El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 11
por Virgilio Crook
Lección Once - Verso Tres
“Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.”
Continuamos meditando sobre el verso tres, comenzando con la segunda de las tres frases en el verso: “por sendas de justicia.” Nuestro Pastor no sólo nos guía así no más, sino nos guía por una senda muy especial, la de justicia, la verdadera justicia. El sabio Salomón dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” Proverbios 14.12 Hay muchas sendas en este mundo, pero hay una sola que es segura y guía a la vida eterna. Jesús dijo: “Yo soy el camino, nadie llega al Padre, sino por mi.” A primera vista, parece que es una senda muy ordinaria y aún aburrida, pero lo más que andamos por ella, lo más preciosa y maravillosa llega a ser esta encantadora senda de justicia. La oveja necesita ser llevada por una senda segura por causa de su falta de capacidad para defenderse contra sus enemigos. Así también somos nosotros, indefensos contra nuestro enemigo, Satanás. Job habla de esta senda en Job, capítulo veintiocho, verso siete: “Senda que nunca la conoció ave, ni ojo de buitre la vio; nunca la pisaron animales fieros, ni león pasó por ella.” Imagínese una senda tan escondida y secreta que aún los animales no la conocen, ni saben de su ubicación. Satanás es sabio y conocedor de muchas cosas, pero no conoce ni entiende la senda de justicia, pues no tiene ni parte ni suerte en ella. “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.” Salmo 16.11 Como dijimos, es una senda de vida. Comienza con vida y nos guía a la vida abundante. Así fue la promesa de Jesús, “he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10.10 A la medida que vamos caminando por la senda de justicia, guiados por el Señor, vamos alcanzando más y más de la vida abundante. “Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos.” Salmo 27.11 Ya hemos visto muchas veces como la oveja es indefensa, necesita mucha protección de parte de otro. David así clama a Dios por causa de sus enemigos, no tanto los enemigos naturales, o sea otros hombres, sino los enemigos espirituales. Pablo nos enseña que tenemos una lucha contra los poderes invisibles de tinieblas y maldad. (Efesios 6.12) La senda de justicia es, por supuesto, una de rectitud. Es una senda derecha sin vueltas falsas ni escondidas. Nosotros, como ovejas, no conocemos esta senda y tenemos que aprenderla. Por eso clamamos también como David; “enséñame tus caminos, muéstrame donde está esta senda de justicia,” la senda correcta de vida y luz.
“Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.” Salmo 119.35 Aquí tenemos la manera práctica en que el Señor nos guía por “sendas de justicia,” pues sus mandamientos, o sea simplemente su Palabra, nos mantiene en la senda recta y correcta. David dijo que la senda de los mandamientos de Dios fue su voluntad, o mejor traducido sería, “su delicia.” Cuando un creyente reconoce los beneficios de esta senda, ella llega a ser su delicia. No podemos errar el camino meditando en la palabra de Dios, aplicándola diariamente a nuestra vida. “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma.” Salmo 143.8 De nuevo, vemos a David clamando a su Dios para saber el camino por donde tenía que andar. Confiando en las misericordias de Dios, él fue guiado por la senda de justicia. Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana. (Lamentaciones 3.22, 23) “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.” Proverbios 4.18 Así es la senda de justicia, va aumentando en luz y esperanza cada día. La aurora habla del comienzo del día, cuando hay sólo un poquito de luz, pero a la medida que el día vaya avanzando, así también la luz, hasta alcanzar su apogeo. Esta es la forma de la senda de justicia, pues nos guía a más y más luz, hasta alcanzar el día perfecto cuando el Señor venga para arrebatar a los vencedores totales, quienes han caminado con él, como Enóc, en la senda de justicia.
Ahora vamos a considerar la última frase: “por amor de su nombre.” No es que nosotros merecemos los favores, ni los muchos beneficios de esta senda de justicia, sino es “por amor de su nombre.” Es por causa de su divino nombre, es por su buen nombre, su incambiable reputación. Es por causa de su eterno nombre que nos guía en la forma que lo hace. El quiere que su nombre sea glorificado y honrado. También quiere que nosotros honremos su nombre. Lo hacemos con nuestras vidas dedicadas y rendidas a su voluntad, permitiéndole guiarnos en todo. Nuestra esperanza, como la aurora, va aumentando cada día. “En el camino de la justicia está la vida; y en sus caminos no hay muerte.” Proverbios 12.28 El hombre cree que está viviendo, practicando todos sus vicios, gozando de todos los placeres mundanos, y amontonando riquezas, fama, y posición. Sin embargo, si no está trazando por la senda de justicia, no está gozando de la verdadera vida, ni siquiera, va a encontrarla. Gracias a Dios que él nos ha librado de las cosas de la muerte. Es cierto que no estamos librados de la muerte física, pero sí, de una muerte peor. Somos librados de las obras muertas de la falsa religión. Nos ocupamos de las “buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2.10
Queremos honrar el buen nombre de nuestro Dios. Hacemos muchas cosas “por amor de su nombre;” vamos a notar algunas de ellas. “Porque ellos salieron por amor del nombre de El, sin aceptar nada de los gentiles.” 3ª Juan 1.7 Aquellos que llevaron el evangelio en el principio, lo hicieron, no por ganancia, sino simplemente por amor. Cómo esta actitud agrada al Señor, hacer las cosas de un corazón lleno de amor por Cristo. Todo lo que hacemos, debemos hacerlo en el nombre del Señor, y esto indica, “por amor.” Otra cita de la Biblia que nos muestra esta verdad vemos en Apocalipsis 2.3: “has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.” Sufrir, tener paciencia, trabajar, y todo esto fue hecho “por amor del nombre” del Señor. Todo esto encontramos en la gloriosa senda de justicia, pues si sufrimos, es por amor de su nombre, si tenemos paciencia, es por amor de su nombre, si trabajamos, es por amor de su nombre.
Dios mismo no va a permitir que su nombre sea manchado, ni blasfemado. Si somos sus ovejas y confiamos en él, si invocamos su nombre, él va a guardarnos de daño. El nos lleva por la mejor senda, la de justicia. Nadie puede arrebatarnos de la mano de Jesús, ni de la mano de su Padre. (Juan 10.28, 29) Espero que usted está andando en esta gloriosa senda de justicia, gozando de todas las inescrutables riquezas que tenemos en Cristo, nuestro amado Señor.
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