •

por Douglas L. Crook

(segunda parte)

En nuestra primera lección, vimos que la Biblia declara que Dios es justo.  El hecho que Dios es justo quiere decir que es su carácter hacer siempre lo que es recto, honesto, verdadero, bueno y apropiado.  También vimos que su justicia habla de su norma o regla establecida de lo que es bueno y malo.  Dios estableció la regla y es el Juez Justo que fielmente ejecuta la justicia.  El incrédulo será condenado por esta justicia por rechazar la gracia de Dios que proveyó a su Hijo como nuestro substituto que murió por nuestros pecados.  El creyente, por su fe en Jesús, es justificado y libre para siempre de la condenación de la justicia de Dios.  La justicia de Jesús le cubre y Dios siempre le ve en Cristo.  Esta justicia del creyente se llama, “la justicia como provisión.”
Después de ser salvo, por fe en Jesús, Dios, el Juez Justo, llega a ser nuestro amante Padre.  Dios trata con sus hijos de otra manera que con los impíos.  “Mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” 1ª Corintios 11.32  En vez de tratarnos como un juez impersonal, nos trata como un Padre amante y sabio.  Pero lo que tenemos que entender es que Dios, nuestro Padre, aun es justo y demanda que sus hijos anden en justicia en su vida diaria.  Esta se llama, “la justicia práctica.”
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”  Tito 2.11 al 14   Dios quiere que sus hijos vivan justamente, haciendo buenas obras.  La Biblia nos revela la manera de vivir que es recta y apropiada para el hijo de Dios.  Tenemos instrucciones para cada parte de nuestra vida que nos enseñan cómo andar en justicia.  Lea los capítulos 4 y 5 de Efesios como un ejemplo de las muchas porciones de las Escrituras que nos muestran el camino de justicia.  Cuando practicamos la justicia práctica, somos gratos al Señor.  
El Salmista David deseó andar en justicia porque entendió que Dios es justo y que él bendice y recompensa a los justos.  “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley (la voluntad) de Jehová.  Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan; pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos.  Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos.  ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!  Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos.  Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios.  Tus estatutos guardaré; no me dejes enteramente.” Salmos 119.1 al 8   La plenitud de la bendición de Dios está reservada para sus hijos cuyas vidas están caracterizadas por hacer siempre lo que es honesto, recto, verdadero, bueno y apropiado según su Palabra.  Siendo ya justificados por fe, tenemos la habilidad de andar por fe en la justicia práctica.  Somos justos y Dios espera que nos conduzcamos como justos. Andar en justicia no es una opción para el creyente.  Es la norma.  El camino de justicia es el único camino que guía a la plenitud de la bendición, provisión, protección, recompensa y herencia de Dios.
Así como hay bendición por andar justamente, hay consecuencias por andar impropiamente.  Ya hemos visto que Dios trata con los pecados de sus hijos en una manera distinta que con los pecados de los impíos.  Somos declarados eternamente justos en Cristo en cuanto a la culpa y pena del pecado.  Somos protegidos de la condenación e ira de Dios que mandará a los incrédulos al lago de fuego.  Sin embargo, el Señor, siendo justo, juzga a su pueblo en cuanto a la justicia práctica.  En Apocalipsis capítulos 1 al 4 vemos a Jesús en medio de su pueblo juzgando con justicia lo que es apropiado y lo que no es en la vida de cada uno de los suyos.  Con amor y paciencia alaba lo bueno que ve, renuncia lo malo y señala el camino recto.  Para los que se arrepienten hay perdón y restauración a una posición de gran bendición.  Para los que siguen en su injusticia hay disciplina; la pérdida de la comunión con Dios y todos sus beneficios de protección y provisión.  (1ª Corintios 11.27 al 32)  ¡Qué glorioso es andar en bendición en esta vida!  Aun en tiempos de prueba hay gozo porque sabemos que saldrá para bendición.  Pero cuán penoso es sentir la mano castigadora de nuestro Padre, a menos que nos arrepintamos para disfrutar el fruto apacible de justicia.  (Hebreos 12.11)  Es preciso que nos demos cuenta de la presencia de Jesús, el Justo, en nuestro medio.  ¿Le importa a usted lo que Dios llama bueno y lo que llama malo?  Le importaba a Pablo.  Vivía su vida para agradarle en todo.  “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.  Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”  2ª Corintios 5.9; 10  Pablo nos enseña que los beneficios por andar en justicia van más allá de esta vida y afectan nuestra recompensa en la eternidad.  Así es también con las consecuencias de vivir contra la voluntad de Dios.  Hay pérdida de recompensa y de la plenitud de herencia y gloria.  No habrá condenación para el creyente infiel, pero habrá juicio de sus obras.  Cada creyente será feliz en los cielos, pero los fieles disfrutarán mayor gloria y mayor gozo.  El apóstol Pablo anheló la plenitud de Dios y fielmente sirvió al Señor en justicia, a pesar de todas las dificultades y le fue asegurada la suprema recompensa de justicia, la corona de justicia.  “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”  2ª Timoteo 4.7; 8  Sea nuestra ambición hacer siempre lo justo delante del Señor.

