El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 1
por Virgilio Crook
Introducción
Sin duda éste es el salmo más hermoso y conocido por la mayoría, de ahí, el propósito al estudiarlo es para conocer más al Pastor de quien escribió el salmista. Muchos pueden saber de memoria esta porción sin conocer al Pastor en verdad; suena dulce a sus oídos como una nota melodiosa, pero en sus corazones no captan la verdad que encierra cada versículo. El escritor de este salmo fue el rey David, quien por años fue pastor de ovejas, apacentando las pocas ovejas de su padre Isaí en las praderas de Belén. Mientras cuidaba del rebaño, su corazón se deleitaba en Aquél quien cuidaba de él; en Jehová. Le alababa con salmos que el Espíritu Santo le inspiraba a escribir. David, después de probar a Jehová y ser probado por él, habiéndole conocido en muchas circunstancias, compuso el Salmo 23.
De toda la evidencia según la Escritura, parece que fue con muchas experiencias en el camino de Dios, y en su vejez que él escribió: “Jehová es mi pastor.” Es interesante notar la humildad de David, él bien pudo haber dicho de sí: “soy un pastor profesional,” ya que desde su temprana edad se ocupó de las ovejas. (1º Samuel 16. 11) En ocasiones, andando por montes y valles, se enfrentó con un león, u oso, etc., defendiendo sus ovejas de las garras de estas bestias. David era bastante bueno como pastor de ovejas, pero, lejos de jactarse de su pericia pastoril, tomó el lugar humilde de una oveja y habló como si fuese una oveja anciana y dijo: “Jehová es mi Pastor.” El podía haber dicho: “soy león de la tribu de Judá,” pero no se consideró como tal, mas bien como una oveja indefensa que necesitaba cuidado; en su vida él comprobó que su Pastor era más que suficiente.
A través de la Biblia notamos que Dios compara a los seres humanos como ovejas (cerca de quinientas veces compara a los creyentes con ovejas), para mostrarnos lo que somos. A continuación vamos a enumerar cuatro características de la oveja para entender por cual razón Dios nos compara a ella.
1). La oveja es un animal indefenso. No tiene cuernos ni garras como otros animales para defenderse de las fieras que la peligran, ni tiene dientes afilados; es totalmente indefensa. Los seres humanos, al igual que la oveja, somos indefensos antes las astutas maniobras de Satanás, nuestro adversario constante. Por dicha razón, en Efesios 6.10 leemos: “fortaleceos en el Señor y en la potencia de su fortaleza.” Precisamos la fuerza divina para hacer frente al enemigo de nuestra alma, quien toma ventaja sobre la humanidad y lo arrastra sin freno a perdición. Las almas indefensas van a perdición eterna, sin recurso para desligarse de su astucia; necesitan de un pastor.
