El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 9
por David Franklin
Lección Nueve - Capítulo 5.1 al 4
En este capítulo vemos una vez más que, tal como hay sueños proféticos y visiones, así hay vidas y eventos proféticos. Por supuesto, puede ser que mientras los eventos de este capítulo fueron tomando lugar, tanto Daniel como Belsasar, sabían muy poco en cuanto al significado futuro de ellos. Por medio de la antigua Babilonia, Dios fue mostrando un cuadro del futuro, de “un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.” Apocalipsis 17.5 Dios no escondió la conexión entre las dos; él dio el nombre en Apocalipsis, para que veamos claramente su propósito en dar estos resplandores fugaces del imperio antiguo. Las imágenes paralelas entre Daniel cinco y la gran ramera de Apocalipsis son tan notables como para ser evidentes a los de mente espiritual.
“Porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas.” Apocalipsis 18.8 La confianza de la gran ramera (quien es figura de la corrupta religión sin ungimiento) será tan exagerada que para aquellos asociados con ella, será inconcebible que alguna angustia alguna vez venga. Las señales de destrucción eminente parecerán como nada a aquellos que estarán embriagados con su lujosa y corrompida grandeza. El orgullo y confianza de ella serán tan falsos, vacíos, e inútiles como los de Belsasar; esa será la razón del juicio repentino que vendrá. Ese orgullo está prefigurado en la Babilonia de Belsasar. El ejército invencible de Darío estuvo acampado ya en un sitio alrededor de los muros de la ciudad. Babilonia había procurado con sus mejores soldados contra esa máquina de guerra y ellos habían derrumbado inútilmente, apenas deteniendo su marcha. Ahora estaba aislada, el imperio terminado en todo menos de nombre, sin embargo, Belsasar hizo un gran banquete, invitando a un mil de los príncipes y valientes quienes fueron encerrados en la jaula de Babilonia con él. No fue simplemente una fiesta, sino una jarana ebria, ideada para demostrar que nada, absolutamente nada pudo alterar el curso glorioso de la gran Babilonia.
Había razones para ese orgullo. Preparaciones fueron hechas mucho antes para asegurar la sobrevivencia de la ciudad y sus gobernantes en caso que fueran sitiados por un enemigo poderoso. Los muros, los cuales fueron rodeados por un foso, fueron tan anchos que varios carros se podían manejar lado a lado encima de los muros. Puesto que ningún ariete pudiera rajarlos, sin duda parecía imposible que se pudiera abrir brecha en las defensas alguna vez. Un sostén abundante de agua y una manera de higienización fueron provistos por el río Eufrates, que corrió por Babilonia, pasando portones grandes de agua al entrar y salir de la ciudad. Esto parecía dar seguridad de sed, tanto como de epidemias que plagaron las ciudades sitiadas como suciedad y basura amontonada dentro de los muros. Aparentemente, había suficiente abastecimiento de comida dentro de los muros, que a los líderes no les molestó el hecho de malgastar un poco de ello en una fiesta lujosa. Por supuesto, la gente común de la calle tal vez estaban pasando hambre, (tal es el caso espiritual de gente atrapada en una religión falsa) pero mientras que tenían la manera de satisfacer sus propios apetitos, todo parecía bien a los líderes Babilonios.
Había toda razón natural de parte de Belsasar para tener confianza, tal como habrá razón de la seguridad de parte de la gran ramera cuando tome su lugar completo de prominencia mundial. Pero como Nabucodonosor encontró, y como Belsasar pronto descubriría, “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.” Salmos 127.1 Aparte de la bendición y ayuda de Dios, no hay causa para confianza ni hay esperanza de seguridad. Como Babilonia cayó ante sus enemigos, apenas ofreciendo la menor lucha, así estará la ramera religiosa, la madre de rameras, echada abajo por la palabra de Dios. “…cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.” 1ª Tesalonicenses 5.3 Aquellos que esperan esquivar los resultados de su prostitución esperan en vano.
En la noche de su caída, Belsasar ordenó a sus siervos traer “los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.” (verso 3) Estos vasos habían sido dedicados al Señor, y fueron puestos aparte para el uso exclusivo en el servicio de Dios en el templo. Sin duda, la mayoría había sido salpicada con sangre, la marca de su santificación. (Hebreos 9.21, 22) Porque habían sido tomados por Babilonia sólo después de un sitio proyectado de Jerusalén (durando un año y medio) puede ser que Belsasar los sacó para mostrar el desprecio que él tenía por el sitio que estaba amenazando su propia ciudad. Necio hombre, que no vio que el Dios quien había juzgado Jerusalén pudo juzgar Babilonia también.