Quiero dejarle con un pensamiento final acerca de la justicia de Dios.  Su justicia no tiene que ver con juicio no más, sino también tiene que ver con el cumplimiento de sus promesas de gracia.  “Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia.”  Salmo 143.1  David supo que Dios había prometido ciertas bendiciones a los que le temen, incluyendo la bendición de oraciones contestadas.  También supo que Dios siempre hace lo recto, lo verdadero y lo honesto porque es justo.  No es justo mentir, por lo tanto Dios no miente.  Si Dios promete algo, lo cumplirá según su justicia.  “...Cumpliste tu palabra, porque eres justo.”  Nehemías 9.8  En 1ª Juan 1.9 leemos que recibimos perdón de nuestros pecados que impiden nuestra comunión con nuestro Padre porque él es fiel y justo para hacer lo que dijo que haría.  Cada promesa de gracia que Dios nos ha dado en su Palabra él la cumplirá porque él es justo.  Me regocijo que mi Dios es justo.

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 11

por David Franklin

Lección Once - Capítulo 6.1 al 9

Recuerde que los primeros seis capítulos de Daniel son más que simplemente un registro histórico.  Son también cuadros proféticos, que muestran por paralelo vivo lo que los judíos viviendo en un mundo dominado por los gentiles pueden esperar.  Puesto que el cuadro es de los judíos piadosos, no de los creyentes de la edad de la Iglesia (entre los cuales no hay ni judío, ni gentil) y ya que muchos de las profecías de Daniel quedan sin cumplimiento todavía, creemos que este paralelismo profético se refiere a los judíos que creerán después de la edad de la Iglesia, pero antes que el reino milenario de Cristo esté establecido por completo en la tierra.
En estos versos tenemos la última de estas profecías “vivas” de la vida de Daniel.  Así que, es de especial importancia que la liberación de la boca del león esté descrita aquí.  Pedro escribió; “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.”  1ª Pedro 5.8  Esto fue escrito en un tiempo de grande persecución al principio de esta edad de la Iglesia.  El llamamiento verdadero de Pedro fue a los judíos, y no a los gentiles, aunque Dios le usó para introducir el evangelio a los gentiles.  (Gálatas 2.7 al 9 y Los Hechos 10)  Por eso,  concluimos  que las cartas de Pedro tendrán grande aplicación al Israel piadoso durante el tiempo de persecución conocido como la gran tribulación o “la angustia de Jacob.”  Hoy día, aunque en verdad enfrentamos una lucha, tratamos mucho más con “las asechanzas del diablo,” Efesios 6.11 y con “hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,” Efesios 4.14 que lo hacemos con la furiosa, rugiente violencia abierta del león.  Es de esta última que los creyentes israelitas necesitarán liberación.
Mientras estudiamos la liberación dada a Daniel, recuerde que la manera milagrosa en que él fue guardado de la muerte no es la única manera que Dios libra de aquel viejo león, Satanás.  Pablo escribió, sin duda, unos meses o semanas antes de su ejecución bajo la mano de Roma; “Así fui librado de la boca del león.  Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial.”  2ª Timoteo 4.17, 18  Mientras que él escribió, sabía que su carrera terrenal había terminada.  Su liberación física y natural del “león” fue temporaria; pues su preservación no iba a ser física, eso es, mantenido vivo en el cuerpo hasta la venida del Señor.  Sabemos que él resucitará en un cuerpo glorificado para tomar su lugar en el reino celestial (en contraste con el reino terrenal el cual Israel salvado disfrutará), pero la liberación verdadera de Pablo de la boca del león está en el hecho que Satanás no tiene poder para dañar la fe ni el espíritu de la persona que confía en Dios.  Dios ha cerrado la boca del león.  Esta es la liberación verdadera en cualquier edad.
