domingo, 16 de enero de 1994

Lecciones Sobre Daniel


El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 1

por David Franklin

Introducción

Al considerar cualquier profecía de la Escritura, debemos mantener en mente el propósito del Espíritu Santo en dar tal profecía.  “Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.” Apocalipsis 19.10. Pedro dijo lo siguiente acerca de Jesús: “De Este dan testimonio todos los profetas.” Hechos 10.43 Con estas declaraciones, el propósito especifico de la profecía esta clara: nos habla de Jesús.

El contexto de esta revelación de Jesucristo es la predicción de eventos futuros, un tema que es muy interesante para la mente natural o carnal.  Por esta razón, muchas veces la profecía es enseñada en una manera muy sensacional.  Se les da el primer lugar a los eventos terrenales predichos, en vez de ser usados como un telón de fondo para desplegar la gloria del Señor.  Por este énfasis equivocado, mucho del carácter de Cristo queda solamente revelado a medias ante los ojos del pueblo de Dios. Este no fue el deseo de Dios cuando, por su Espíritu, él dio estas palabras a los hombres.

Entonces, no lea estas lecciones sobre Daniel con una emoción camal por simplemente oír algo nuevo. En vez de eso, busque para ver al Cristo conocido en cada escena. Los eventos profetizados aquí tienen que ser tratados, por supuesto, pero él es el centro de todos los eventos; cansando, permitiendo, usando, y controlando todos ellos.  Ellos muestran el poder, la autoridad, la sabiduría, y los propósitos de él en una manera que sólo la profecía inspirada por el Espíritu puede hacer para el presente. Los eventos profetizados acontecerán, y luego terminarán. Lo que usted aprende de Cristo durara para la eternidad.
A estos pensamientos generales, añadiremos unos pensamientos preliminares tocante al libro de Daniel específicamente.  Los últimos seis capítulos de este libro se trata enteramente de lo que comúnmente pensamos como la profecía, pero los primeros seis son principalmente un registro de eventos que tomaron lugar en el día de Daniel. Sin embargo, los doce capítulos enteros son proféticos.

Muchas veces en el Antiguo Testamento, animales y objetos físicos tomaron significados proféticos como el Espíritu los utilizaba para sus propios propósitos especiales. Los corderos llegaron a ser un cuadro de la sumisión mansa de Cristo en sacrificio. Un barco grande hecho de madera de gofer, construido por Noé, llegó a ser una figura de la protección del juicio que se encuentra en Cristo. Estos y otros tipos del Antiguo Testamento muestran que la profecía no tiene que ser expresada sólo por palabras.

Además, muchas veces, acontecimientos reales en las vidas del pueblo de Dios llegaron a ser profecías. Abraham ofreció a Isaac, y en figura le recibió de entre los muertos. (Hebreos 11.17 al 19) ¡Qué cuadro de la ofrenda y resurrección de Cristo! Ezequiel presentó como un drama muchas de sus profecías como el Señor le dijo que hiciera. En estos casos y otros, ambos; hombre y evento, fueron incorporados en algo que transcendió a los dos: llegaron a ser profecía.

Durante la vida de Daniel, aproximadamente seis cientos años antes de Cristo, Dios trajo un cambio en la situación nacional de Israel, lo cual nunca ha sido alterado en todos los años desde aquel tiempo. Israel dejó de ser una nación independiente, y cayó bajo la dominación de los gentiles. Aún cuando Ciro permitió a los judíos, a aquellos que quisieran regresar a la tierra de la promesa, ellos continuaron a estar bajo la autoridad de reyes gentiles.  Hoy, en el fin de esta edad, Israel esta procurando otra vez alcanzar una posición independiente en el mundo, pero aún ella depende de la ayuda de los amigables gobiernos gentiles para su supervivencia nacional. Lo que tomó lugar en el día de Daniel, entonces, puso en movimiento ciertos poderes y estableció ciertas relaciones, los cuales pueden ser observados en nuestro día.

Daniel llegó a ser un cuadro profético del judío piadoso viviendo bajo el gobierno de los incrédulos y a veces, hostiles gentiles. El no fue simplemente una figura o símbolo de lo que los israelitas piadosos tendrían que afrontar bajo el dominio gentil; él vivía la realidad de ello. Así que, en el comienzo de los tiempos de los gentiles (de los cuales diremos más, mas tarde en estas lecciones), la vida de Daniel servía como una manera para mostrar, por figura profética, la afrenta que Israel pudiera esperar.

Antes de dejar este pensamiento, seria bueno hacer la pregunta: “Quién es el Israel a quien están dirigidas las lecciones de Daniel?” Esta puede parecer una pregunta cuya respuesta es tan simple que preguntando parezca absurdo. No es así. Pablo dijo: “no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos.” Romanos 9.6 al 7
Tenemos que comenzar a contestar nuestra pregunta con el conocimiento que el judío no tiene ningún lugar especial, ni privilegio durante el curso de esta edad.

