jueves, 16 de junio de 1994

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 6

por David Franklin

Lección Seis - Capítulo 3.14 al 27

“Mas el corazón (las misericordias tiernas - versión inglesa, King James) de los impíos es cruel.”  Proverbios 12.10
Cuando Nabucodonosor se dio cuenta que los tres nobles hebreos no se inclinarían al dios que él había inventado, él estaba dispuesto a mostrarles “misericordia,” darles otra oportunidad para juntarse a su rebelión contra Dios.  Esta misma “misericordia” fue extendida a Martín Lutero cuando hombres religiosos procuraron cambiar su posición en cuanto al hecho según la Escritura de que “los justos vivirán por la fe.”  La misma “misericordia” fue ofrecida a Juan Hus, quien fue quemado vivo por su posición.  Repetidas invitaciones de hombres para juntarse con ellos en sus pecados no son nacidas de misericordia ni bondad.  Esa misma “misericordia” será extendida a los judíos creyentes por el hombre de pecado quien está por venir; algunos de ellos aceptarán la oferta.  
La condición verdadera del corazón de Nabucodonosor está revelada por las últimas palabras de la oferta que él hizo.  “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” (Verso 15)  Qué jornada hizo, de estar “turbado por saber,” a ser levantado en el mismo orgullo malvado el cual motivó a Satanás a su primera rebelión contra Dios.  Nabucodonosor no se rebeló con ignorancia.  Más antes él había reconocido la realidad, autoridad, y sabiduría de Dios.  Lea la profecía del Salmo 2, los versos 1 al 4, tocante la rebelión de los últimos días, cuando los líderes mundiales escogerán luchar contra Dios conscientes de lo que están haciendo.  ¡O, la locura del orgullo que está motivado para desafiar al Altísimo!
Desearíamos destruir tal hombre, pero Dios no quiso.  Algunos seres rebeldes pueden ser salvados.  “Con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.”  2ª Timoteo 2.25  El rey no había hecho una decisión final hacia la maldad, y Dios seguía tratando con él.  El estaba por dar a Nabucodonosor una demostración práctica que contestaría su pregunta orgullosa, “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?”  Tenga paciencia con los hombres, tal como el Señor tiene.  El pecado mismo no se trata suavemente, y a veces se requiere palabras claras, pero sólo Dios sabe quien aceptará su misericordia.  
Sadrac, Mesac, y Abed-nego no fueron conmovidos por la amenaza del rey.  “Respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.”  Pablo dijo algo similar a los corintios, algunos de los cuales encontraron falla en su ministerio y andar.  “Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano.”  1ª Corintios 4.3  Algunas cosas no corresponden a nadie, sino a Dios.  Todos los hombres piadosos, desde que Dios instituyó el gobierno humano, han reconocido que resistir el poder del gobierno es resistir la ordenanza de Dios.  (Romanos 13.1, 2)  Sin embargo, cuando aquellos en poder en el dominio de asuntos espirituales, mandando a los hombres a hacer lo que no deben hacer, no es más cuestión de obedecer a un poder que Dios ha ordenado.  Cuando fue ordenado por el sumo sacerdote a no predicar más, Pedro dijo: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”  Hechos 5.29  El dominio de Dios toma precedencia sobre lo del hombre.
Hay un verso en Proverbios de lo cual, por interpretación falsa, muchos han tenido una expectación falsa en cuanto a los impíos.  “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.”  Proverbios 16.7  Esto no significa que todos nuestros enemigos, sin excepción, estarán quietos y no nos causarán problemas aquí.  Algunos, que se hacen enemigos de sí mismos, continuarán luchando hasta que sean obligados a doblar la rodilla y confesar el señorío de Cristo ante el gran trono blanco.   Entonces, por la fuerza, estarán en paz con nosotros.  Los caminos que Sadrac, Mesac y Abed-nego escogieron fueron agradables a Dios.  Sin embargo, la furia de Nabucodonosor no fue reducida; pues su mirada amigable llegó a ser asesina por el firmeza de ellos a no inclinarse.
El coraje de estos hombres tomó cuenta de la realidad de la situación.  “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará, y si no...”  Daniel 3.17, 18  Al declarar que  Dios los podía librar de la mano del rey, fueron audaces, pero no ciegos.  Cuando decimos que contamos todas las cosas como pérdida por él, nos toca reconocer que puede ser que sufriremos en verdad la pérdida de todas las cosas.  Estos hombres creyeron a Dios para liberación, pero confiaron en Dios no importa lo que viniese.  El propósito de ellos era para honrar  a Dios, no a sí mismos.  La verdadera fidelidad en la vida puede traer consigo la necesidad de ser fiel hasta la muerte.  Esto es verdadero, no importa qué grupo de creyentes está bajo presión, en cualquier época en que vivan.  Apocalipsis 2 habla de los dos testigos.  Ellos ministrarán después que los vencedores totales de la edad de la Iglesia sean quitados, y antes de los tres años y medio de la gran tribulación.  Resistirán contra el peso aumentado de maldad espiritual con un testimonio de poder audaz, pero “Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.”  Apocalipsis 11.7  Esto tomará lugar en Jerusalén.  Su esperanza tendrá que ser puesta sobre Cristo mismo y la resurrección, no sobre una seguridad de una liberación terrenal.