Ahora, vamos a considerar los detalles del capítulo por preguntar porque Daniel se encontró a sí mismo en dificultades.  Al contestar la pregunta, veremos lo que pronto traerá persecución del anticristo sobre un grupo de judíos fieles.  Dos palabras contestarán la pregunta: envidia, y rebelión.  Daniel fue elegido por Darío para servir como el principal de los príncipes del reino.  Los otros ocultaron del rey su enojo y resentimiento (aunque sin duda Daniel se dio cuenta), pues querían ese lugar para sí mismos y menospreciaron el juicio del rey que no lo dio a ellos.  La razón porque Darío prefirió a Daniel más que los otros fue, “porque había en él un espíritu superior.” (verso tres)  (La Versión Moderna usa “preeminente” en lugar de “superior,” la Versión Antigua usa “abundancia de espíritu.”  La idea es: “excelente espíritu.”  Nota de los editores)  Este excelente espíritu fue el espíritu de Cristo, y especialmente el Espíritu de Dios.  Sin duda, Darío no se dio cuenta de esto, pero él observó una excelencia en el carácter de Daniel, y determinó darle el lugar por el cual fue calificado.  Fue su propósito que Daniel tuviera completo dominio sobre todo el reino de Babilonia.  Los siervos de Satanás no quisieron que el piadoso, humilde Daniel fuese su cabeza, aún como Satanás no quiere que Dios sea la suya.  (Isaías 14.13, 14 y Ezequiel 28.2, 3)  
Una vez que Israel comience a tomar de su “excelente espíritu,” Dios mostrará que propone darles primer lugar en la tierra.  “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.  Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas.  Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.”  Isaías 2.2, 3  Lo que Isaías predice en estos versos no tomará lugar hasta después de la gran tribulación.  Mientras el poderoso ministerio ungido de los dos testigos se desenvuelve (Apocalipsis 11.3 al 6), el propósito terrenal de Dios hacia Israel será manifiesto al mundo.  El anticristo y sus cohortes odiarán a los judíos porque el poder será quitado de ellos y otorgado a los judíos.
Tal vez los enemigos de Daniel tenían razones “patrióticas” por su odio.  Daniel fue quien anunció el juicio sobre Babilonia, pero él nunca fue como uno de ellos.  Sería natural (aunque no razonable ni justo) que acusaciones de traición fuesen dadas contra Daniel por los Babilonios quienes despreciaron su justicia, su sabiduría, y su Dios.
¿Qué acusaciones serán hechas contra Israel cuando los dos profetas judíos comiencen a declarar la ira de Dios contra los rebeldes gobiernos gentiles?  El hombre de pecado estará aumentando en poder y popularidad; será aclamado como el salvador de la humanidad, y como uno que puede resolver los espantosos problemas políticos, económicos, y sociales de la raza espantada.  ¿Serán recibidas las justas declaraciones de los testigos fieles de Dios, puesto que ellas contradirán la mentira que las masas de humanidad querrán creer?  Cuando sus advertencias estén respaldadas por muerte, sequía, y plagas sobre aquellos que se los oponen, ¿qué será la reacción del mundo hacia la nación de Israel?  Muchas excusas aparentemente razonables serán dadas entonces para el odio violento y persecución abierta de los judíos, pero envidia impía y rechazo del propósito de Dios estará en su corazón.
La palabra “ocasión” en los versos cuatro y cinco es “pretexto” en hebreo.  Aquellos quienes buscaron destruir a Daniel tuvieron un problema.  La fidelidad de Daniel era tal que no podían encontrar nada que apoyara acusación alguna contra él.  Mientras Daniel se rindió al excelente espíritu que estaba en él, aún los asuntos ordinarios de sus labores diarios fueron más allá de reproche; esto es un testimonio verdadero del poder de Dios obrando en una vida. A pesar de eso, esos hombres que conspiraron contra Daniel fueron políticos profesionales; sabían que en cuanto a dañar la reputación de un hombre, “donde hay voluntad, hay manera.”  Si no pudieron arreglar las cosas para aparentar mal en cosas naturales, lo harían en cosas espirituales.  “Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.”  (verso cinco)
