miércoles, 16 de febrero de 1994

Los Atributos De Dios

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, Nº. 2

• Omnisciencia •

por Douglas L. Crook

(segunda parte)

“Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito.”  Salmo 47.5
Dios es omnisciente.   Conoce todo, el pasado, presente y futuro.   En esta lección queremos recalcar cómo este atributo de Dios es de mucho consuelo, paz y gozo para el creyente que confía en el Señor mientras está pasando por una prueba, sufrimiento o una necesidad.

Hay muchas sorpresas en esta vida.  Algunas son agradables.  Otras, como una enfermedad, crisis económica u otra tragedia, son muy desagradables.   En un momento de nuestra vida todo va bien, y de repente parece que el mundo se cae encima de nosotros.  Si no nos acordamos que nuestro Padre celestial es omnisciente, vamos a desmayarnos cuando vienen los tiempos difíciles en nuestra vida.   Un creyente desmayado no alaba al Señor y no le sirve de todo corazón.   Un creyente desmayado es un creyente vencido.
   
En tiempos de grande necesidad y sufrimiento tenemos que recordar que el Omnisciente ya supo que íbamos a pasar por tal situación.   Ya que supo de la situación antes que haya sucedido, quiere decir también que nuestro amante Padre ya sabe cómo él va a proveer un camino de victoria.   Nosotros  nos sorprendemos y nos  desanimamos, pero Dios no.    

“Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias...irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.   Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por  mano fuerte.   Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.  Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.”   Exodo 3.7, 18 al 22   Dios sabe el fin desde el comienzo. Conocía lo que los israelitas ya habían sufrido y sabía lo que iban a sufrir todavía y les contó que él ya había hecho provisión.  Dios sabía que el rey de Egipto iba a rehusar dejar ir a los israelitas y, peor que eso, iba a afligirlos aun más.  Fue el plan de Dios usar el corazón endurecido de Faraón para glorificar su nombre y bendecir a su pueblo.  Sin embargo, los israelitas murmuraron contra Moisés y contra Dios cuando Faraón los afligió, como si fuese una sorpresa y como si no hubiese esperanza.  

Vez tras vez Dios prometió dar a los hebreos la tierra de Canaán, pero cada vez que enfrentaron un obstáculo murmuraron y se desanimaron.  ¡Qué pronto el pueblo de Dios se olvida de la verdad que el que hace la promesa es el mismo que conoce todo lo que enfrentaremos en el camino hacia la realización de la promesa!    El creyente en Jesús ha recibido muchas preciosas promesas del Señor.  Necesitamos recordar que Aquel que prometió que “todas las cosas nos ayudan a bien” (Romanos 8.28) y  que “somos más que vencedores” (Romanos 8.37) y que “ninguna arma forjada contra nosotros prosperará,” (Isaías 54.17) es el Omnisciente, que cuando hizo estas promesas conocía todas las cosas que iban a suceder en nuestra vida y conocía a todos los enemigos y todas las pruebas que iban a ser usados para impedirnos de alcanzar la plenitud de Dios y aun así declara que podemos disfrutar la realización de cada promesa si ponemos nuestra confianza en él.

Si por fe descansamos en su omnisciencia podremos alabarle, servirle y regocijarnos en él, pase lo que pase en nuestra vida.  “Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas.   Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.  Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.” Hechos 16.22 al 25  ¿Cómo pudieron cantar alabanzas a Dios después de sufrir tantas cosas horribles?  Porque el deseo supremo de ellos fue hacer la voluntad de Dios que tiene grande recompensa y sabían que fue la voluntad de Dios que predicasen el evangelio en la ciudad de Filipos.  También sabían que su encarcelamiento no fue una sorpresa a Dios y que Dios ya tenía un plan para glorificar su nombre por medio de la obediencia de sus siervos.  “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro.”  Job 23.10 Desee ser todo lo que Dios quiere que sea en esta vida y la que viene y usted encontrará que la gracia de Dios es suficiente para cada situación y que nada podrá impedirle de alcanzar la plenitud de Dios.

No importa si nuestra necesidad es grande o pequeña.   A Dios le importa todas nuestras necesidades porque a Dios nosotros le importamos.  “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.  Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos  pajarillos.”  Mateo 10.29 al 31  Valemos mucho a Dios porque él tiene una inversión en la vida de su pueblo.  (Efesios 1.18)   Invirtió la vida de su Hijo Jesús y todas las riquezas de su gracia.  Podemos descansar en la verdad que el Omnisciente va a proteger su inversión porque él sabe todo lo que necesitamos para traerle la mayor gloria.   “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”  Mateo 6.7 y 8   ¡Recuerde!  ¡Dios no es sorprendido por ninguna de nuestras necesidades!  Por lo tanto, él ya tiene la provisión hecha.  ¿Por qué nos quejamos y nos desanimamos cada vez que tenemos una necesidad, sea espiritual, física o material?  Nuestra parte es irnos a él en oración y fe y pedir lo que él ya tiene preparado.

Jesús enseñó esta verdad a Pedro en Mateo 17.24 al 27.  Un día los que cobraban los impuestos romanos vinieron a Pedro y demandaron que pagase sus impuestos.    Aparentemente, fue una sorpresa a Pedro porque no tenía plata guardada para pagar sus impuestos.   Cuando vino a Jesús para contarle de su necesidad, Jesús le habló primero.   Jesús ya sabía de su necesidad de plata para pagar sus impuestos y además, había preparado un pez que había tragado la moneda exacta para pagar los impuestos.  Medite en los detalles de esta lección.  En comparación con las riquezas del Dios del universo, la moneda para pagar los impuestos fue muy poca.    Sin embargo, fue importante a Pedro para poder mantener un buen testimonio, por lo tanto, su necesidad fue importante a Dios.   Pedro no había hecho provisión, pero Dios sí.   La providencia de Dios, mucho antes que la necesidad de Pedro se presentase, dirigió que un pez específico se criase en un cierto lago y que un cierto hombre, aparentemente por accidente, perdiese una moneda que sería la cantidad exacta necesaria para pagar los impuestos de Pedro y Jesús, y después hizo posible que este pez y Pedro se encontrasen.  ¿Fue todo esto coincidencia no más?    ¡No!  Fue la provisión del Omnisciente.


Si su deseo es agradar al Señor en todo, usted también puede disfrutar, en cada situación, la provisión del Omnisciente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.