2). La oveja es miedosa. Cualquier ruido la espanta. Así también es el ser humano, teme de tantas cosas, si no es de algo en especial, por lo menos del porvenir. Cristo nos libró del miedo, en él tenemos el porvenir asegurado. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado....En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor.” Romanos 5.5; 1ª Juan 4.18
3). La oveja es tonta. No conoce el peligro, ni sabe como evitarlo; mas bien, dominada por el miedo, corre y en lugar de huir del peligro, corre y se mete en lo que es para su daño. El hombre es necio, no sabe lo que es para su bien. Leemos en Isaías 53.6 que “todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino,” tal es la tendencia del hombre natural. A menudo oímos decir: “todas las religiones son buenas, o por lo menos tienen algo de bueno,” pero la palabra de Dios indica que hay un solo camino que lleva al cielo. Jesucristo dijo: “Yo soy el camino.” El hombre, al igual que la oveja, sigue el mismo sendero día tras día, no sabiendo escoger lo que es para su bien; necesita de un pastor. El hombre siguiendo las huellas de sus antepasados, sin tener en cuenta cuán equivocados éstas hayan sido, va hacia el mismo final. Alegan: “mi abuelo hizo así, mi padre también y yo voy a practicar lo mismo.” Es por eso que personas que se criaron en hogares donde tanto el abuelo, como el padre eran alcohólicos, y viendo como terminaron sus vidas, que sus vicios lo destruyeron; sin embargo, escogen seguir sus pisadas copiando sus malos ejemplos y obtienen el mismo miserable fin. Tal es la tendencia del hombre, seguir el mismo hollado camino, de ahí su necesidad de un verdadero guiador. Los judíos son un ejemplo de lo que es la tradición, ellos se consideraban conocedores de las Sagradas Escrituras y se jactaban de tener profetas, etc. Decían que Dios habló a Moisés, pero si inquirirnos la fuente de tal afirmación, encontraremos que es la tradición; no tomaron tiempo para investigar por sí mismos las Escrituras antiguas. El Señor tuvo que decirles: “Escudriñad las escrituras…y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” Juan 5.39, 40 La tradición no lleva a la salvación porque no conoce al Salvador y no puede enseñar su camino, solamente conduce a una salida, la muerte. El hombre hace tantas cosas por tradición, cree y afirma supersticiones tradicionales como si fuesen de Dios. Si los judíos escudriñasen las Escrituras, conocerían a Jesús y creerían en él; pero la tradición no produce fe, sino simplemente creencia. El pastor está para guiar a las ovejas, éstas deben seguir sus pisadas para gozar de salud y bienestar.
4). La oveja necesita de un pastor. Les tres puntos anteriores prueban esta afirmación. Más que cualquier otro animal, la oveja necesita de alguien que la cuide y la guíe. Otros animales como el mulo, la vaca, etc., pueden manejarse solos, no así la oveja. El ser humano no puede andar solo, leemos: “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.” Jeremías 10.23 Nuestro Creador nos ha hecho de tal forma que no podemos andar independientes de él; no ordenamos nuestros pasos, es Dios quien los gobierna. “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino.” Salmo 37.23 David reconoció ese hecho y oró a Dios: “ordena mis pasos con tus palabras.” Salmo 119.130 Estamos de acuerdo con Dios y tomamos nuestro lugar como ovejas poniéndonos bajo su cuidado protector.
En la faz de estos pasajes considerados, entendemos la razón por la que el Todopoderoso entrenó a sus instrumentos detrás de las ovejas, siendo éstas semejantes al ser humano en varios aspectos. Cuidar del rebaño era tarea de los menos guapos en la familia. No era un trabajo codiciable, pero los grandes hombres de Dios fueron entrenados así. A continuación citamos algunos quienes tuvieron su preparación en la tarea pastoril:
Abel. La Escritura dice: “después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.” Génesis 4.2
El no realizó tantas obras, pero está escrito: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto. aún habla por ella.” Hebreos 11.4 Le encontramos exhibido en la sala de honor entre los héroes de la fe.
Jacob. Al igual que el Príncipe de los pastores, Jesucristo, por adquirir mujer fue pastor. (Oseas 12. 12)
Moisés. De Moisés leemos que, “apacentando las ovejas de Jetro, su suegro.. se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza.” Éxodo 3.1, 2 Vamos a notar el corazón de pastor que tuvo Moisés en Números 27.15 al 17: “Entonces respondió Moisés a Jehová, diciendo: Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación. Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación, que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.”
David. Podemos suponer que aprendiendo a cuidar del rebaño, aprendió a gobernar a Israel. Saúl, muy por el contrario, andaba buscando asnas cuando fue electo rey y muy pronto fue desechado por Dios del trono israelita. David mostraba en todo momento durante su reinado que tuvo un corazón de pastor. Recuerde donde estaba la primera vez que se le menciona en las Escrituras: “Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.” Lea sus palabras en 2º Samuel 24.17, al fin de su reinado, y vemos que mantuvo siempre su corazón de pastor. “Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí y contra la casa de mi padre.”