El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 12
• Amor •
por Douglas L. Crook
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor...” 1ª Juan 4.7 al 10
Dios es amor. Es su carácter buscar nuestro bienestar. Este atributo será el último en nuestra serie sobre los atributos de Dios. Es ambos, el atributo más fácil y el más difícil de estudiar. Es fácil porque se ve claramente en casi cada página de la Biblia. Es difícil porque el tema es tan grande y tan profundo que uno casi no sabe dónde empezar y dónde terminar.
No creo que podemos decir que un atributo de la Trinidad es más predominante que otro, pero el amor parece ser el atributo que une todos los otros atributos y es la vía por la cual todos los otros atributos son dirigidos a favor del hombre. El amor de Dios proveyó al Cordero de Dios por el cual recibimos vida eterna y somos hechos hijos de Dios. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios...” 1ª Juan 3.1
En la cruz tenemos la gloriosa y última demostración de amor, pero, ¿qué es la definición o descripción de amor? El mundo tiene su definición de lo que es amor, pero ese amor es sensual y carnal. Aún la definición de amor de muchos creyentes es incompleta y torcida. La mejor descripción de lo que es el amor de Dios se encuentra en 1ª Corintios 13.1 al 8 (léalo). Esta descripción del amor de Dios es dada por Pablo para que el creyente aprenda a amar a otros con el amor de Dios. Esta clase de amor es divino. La vieja naturaleza no tiene la capacidad de amar con esta clase de amor. Viene de Dios. Por lo tanto, aunque esta porción de Escritura nos enseña cómo amar a otros, podemos también entender que este es el mismo amor con el cual Dios nos ama a nosotros. Recuerde, Dios es amor.
El amor es sufrido o paciente. “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación...El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” 2ª Pedro 3.3 al 10 El Dios justo y santo está sufriendo pacientemente la rebelión y la burla de los hombres porque es paciente. El podría destruir todo en un segundo, y al fin de esta edad de gracia hará caer su justa ira sobre todos los que rechazan el don de su Hijo. Pero, por ahora, su santo corazón sufre para que algunos aprovechen su oportunidad de arrepentimiento.
El amor es benigno. El sentido de la palabra en el griego, traducida “benigno” en español, es “mostrar bondad y misericordia a alguien que no las merece y que no tiene la capacidad de devolver el favor. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” Lucas 6.35, 36 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5.8 No merecimos su gran salvación y no tenemos nada con qué pagarla, pero por la benignidad de su amor tenemos perdón de nuestros pecados y vida eterna. Si Dios no fuese amor, estaríamos eternamente separados de su gloriosa presencia.
El amor no tiene envidia. La envidia es una actitud de descontentamiento y resentimiento por lo que uno tiene, y es el resultado de contemplar la posesión o habilidad de otro con el deseo de poseer lo mismo. Vemos la ausencia de envidia en la vida de Jesús cuando vino para morir por nuestros pecados. Su porción en esta vida fue una de sufrimiento, rechazamiento y muerte. Fue varón de dolores, experimentado en quebranto. (Isaías 53) Leemos en Lucas 4 que Satanás le ofreció una alternativa por su sufrimiento y su cruz. Pedro procuró persuadirle a no ir por el camino de la cruz, pero por amor, estuvo contento sufrir el oprobio de la cruz para redimirnos. (Hebreos 12.2) El Padre estuvo contento al quebrantarlo y sujetarlo a padecimiento para hacernos sus hijos.
El amor no es jactancioso y no se envanece. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2.5 al 8 Jesús, el Hijo de Dios, vino para ministrar a nuestra necesidad más grande, (la salvación), en completa sumisión a la voluntad del Padre. Podría haber llamado 12 legiones de ángeles para destruir a los hombres inicuos que le crucificaron y así probar que era verdaderamente el Hijo de Dios. Sin embargo, porque me amó a usted y a mí, no se exaltó a sí mismo en esta manera, sino se humilló para que nosotros seamos exaltados en gloria.
El amor no hace nada indebido o impropio. Dios siempre trata con sus hijos en una manera propia de un Padre amante. (Mateo 7.7 al 11) Muchos tienen el concepto de Dios que hace todo lo posible para hacernos fallar para que él pueda castigarnos. Pero lo opuesto es la verdad. Hace todo para hacernos tener éxito eterno. Todo nos ayuda a bien, porque nuestro Padre amante ordena nuestros pasos.
El amor no busca lo suyo. El amor da a otros en vez de quitar de otros. La justicia de Dios demandó muerte por el pecado. Su amor proveyó al Substituto. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito...” Juan 3.16
El amor no se irrita, no guarda rencor. Su amor no llega al punto de acabar por causa de nuestros fracasos. El Padre es paciente con sus hijos, los creyentes. Nuestro Padre nos enseña, nos dirige y nos exhorta pacientemente. Cuando fallamos, Dios no nos echa de su familia como basura. Nunca dice, “estoy cansado de ayudarte cada vez que caes. Has quebrantado mi corazón por la última vez.” Amantemente nos disciplina, nos dirige al arrepentimiento, a la restauración y a la plenitud de su bendición. “..El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Filipenses 1.6
El amor no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Su amor no tolera el pecado. No es solamente por su justicia y santidad que Dios aborrece el pecado, sino también por su amor para con nosotros. Dios busca nuestro bien. El pecado nos roba de lo mejor de esta vida y de la que viene. Por eso, cuando hay pecado en nuestra vida, nuestro Padre nos disciplina con cariño para guiarnos al arrepentimiento y al camino de justicia que es el camino de vida abundante. (Hebreos 12.6 al 11)
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ¡Aleluya! Dios es amor.
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