por: Fidelino Galeano
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;” 1P.2:23
A través de estas palabras concernientes a Jesús, el Apóstol Pedro nos lleva a comprender que los padecimientos de Jesús no sólo tuvieron lugar estando en la cruz durante las seis horas de agonía, aunque éstas fueron las horas de mayor dolor. Pero Su padecimiento también incluyó la ingratitud del hombre devolviéndole mal por el bien que él había hecho...y desprecio por el amor que él había manifestado a la humanidad.
“Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.” Hch.10:37-38“...cómo éste anduvo haciendo bienes...” ¡Cuántos bienes y misericordias el Señor, en su larga paciencia, había mostrado a los hombres durante su estadía en este mundo y aún hasta hoy sigue mostrando sobre la pobre humanidad! ¡Hasta hoy el hombre es contrario a esa bondad, demostrando ingratitud y desprecio por la gracia y la paciencia de Dios manifestadas en Jesús!
“En pago de mi amor me han sido adversarios; Mas yo oraba. Me devuelven mal por bien, Y odio por amor.” Sal.109:4-5 Estas palabras proféticas acerca de Jesús, nos dan a entender un poco más de los padecimientos que él tuvo que soportar estando entre los hombres ¿Cuántos ya han oído del amor de Dios? Pero todavía permanecen indiferentes a Su gracia, devolviendo desprecio y odio por el amor.
Palabras de gracia salían de su boca para los habitantes de Galilea. Palabras verdaderas Jesús les habló. Luc.4:28-29 Pero como pago “se llenaron de ira”; “le echaron de la ciudad” y querían tirarlo por un barranco para que muriese.
Cuando sanó la mano seca de un hombre “se llenaron de furor” Luc.6:8-11 ¿Le felicitaron? No. ¿Le dieron gracias? Tampoco, y mucho menos irrumpir en alabanzas a él por la maravilla que había hecho en medio de ellos para mostrar su gracia y misericordia.
Cuando se disponía a resucitar a una joven “se burlaban de él” Luc.8:52-55 Él andaba haciendo bienes, pero en respuesta recibió odio, desprecio y burlas. Los discípulos habrían pedido fuego del cielo para estos hombres despreciativos e ingratos Luc.9:54. Pero no fue esta la reacción de Jesús sobre la humanidad, ignorante a su propia condición y necesidad.
Sin embargo, es digno de admirar que todo ese odio sin causa no provocó ninguna indignación en Jesús; no lo alteró. La maldad del corazón humano no tuvo otro efecto sobre él que el de hacerle llorar al ver la condición del hombre. “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.” Luc.19:41-42
El cuadro que tenemos en este pasaje es que Jesús está fuera de la ciudad rechazado, llorando por los pecadores que le menospreciaban y dentro de la ciudad estaban los principales del pueblo, poniéndose de acuerdo para hacerle morir. Querían ver correr la sangre de Aquel que derramaba lágrimas de pesar y de dolor por ellos.
Es muy común oír hoy en día a la gran masa “cristiana” presentar y hablar al mundo de un Jesús de poder y de éxitos. De un Jesús popular quien puede suplir “todas las necesidades y hacer muchos milagros a favor de la humanidad”. Pero no está dispuesta a dar testimonio y menos a identificarse con un Jesús rechazado y despreciado por el mismo mundo, quien permanece indiferente e ingrato a Su gracia y amor.
Sin embargo, este Jesús despreciado es nuestro Amado Salvador y Señor a quien la humanidad le devuelve mal por bien y odio por amor ¿Está nuestro corazón inclinado a buscar la comunión con él, siendo él rechazado y despreciado por la mayoría de la humanidad? ¿Estaremos dispuestos de honrarle e identificarnos con él en su rechazamiento y desprecio?
“Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.”He.13:13-14