Nabucodonosor, rindiéndose al propósito de Satanás, desplegó un desprecio satánico por sus siervos más fieles.  El dio la orden para calentar el horno siete veces más del calor normal antes que los judíos fieles fuesen arrojados adentro. Que un fuego tan infernal destruyera a algunos de sus hombres valientes, no fue de ninguna consecuencia para él.  No le importaba nada, sino sólo su ira por haber recibido un desafío de su autoridad rebelde.  Cuán triste que los hombres no consideran este hecho cuando se hacen a sí mismos aliados con el grande rebelde.  Apocalipsis 12:12 dice; “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.”  En ese tiempo, Satanás,  en su ira desesperada, no pensará nada de gastar grandes números de sus siervos más valientes y fieles.  Sólo Dios le impedirá de destruir a Israel, y toda la raza humana con ellos.  A pesar del predominante arreglo sin escape que Nabucodonosor hizo para destruir a los tres hebreos, Dios propuso mostrar su poder entonces, tal como es ahora, y tal como será en el período venidero de la tribulación.
El guarda a algunos del fuego, a algunos él guarda en el fuego.  La promesa de Apocalipsis 3.10 es para guardar a los creyentes fieles de la gran tribulación; el original de ese verso lee; “...yo también te guardaré afuera de la hora de la prueba que ha de venir...”  Esta promesa está a nuestro alcance.  La promesa judía para aquel tiempo está dada en 2ª Pedro 2.9, “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos.”  Pedro tenía el ministerio de la circuncisión.  Vea Gálatas 1.7.  Sus epístolas tendrán enorme impacto sobre el mismo grupo como los escritos de Daniel, eso es, a los israelitas salvados de aquel período.  Vea la introducción a estas lecciones.  Sabemos que ser librado de en medio de una prueba no es lo mismo de ser guardado de ella por completo.  Dios puede proteger en el horno y luego librar fuera de ello, tan efectivamente y como él puede guardar de ser echado en el fuego.  El elige cuál es mejor.
Los judíos deben esperar tiempos de prueba ardiente en aquel día.  “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese.”  1ª Pedro 4.12  No es que no conocemos pruebas en nuestros días, pero los israelitas salvados serán el blanco especial de Satanás en un tiempo tan terrible que morir será una bendición grande para gente salvada.  (Apocalipsis 14.13)  Cuán mejor tomar un lugar en el fuego, como Sadrac, Mesac, y Abed-nego, que ser consumido mientras obedece las órdenes de un amo malvado.  Hablando de los días de persecución venideros sobre los judíos creyentes, Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”  Mateo 10.28  
Los tres hombres cuyo testimonio está delante nuestro hubiesen perdido algo maravilloso si hubiesen esquivado el horno, pues allí se encontraron con un amigo.  (Versos 24, 25)  Algunos cuestionan si el cuarto miembro del pequeño grupo fue un ángel o Cristo mismo.  Realmente, no importa tanto.  Sea como fuere, fue una revelación personal de él, de su cuidado, y de su presencia permanente, aún en el fuego.  ¿Quién evitaría los hornos de la vida al costo de tal encuentro?  Lea Filipenses 1.29; 2ª Corintios 4.17; y Hebreos 11.35.  Aquellos que le encuentran en el fuego no son atados, sino libres, caminando, y sin daño.
¿Qué requiere para humillar a los grandes de la tierra?  Nabucodonosor “se espantó”, fue asombrado, y devastado, cuando vio al cuarto hombre andando  en el fuego.  La sola presencia de Cristo es suficiente para librar a sus santos y a la vez vencer a todos los otros.  Nada pudo haber llevado para abajo el orgullo de Nabucodonosor tan rápidamente, y a la vez tan simple y fácilmente como la visión del cuarto hombre en el fuego.  Así será en el fin de la tribulación venidera, cuando Cristo aparezca en gloria.  “El resplandor de su venida” será suficiente para derrotar a todo enemigo.  (2ª Tesalonicenses 2.8)

Cuán maravilloso es el hecho de que no hubo ninguna señal, ni por vista, ni por olor, de lo que ellos pasaron cuando salieron del horno.  Muchas veces es por esa razón que los incrédulos rehusan creer que los fieles de Dios han pasado por el fuego.  No hay apariencia de humo ni de quemadura sobre ellos.  En el caso de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, sólo las cuerdas con que estaban atados fueron quemados por el fuego; pues fueron echados atados, pero salieron libres.  Así es con todos los que andan por los fuegos de persecución y pruebas con Cristo y para su causa.  El usa aquellos fuegos para librarnos de las ataduras de voluntad propia o mal hábito que nos ha impedido andar tan cerca a él como él y nosotros deseamos.  No glorificamos el fuego, ni queremos que sus evidencias destructivas queden sobre nosotros, pero cuán buenos son los resultados por los cuales el Señor lo usa.

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