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” Romanos 2.4 Los pensamientos de Belsasar tenían que ser de esa clase. No quería tener nada que ver con el arrepentimiento ni la justicia en tiempo de paz ni en tiempo de angustia. El y sus padres habían adorado a Nebo y Bel, y habían prosperado. Ahora que vino la angustia, creyó que la solución fue servir aún más a sus ídolos. El uso de los vasos de oro del templo por Belsasar fue idolatría. “Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.” (verso 4) Los hombres a menudo dan crédito a sus propias maldades y hechos malvados por el bien natural que gozan. No se dan cuenta del hecho que su existencia continuada y prosperidad se deben en gran parte más bien a la longanimidad paciente de un Jehová soberano, que a sus acciones pecaminosas.
Compare la adoración de dioses de oro, plata, bronce, hierro, madera, y piedra con Apocalipsis 18.12. “La mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol.” Esta será la lamentación de los comerciantes del mundo, contando las cosas que la Babilonia caída no puede comprar más de ellos. ¿Ve usted la similitud entre la lista de dioses y la lista de mercadería? Colosenses 3.5 habla de “avaricia, que es idolatría.” Tal codicia de las cosas del mundo es fornicación espiritual y abominación, la adoración de dioses falsos. “Pero,” usted puede decir, “los hombres no se inclinan a tales cosas como mercaderías.” La adoración, sea idólatra o sea verdadera, consiste en dar el corazón, vida, y fuerza; no meramente llevar a cabo ciertas formas, en ciertos lugares y a ciertos tiempos.
En su deseo para glorificarse a sí misma y vivir lujosamente (Apocalipsis 18.7) la religión falsa ha llegado a ser una fuente de grandes ganancias para el comercio. Tiene que tener el mejor de lo mejor. ¿Cuánto más será ésta la verdad cuando se siente en alto sobre la espalda de la bestia que está por venir? Cuando se amenace el juicio, su adoración de mercaderías y riquezas estará redoblada. Por eso, (así se supondrá ella) ganó su grandeza, y por eso procurará mantenerse grande.
En Apocalipsis 17.4 leemos esta descripción: “Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación.” El oro habla de los atributos divinos de Dios. ¿Qué estará haciendo tal vaso en la mano de la ramera, siendo usado para tal cosa? Parece indicar que ella tomará para sí ciertas cosas que son el derecho exclusivo y posesión de Dios, y las usará para propósitos que son degradados y espiritualmente viles.
Una identificación clave de la religión falsa, entonces, es el tomar las cosas que Dios ha apartado para sí, y usarlas como medio de conseguir ganancia para pagar a los comerciantes. No estamos hablando del hecho de dar las ofrendas por el pueblo de Dios como está enseñado en las Escrituras, sino el consciente y voluntarioso comercialismo que aún ahora domina la mayoría del cristianismo. Aléjese de aquellos quienes ponen un precio en la así llamada espiritualidad, quienes usan las herramientas de adoración como maquinaria para conseguir dinero. Habiéndose dado a sí mismos y su fuerza a la idolatría codiciosa, no pararán para nada en su servicio de sus dioses falsos. No vacilarán en tomar las cosas más dulces y sagradas de Dios para sus propios fines egoístas. Los implementos que Dios ha elegido para su adoración son muchos: la oración, la predicación, la música, etc. Pero la lista termina con los vasos más preciosos que Dios ha santificado para su uso: la humanidad. Apocalipsis 18.5 termina la lista de mercadería de Babilonia con el producto más costoso con el cual los hombres trafican, “...las almas de los hombres.”
La ramera es lisonjera, procurando que sus oyentes se sientan bien acerca de sí mismos y de ella. Según Proverbios 5.3, “Los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite.” El aceite habla del Espíritu Santo, quien, en benignidad y amor, a veces hablará bruscamente, palabras claras cuando erramos. Amando sólo la ganancia, la ramera no haría esta clase de bien, pues no arriesgaría la pérdida de sus fuentes de ganancia. No importa cuán hermosas la madre de rameras y sus muchas hijas puedan aparentar, no importa cuánto ella pueda ofrecer que aparente bueno o grato, ella es falsa y asesina en su corazón. Lea de las cosas que embriagan a la madre, y sepa que todas sus hijas (pues tiene muchas de ellas) son como ella. “Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús.” Apocalipsis 17.6 Cualquier bien que tales sistemas parecen hacer para la gente, cualquier buenas promesas que dan, son meramente sus maneras para defraudar a los hombres. “Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave.” Proverbios 1.17 La traducción “Conybeare” dice en Colosenses 2.8: “Tenga cuidado para que no haya ningún hombre quien le tome cautivo por filosofía y decepción vana, según las tradiciones de los hombres, según los rudimentos del mundo y no según Cristo.” ¿Cómo podemos escapar de la red de la ramera y sus ministros? Por conocer la verdad de la palabra de Dios. Proverbios 2.16 al 19 nos explica el valor de conocer la palabra de Dios y uno de los propósitos por el cual fue dada: “Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras, la cual abandona al compañero de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios. Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas hacia los muertos; todos los que a ella se lleguen, no volverán, ni seguirán otra vez los senderos de la vida.”
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