El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 11
por David Franklin
Lección Once - Capítulo 6.1 al 9
Recuerde que los primeros seis capítulos de Daniel son más que simplemente un registro histórico. Son también cuadros proféticos, que muestran por paralelo vivo lo que los judíos viviendo en un mundo dominado por los gentiles pueden esperar. Puesto que el cuadro es de los judíos piadosos, no de los creyentes de la edad de la Iglesia (entre los cuales no hay ni judío, ni gentil) y ya que muchos de las profecías de Daniel quedan sin cumplimiento todavía, creemos que este paralelismo profético se refiere a los judíos que creerán después de la edad de la Iglesia, pero antes que el reino milenario de Cristo esté establecido por completo en la tierra.
En estos versos tenemos la última de estas profecías “vivas” de la vida de Daniel. Así que, es de especial importancia que la liberación de la boca del león esté descrita aquí. Pedro escribió; “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” 1ª Pedro 5.8 Esto fue escrito en un tiempo de grande persecución al principio de esta edad de la Iglesia. El llamamiento verdadero de Pedro fue a los judíos, y no a los gentiles, aunque Dios le usó para introducir el evangelio a los gentiles. (Gálatas 2.7 al 9 y Los Hechos 10) Por eso, concluimos que las cartas de Pedro tendrán grande aplicación al Israel piadoso durante el tiempo de persecución conocido como la gran tribulación o “la angustia de Jacob.” Hoy día, aunque en verdad enfrentamos una lucha, tratamos mucho más con “las asechanzas del diablo,” Efesios 6.11 y con “hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,” Efesios 4.14 que lo hacemos con la furiosa, rugiente violencia abierta del león. Es de esta última que los creyentes israelitas necesitarán liberación.
Mientras estudiamos la liberación dada a Daniel, recuerde que la manera milagrosa en que él fue guardado de la muerte no es la única manera que Dios libra de aquel viejo león, Satanás. Pablo escribió, sin duda, unos meses o semanas antes de su ejecución bajo la mano de Roma; “Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial.” 2ª Timoteo 4.17, 18 Mientras que él escribió, sabía que su carrera terrenal había terminada. Su liberación física y natural del “león” fue temporaria; pues su preservación no iba a ser física, eso es, mantenido vivo en el cuerpo hasta la venida del Señor. Sabemos que él resucitará en un cuerpo glorificado para tomar su lugar en el reino celestial (en contraste con el reino terrenal el cual Israel salvado disfrutará), pero la liberación verdadera de Pablo de la boca del león está en el hecho que Satanás no tiene poder para dañar la fe ni el espíritu de la persona que confía en Dios. Dios ha cerrado la boca del león. Esta es la liberación verdadera en cualquier edad.
Ahora, vamos a considerar los detalles del capítulo por preguntar porque Daniel se encontró a sí mismo en dificultades. Al contestar la pregunta, veremos lo que pronto traerá persecución del anticristo sobre un grupo de judíos fieles. Dos palabras contestarán la pregunta: envidia, y rebelión. Daniel fue elegido por Darío para servir como el principal de los príncipes del reino. Los otros ocultaron del rey su enojo y resentimiento (aunque sin duda Daniel se dio cuenta), pues querían ese lugar para sí mismos y menospreciaron el juicio del rey que no lo dio a ellos. La razón porque Darío prefirió a Daniel más que los otros fue, “porque había en él un espíritu superior.” (verso tres) (La Versión Moderna usa “preeminente” en lugar de “superior,” la Versión Antigua usa “abundancia de espíritu.” La idea es: “excelente espíritu.” Nota de los editores) Este excelente espíritu fue el espíritu de Cristo, y especialmente el Espíritu de Dios. Sin duda, Darío no se dio cuenta de esto, pero él observó una excelencia en el carácter de Daniel, y determinó darle el lugar por el cual fue calificado. Fue su propósito que Daniel tuviera completo dominio sobre todo el reino de Babilonia. Los siervos de Satanás no quisieron que el piadoso, humilde Daniel fuese su cabeza, aún como Satanás no quiere que Dios sea la suya. (Isaías 14.13, 14 y Ezequiel 28.2, 3)
Una vez que Israel comience a tomar de su “excelente espíritu,” Dios mostrará que propone darles primer lugar en la tierra. “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.” Isaías 2.2, 3 Lo que Isaías predice en estos versos no tomará lugar hasta después de la gran tribulación. Mientras el poderoso ministerio ungido de los dos testigos se desenvuelve (Apocalipsis 11.3 al 6), el propósito terrenal de Dios hacia Israel será manifiesto al mundo. El anticristo y sus cohortes odiarán a los judíos porque el poder será quitado de ellos y otorgado a los judíos.
Tal vez los enemigos de Daniel tenían razones “patrióticas” por su odio. Daniel fue quien anunció el juicio sobre Babilonia, pero él nunca fue como uno de ellos. Sería natural (aunque no razonable ni justo) que acusaciones de traición fuesen dadas contra Daniel por los Babilonios quienes despreciaron su justicia, su sabiduría, y su Dios.