La manera de ellos de incitar al rey contra Daniel fue para proponer al rey una ley nueva y lisonjeadora: “que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.”  (verso siete)  Tal ley parecería llevar adelante los propósitos de uno quien estaba estableciendo su autoridad sobre los pueblos conquistados.  Demostraría que su reino fue suficiente para suplir cada necesidad de aquellos que le sirvieron y obedecieron.
A la mente natural, puede aparentar que haya bien en tal ley.  ¿Se acuerda cómo el Señor describió al rey Nabucodonosor en Daniel 4.12?  Fue mostrado como un árbol.  “Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.”  Dios lo ha arreglado de tal manera que un gobernante que correctamente lleva a cabo sus obligaciones ordenadas llega a ser una fuente de gran bien natural a aquellos que son gobernados.  Es importante, tanto del punto de vista natural, como del espiritual, que reconozcamos esta verdad.  Haciendo así, nos guiará a someternos a aquellos en autoridad, y disfrutar de mayor quietud y prosperidad.
El problema era que el decreto fue más allá de establecer el poder y el beneficio del reino de Darío.  Interfirió con la adoración sumisa del hombre del gran Gobernante y Proveedor de todas las necesidades.  Parece que la humanidad siempre va demasiado lejos en señalar cualquier trozo de utilidad y bien terrenal que pudiera encontrar en sí mismos.  Darío fue decepcionado por su propio orgullo.
Describiendo lo que él había visto en una visión concerniente al profeta falso quien actuará a favor del anticristo, Juan dijo: “Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.” Apocalipsis 13.15  En Apocalipsis siete, vemos a 144.000 judíos sellados.  Ellos, como Daniel, serán mandados a ofrecer sus oraciones a un hombre.  Rehusarán y serán librados del foso de “león.”  ¿Cuál es el foso de Satanás?  El mundo.  En Apocalipsis catorce, vemos a los 144.000 salidos de la tierra y parándose sobre el monte celestial.  Compare con Hebreos 12.22  Librados de la boca del león, estarán altamente exaltados por el Rey quien los amó y dio su vida por ellos.  Esta es la esperanza dada a los judíos a través del relato delante de nosotros.
Es obvio que no todo Israel tendrá parte con los 144.000.  Algunos no creerán para salvación a tiempo.  Como no todos los creyentes de hoy día aceptan el sello del Espíritu Santo (Efesios 1.13), así habrán, sin duda entonces, israelitas salvados que no le recibirán inmediatamente.  Nadie es sellado sin recibir el Espíritu.  Aquellos que no reciben el sello del Espíritu Santo dentro de los primeros tres años y medio profetizados, no tendrán lugar entre los 144.000, tal como los que no reciben a Cristo durante ese período.  Tanto el sello del Espíritu como la constancia de vida parecen ser requisitos para aquellos que escaparán del foso del león.

Hay una lección aquí para nosotros.  Qué oportunidad está puesta delante de nosotros en esta edad de la Iglesia.  Podemos recibir a Jesucristo como Salvador, ser llenados con el Espíritu Santo, vivir vidas que están de acuerdo con la palabra de Dios, y mirar adelante a la llamada alegre, “sube acá.”  ¿Pero qué de aquellos quienes gastan su tiempo de oportunidad?  ¿Hace Dios distinción de personas?  ¿Hará excepción por nosotros que él no haría por los judíos?  Considere bien, hijo de Dios, y que el Espíritu más excelente de Dios hable a su corazón.