Algunos se han referido a gente de extracción judía, quienes han recibido a Cristo, como “judíos completados.” Ese término no tiene más validez que “irlandés completado,” o “americano completado.”  La salvación no es un asunto de completar una obra no terminada, ni en el judío ni en el gentil; es un nuevo comienzo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es.” 2ª Corintios 5.17; “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.” Colosenses 3.11  Así que, durante la edad de la Iglesia, cuando aparece la piedad verdadera, aquel quien solía ser un judío llega a ser muy diferente en Cristo.

Aún la frase a menudo citada, “el judío primeramente y también el griego,” para el curso de esta edad, es más bien una realidad histórica que un asunto de doctrina o práctica. El libro de Los Hechos termina con la declaración de Pablo, de lo que él sabía que sería el rechazamiento nacional final de Cristo de parte de Israel, que duraría por toda esta edad, diciendo: “Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán.” Hechos 28.28

Esto no excluye al judío, pues Pablo también dijo: “Digo, pues: Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita.” Romanos 11.1  Lo que pasa es que todos los hombres están sobre el mismo nivel de oportunidad. “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan.” Romanos 10.12
Ahora, si todos no son de Israel, tan simplemente porque son de Israel; y si el judío quien es salvado en esta edad deja de tener, a los ojos de Dios, cualquier distinción entre los gentiles salvados; y si, por el curso de la edad de la Iglesia, el Señor no ve ninguna diferencia entre el judío incrédulo y el gentil incrédulo; si todas estas cosas son ciertas ¿de quiénes son las dificultades prefiguradas y profetizadas en la persona de Daniel? Expresado simplemente, la identidad disminuida del judío no es una característica permanente del plan de Dios.

Esta edad está por terminar. Terminará con la venida del Señor por un pueblo preparado para su llamada.  Entonces, el destino de la nación de Israel tomará el centro del escenario en las obras manifestadas de la voluntad de Dios. Un usurpador gentil se levantará; exigirá autoridad mundial, y comenzará a perseguir al pueblo de Dios.  Algunos de los judíos harán un compromiso con este hombre,  pero otros, habiéndole reconocido, se separarán de él. (veremos estas cosas en los escritos de Daniel.) Será esta última compañía de israelitas piadosos quienes verán cumplidas las lecciones finales de Daniel en la tierra. La Biblia no nos guía a creer que ningún creyente de la edad de la Iglesia estará sobre la tierra en ese periodo.

“Sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra.” Romanos 2.29  Dios nunca bajará su norma espiritual, como para tratar con los hombres sólo sobre la base de su origen nacional. Aún en aquel tiempo venidero, cuando Israel recobre un lugar de prominencia espiritual y nacional, Dios requerirá una separación de corazón, separación a Cristo. Vea Filipenses 3.3. La vida de Daniel prefigura y habla a los israelitas salvados al comienzo de la próxima edad.

Sin embargo, este libro no es una admonición al judío sólo. Se da prominencia rara a los personajes gentiles en este libro. De hecho, una porción mayor de este libro (capítulo 2.4 al 7.28) está escrita en un lenguaje gentil. El libro de Daniel es único en el Antiguo Testamento por contener un mensaje tan claramente dirigido a los gentiles. Otros hablaron de asuntos gentiles y a veces dieron profecías de juicio sobre ellos.  Jonás, por ejemplo, predicó a Nínive y se arrepintió.  Daniel, por razón de lugar, tiempo, lenguaje, y el carácter de sus profecías, tiene un mensaje concerniente al curso de la civilización gentil que ningún otro profeta del Antiguo Testamento da.

Este libro enseña a nosotros, los gentiles, lo que podemos esperar para el curso de los tiempos de los gentiles. Si somos sabios y lo recibimos, este libro declarará a los gentiles quién fue aquel que puso las riendas de gobierno en sus manos, y quién devolverá esas riendas a Israel.

Espero que disfrute este estudio de Daniel.  Como fue declarado antes, es mi deseo  ir más allá de un mero estudio de eventos,  es  mi  esperanza  que  Ud.  tomará  esa  misma, “detrás-de-las-escenas,” punto de vista conmigo. Deseemos escudriñar los aspectos más eternales del propósito profético de Dios.

Finalmente, lea estas lecciones como están escritas: con una Biblia a mano para leer las Escrituras citadas en el curso del estudio. La palabra de Dios tiene poder para efectuar cambio en su vida. Ningún comentario de Escritura puede tener la fuerza y autoridad de la Biblia misma.

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