El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 4
• Omnipotencia •
por Douglas L. Crook
(primera parte)
Es tan importante que contemplemos constantemente los gloriosos atributos de nuestro Dios. Como hombres mortales, tenemos la tendencia de juzgar todas las cosas sobre la base de nuestra propia experiencia limitada y según nuestras propias habilidades o debilidades. Muchas veces olvidamos que Dios no es limitado por nuestras circunstancias o fuentes de ayuda. El es Dios.
El atributo de Dios que queremos contemplar en esta lección es su omnipotencia. Omnipotencia quiere decir que Dios es todopoderoso. El mundo se mofa del evangelio porque rehusa creer en su omnipotencia que realizó la redención del hombre. El incrédulo lee la Biblia y declara, “Es imposible,” porque mucho de lo que lee en la Biblia está más allá del poder y habilidad del hombre. Es sobrenatural. El hombre necesita aceptar lo que Dios declara acerca de sí mismo en Salmos 62.11. “Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: que de Dios es el poder.” No es que Dios tiene poder no más, sino él es la fuente de todo poder. Todo poder, habilidad y fuerza provienen de él. No hay nada que Dios no puede hacer y no hay ningún otro entidad o poder que pueda resistirle. (Job 42.2)
Su poder se ve en la creación. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Romanos 1.20 La majestad de este universo bien ordenado es testigo del gran poder y habilidad de Dios. Los científicos procuran negar el poder de Dios por decir que todo el orden, complejidades y hermosura de este universo existen por accidente no más. ¡Qué tontería! Tal unidad, orden y majestad podrían provenir de una sola fuente, el Todopoderoso. Para empezar a entender la grandeza de su poder, piense en el poder del sol como un ejemplo. Está tan lejos de la tierra, sin embargo es tan grande y tiene tanta energía que puede calentar y dar su luz a toda la tierra. Medite en el poder de los elementos de la naturaleza como volcanes, terremotos, tornados y tormentas. El hombre, con toda su tecnología y poder militar, no puede resistir el poder de estos elementos. Hace algunos años atrás que un volcán hizo erupción y destruyó la base militar de los Estados Unidos en las Filipinas. Uno de los ejércitos más poderosos del mundo fue completamente indefenso contra la potencia de aquel solo volcán. Sin embargo, el Hijo de Dios simplemente habló y el viento y mar le obedecieron. (Marcos 4.39)
Nuestra mente finita no puede comprender totalmente la inmensidad de su poder. Dios hizo todo de la nada. (Hebreos 11.3, Colosenses 1.15 al 17) Tal poder está fuera de la experiencia del hombre y por lo tanto el hombre rechaza la idea de tal Dios tan poderoso. El hombre en general dice, “Si no puedo entenderlo, no es posible.” Así siempre ha sido el hombre. Cuando Cristóbal Colón dijo que pensó que la tierra era redonda y no plana y que fue posible llegar al este por viajar hacia el oeste, la mayoría se mofaron. Tal posibilidad fue más allá de su experiencia en aquel tiempo. Sin embargo, fue la verdad y más tarde fue probada. Cuando los hermanos Wright dijeron que era posible que el hombre volase como las aves, fueron llamados locos. Tal poder fue incomprensible. No obstante, hoy día es una cosa común. Hoy día el hombre está mofándose del poder de Dios porque no puede comprenderlo. Su incredulidad no anula el poder de Dios. Dios ha demostrado su poder muchas veces en muchas maneras y aun lo demostrará por su juicio final del mundo. No tenemos que esperar hasta aquel día cuando el conocimiento de su poder será algo común. Tenemos el privilegio de conocer por fe que nuestro Dios es todopoderoso y de disfrutar hoy y por la eternidad los beneficios de tal fe.
Vemos su poder en la provisión de un Salvador que fue ambos hombre y Dios. Tal Salvador fue necesario para morir por los pecados del hombre como su substituto y representante. La única manera de cumplir todas las profecías acerca de este Salvador fue que naciera de una virgen. “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios...porque nada hay imposible para Dios.” Lucas 1.34 al 37 Muchas personas, aun en el Cristianismo, niegan la concepción milagrosa de Jesús porque es simplemente imposible según las leyes naturales. Pero tal concepción es poca cosa para el Omnipotente que hizo todo de la nada. Sin esta concepción milagrosa, no hay salvación para el hombre.
Hay aquellos que rehusan al evangelio al escuchar de la resurrección de los muertos. “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.” Hechos 17.32 La experiencia del hombre es que la muerte es el último poder al cual cada uno tiene que rendirse. Es imposible resistir su poder. Sin embargo, aun la muerte tuvo que huir en la presencia del Todopoderoso. “Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.” Hechos 2.24 Ni la muerte puede resistir la omnipotencia de Dios. Jesús es el único Salvador del mundo porque es el único Salvador resucitado y vivo.
¿Cómo puede ser salvo y acepto el hombre pecaminoso en la presencia de Dios? “Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? El les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.” Lucas 18.26, 27 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3.3, 4, 16 Por el milagro del nuevo nacimiento, que se realiza por fe en Jesús, Dios ofrece una nueva vida al hombre que es muerto en su pecado. Es un nacimiento espiritual y eterno. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2ª Corintios 5.17 Muchos hombres que reconocen su estado miserable de pecado procuran salvarse por leyes, buenas obras o esfuerzo propio, pero es imposible. Hay que nacer de nuevo. Dios hace por nosotros lo que no podemos hacer para nosotros mismos. Dios crea en el creyente una nueva naturaleza que hace la voluntad de Dios. Hay otros hombres que piensan que su pecado es demasiado grande y que Dios no quiere o no puede perdonarles. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.” Romanos 5.20 Su pecado no es más grande que la gracia de mi Dios. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Hebreos 7.25 Su salvación no es imposible para con el Omnipotente.
El Todopoderoso no solamente tiene poder para salvarnos y perdonarnos de nuestro pecado, sino también tiene poder para cambiarnos y formarnos, en una manera práctica, para ser instrumentos útiles para hacer su voluntad y para glorificar su nombre. (2ª Corintios 3.17 y 18; Filipenses 1.6) El poder de Dios cambió a Saulo de Tarso de blasfemo al apóstol Pablo, el apóstol principal de esta edad de la Iglesia. El mismo poder que cambió a Pablo puede cambiarle a usted. Dios nos dará el poder para vencer el dominio del pecado en nuestra vida diaria. (Romanos 6) No tenemos que seguir en los hábitos crueles del pecado. Podemos y debemos vivir piadosamente. El creyente no tiene excusa para continuar en su pecado. Si hacemos nuestra parte por fe y obediencia (estudiar la Biblia, ponerla en práctica, orar, congregarnos en el nombre de Jesús...) el Omnipotente nos dará la fuerza para andar en la justicia práctica.
El creyente en Cristo Jesús tiene la esperanza de experimentar una cosa más que es imposible según los sabios de este mundo. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” 2ª Tesalonicenses 4.16 y 17 Sea por resurrección o arrebatamiento dejaremos esta tierra y viviremos con nuestro Señor en los cielos por la eternidad. ¿Imposible? ¡No! Mi Padre es el Omnipotente.
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