¿Qué acusaciones serán hechas contra Israel cuando los dos profetas judíos comiencen a declarar la ira de Dios contra los rebeldes gobiernos gentiles? El hombre de pecado estará aumentando en poder y popularidad; será aclamado como el salvador de la humanidad, y como uno que puede resolver los espantosos problemas políticos, económicos, y sociales de la raza espantada. ¿Serán recibidas las justas declaraciones de los testigos fieles de Dios, puesto que ellas contradirán la mentira que las masas de humanidad querrán creer? Cuando sus advertencias estén respaldadas por muerte, sequía, y plagas sobre aquellos que se los oponen, ¿qué será la reacción del mundo hacia la nación de Israel? Muchas excusas aparentemente razonables serán dadas entonces para el odio violento y persecución abierta de los judíos, pero envidia impía y rechazo del propósito de Dios estará en su corazón.
La palabra “ocasión” en los versos cuatro y cinco es “pretexto” en hebreo. Aquellos quienes buscaron destruir a Daniel tuvieron un problema. La fidelidad de Daniel era tal que no podían encontrar nada que apoyara acusación alguna contra él. Mientras Daniel se rindió al excelente espíritu que estaba en él, aún los asuntos ordinarios de sus labores diarios fueron más allá de reproche; esto es un testimonio verdadero del poder de Dios obrando en una vida. A pesar de eso, esos hombres que conspiraron contra Daniel fueron políticos profesionales; sabían que en cuanto a dañar la reputación de un hombre, “donde hay voluntad, hay manera.” Si no pudieron arreglar las cosas para aparentar mal en cosas naturales, lo harían en cosas espirituales. “Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.” (verso cinco)
La manera de ellos de incitar al rey contra Daniel fue para proponer al rey una ley nueva y lisonjeadora: “que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.” (verso siete) Tal ley parecería llevar adelante los propósitos de uno quien estaba estableciendo su autoridad sobre los pueblos conquistados. Demostraría que su reino fue suficiente para suplir cada necesidad de aquellos que le sirvieron y obedecieron.
A la mente natural, puede aparentar que haya bien en tal ley. ¿Se acuerda cómo el Señor describió al rey Nabucodonosor en Daniel 4.12? Fue mostrado como un árbol. “Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.” Dios lo ha arreglado de tal manera que un gobernante que correctamente lleva a cabo sus obligaciones ordenadas llega a ser una fuente de gran bien natural a aquellos que son gobernados. Es importante, tanto del punto de vista natural, como del espiritual, que reconozcamos esta verdad. Haciendo así, nos guiará a someternos a aquellos en autoridad, y disfrutar de mayor quietud y prosperidad.
El problema era que el decreto fue más allá de establecer el poder y el beneficio del reino de Darío. Interfirió con la adoración sumisa del hombre del gran Gobernante y Proveedor de todas las necesidades. Parece que la humanidad siempre va demasiado lejos en señalar cualquier trozo de utilidad y bien terrenal que pudiera encontrar en sí mismos. Darío fue decepcionado por su propio orgullo.
Describiendo lo que él había visto en una visión concerniente al profeta falso quien actuará a favor del anticristo, Juan dijo: “Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.” Apocalipsis 13.15 En Apocalipsis siete, vemos a 144.000 judíos sellados. Ellos, como Daniel, serán mandados a ofrecer sus oraciones a un hombre. Rehusarán y serán librados del foso de “león.” ¿Cuál es el foso de Satanás? El mundo. En Apocalipsis catorce, vemos a los 144.000 salidos de la tierra y parándose sobre el monte celestial. Compare con Hebreos 12.22 Librados de la boca del león, estarán altamente exaltados por el Rey quien los amó y dio su vida por ellos. Esta es la esperanza dada a los judíos a través del relato delante de nosotros.
Es obvio que no todo Israel tendrá parte con los 144.000. Algunos no creerán para salvación a tiempo. Como no todos los creyentes de hoy día aceptan el sello del Espíritu Santo (Efesios 1.13), así habrán, sin duda entonces, israelitas salvados que no le recibirán inmediatamente. Nadie es sellado sin recibir el Espíritu. Aquellos que no reciben el sello del Espíritu Santo dentro de los primeros tres años y medio profetizados, no tendrán lugar entre los 144.000, tal como los que no reciben a Cristo durante ese período. Tanto el sello del Espíritu como la constancia de vida parecen ser requisitos para aquellos que escaparán del foso del león.
Hay una lección aquí para nosotros. Qué oportunidad está puesta delante de nosotros en esta edad de la Iglesia. Podemos recibir a Jesucristo como Salvador, ser llenados con el Espíritu Santo, vivir vidas que están de acuerdo con la palabra de Dios, y mirar adelante a la llamada alegre, “sube acá.” ¿Pero qué de aquellos quienes gastan su tiempo de oportunidad? ¿Hace Dios distinción de personas? ¿Hará excepción por nosotros que él no haría por los judíos? Considere bien, hijo de Dios, y que el Espíritu más excelente de Dios hable a su corazón.
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