El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 5
por Virgilio Crook
Lección Cinco: Verso Uno
“Nada me faltará”
Dios tiene su manera para suplir las necesidades de los suyos. Generalmente emplea canales de una de dos fuentes.
(a.) Nos da: provee de su gracia lo que no tenemos. El tiene sus teclas, sus canales a través de los cuales hace llegar su bendición. Así hizo con Elías junto al arroyo de Querib, mandó a los cuervos que le llevaran pan. “Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.” 1º Reyes 17.6 Mandó unos cuervos para hacer llegar el alimento al profeta. Cuando Israel, en el desierto, necesitó pan, carne, agua, etc., él ordenó al viento soplar y traer codornices para que su pueblo tuviera carne; hizo llover pan del cielo; abrió la peña e hizo correr agua como río.
(b.) Multiplica lo que tenemos: así hizo con la viuda de Sarepta, “no menguó el aceite ni disminuyó la poca harina. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la Palabra que Jehová había dicho por Elías. 1º Reyes 17.14, 16 Jesús usó esta manera para alimentar a una multitud de cinco mil personas con dos pececillos y cinco panes. Sea la manera que fuere, la que el Señor utilice, su nombre es glorificado por suplir nuestras necesidades. “Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.” Salmo 34.10 Puede ser que no tengamos grandes posesiones de riquezas en este mundo, pero no nos faltará lo que es para nuestro bien. Cada día tenemos necesidades y cada día él renueva su misericordia para suplir esas necesidades. “Bendito el Señor, cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación.” Salmo 68.19 La palabra colmar significa: “añadir hasta rebosar.” Nuestro Dios nos da todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos o esperamos, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Ahora, pensemos en el otro sentido de la frase; “nada me faltará.”
(2.) Puede significar que estoy satisfecho y contento también. Podemos mirar desde este ángulo y encontrar dulzura en la frase: “nada me faltará.” David estaba diciendo: “estoy contento y satisfecho con lo que mi Pastor me da.” Una versión inglesa traduce esta frase: “no quiero más.” La idea es tener los deseos limitados a lo que el Señor da. El contentamiento no es virtud innata en el ser humano, notamos en la experiencia del apóstol Pablo que eso se aprende. (Filipenses 4.11 y 12) Lo que somos en esta vida, depende de la actitud de nuestro corazón. Nuestro Pastor nos lleva por valles y montes, abundancia y escasez, para enseñarnos a estar contentos cualquiera que sea la situación; contentos con lo que él da. Si suple en abundancia, es para nuestro bien; si suple lo justo, es para nuestro bien. David expresó su confianza en la capacidad de su Pastor para suplir sus necesidades, ahora expresa su satisfacción y contentamiento con lo que recibe de él. David estaba satisfecho y contento, pues, Jehová siempre da lo mejor. Uno puede estar satisfecho porque comió mucho, pero no contento porque no comió lo que quería. El aprendió ambas cosas como el apóstol Pablo. Hemos notado su confianza en el Señor, de quien dijo: “Suplirá todo lo que os falta.” Ahora dice: he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. El ser humano vive descontento, por eso hay huelgas, etc. Jesús enseñó a los soldados, diciendo: “contentaos con vuestro salario.” Lucas 3.14 Nosotros, los hijos de Dios, podemos aprender la lección: tener los deseos limitados a lo que el Señor da. El Señor Jesús le enseñó a Pablo, una oveja de su rebaño, por experiencias extremas. Pasó el frío sin abrigo, con poca comida, a veces desnudez, hambre, etc. Después le dio abundancia y en ambas situaciones él no se dejó dominar por las circunstancias, pues fue templado. Las luchas obraron templanza en su carácter. Aprendió a limitar sus deseos a la voluntad del Señor. Si podemos agradecer al Señor en abundancia y en necesidad, es señal de que seguiremos adelante.
El secreto para estar contento en las cosas naturales es contentarnos con las bendiciones espirituales. La vida espiritual es primero, si todo está bien en la parte espiritual, sin duda todo estará bien en la vida total del creyente. Primero debemos estar contentos y agradecidos al Señor por esta enseñanza de gracia, porque es el alimento que satisface y contenta al nuevo hombre. “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.” Hebreos 13.5 La manera de Dios es muy extraña, cuando su hijo está contento con lo que tiene ahora, con lo que él le da, entonces, le añade más bendiciones. Aquí el contentamiento es uno de los requisitos para una vida cristiana normal, una vida espiritual fructífera. ¡Cuántos frutos se pierden por falta de dicha actitud! ¡Cuántas ansiedades se evitarían si tan sólo se limitara los deseos a la voluntad de Jesús! Como oveja del rebaño de Jesús, necesitamos examinarnos y juzgar cualquier deseo que no es conforme a la voluntad de nuestro Pastor. Para ello, será necesario comprender que el Señor cuida de nosotros fielmente, así evitamos muchas preocupaciones que, por no estar contentos, acarreamos y afectan nuestra salud espiritual y física. Nuestro Pastor, Jesucristo, siempre nos da lo mejor, ¿cómo no diremos: “no quiero más de lo que El me da?”
La Palabra nos enseña que si el Señor no hace faltar las cosas básicas, debemos estar contentos. (1ª Timoteo 6.6 al 10) No es la voluntad de Dios que sus hijos sean pobres, él no quiere que su hijo mendigue pan; pero él quiere suplir, espera que su hijo esté contento con lo que él le da. El ser humano ambiciona riquezas, se olvida que nada hemos traído y que nada llevaremos. Fue la petición de Jacob a Dios que no le falte el sustento y vestido. “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios.” Génesis 28.20, 21 No buscó riquezas, aunque más tarde tuvo grandes posesiones, sino pidió lo básico. También el sabio Salomón hizo una petición similar. “No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.” Proverbios 30.8, 9 El Señor sabe de qué cosa tenemos necesidad y no la hará faltar, pues, es fiel. Algunas ovejas, descontentas con lo que recibe de su Pastor, buscan satisfacción en las diversiones y cosas del mundo. La Palabra llama todo eso; “pan que no sacia.” “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oidme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.” Isaías 55:2 Entre los hijos de Dios observamos a algunos que gastan esfuerzo, dinero y tiempo en lo que no satisface. La palabra griega traducida en nuestro lenguaje “diversión:” significa: “reflexionar” o “conversar con uno mismo.” La diversión es un engaño del enemigo, el creyente que busca divertirse, en lugar de reflexionar y meditar en lo que es bueno, hace lo contrario. El hijo de Dios, descontento con el pan que le da su Pastor, va y gasta su dinero en lo que no es pan. Si estuviese contento invertiría su dinero, esfuerzo y tiempo en obtener lo eterno. Cada expresión de generosidad en pro del avance de la obra del Señor, es una inversión eterna porque él la recompensará abundantemente, no sólo en la eternidad, sino aquí mismo. Somos privilegiados de poder colaborar con el Señor.
No podemos estar menos que contentos con lo que recibimos de nuestro Pastor porque él siempre nos da lo mejor para nuestro bien. El justo Job aprendió la lección. “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.” Job 2.10 De él no recibimos el mal. Es cierto que muchas veces él permite al malo tocar lo que tenemos, etc., pero si amamos a Dios todo obra por nuestro bien. Job fue zarandeado; pero no se quejó, aprendió a estar contento cualquier que fuese la situación. El era rico, tenía hijos, hijas, posesiones, piedad, reputación, etc., y perdió todo en un día y se enfermó; pero estaba contento porque no era la abundancia de cosas naturales lo que le atraía, sino la comunión con su Dios. En situaciones difíciles resalta el contentamiento del creyente.