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lunes, 4 de abril de 2011
Abril, 2011
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Revista PDF
domingo, 3 de abril de 2011
Los Siete Pasos De Exaltación De Jesús
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Parte IV
por: Débora Isenbletter
(Notas de A. S. Copley): “El quinto paso de exaltación: “..se doble toda rodilla…” verso 10 Sólo unos cuantos ahora doblan su rodilla en adoración y reverencia real ante el nombre de Jesús. Los hombres se inclinan en reverencia delante de otros hombres. Es un tiempo de la adoración del hombre. La pobre gente, ignorante, se inclinan en reverencia delante de los magnates religiosos que no saben nada de la salvación divina. Las riquezas demandan homenaje. El aprendizaje demanda homenaje, según el concepto del hombre. La posición, estación oficial y proeza religiosa, todas demandan reverencia. Los paganos se postran delante de madera y piedra. Muy pronto, se maravillará “toda la tierra (con la excepción de los pocos en el cielo y en la tierra que creen en Jesús) en pos de la bestia,” Apocalipsis 13:3, (un usurpador apoderado por el diablo) y adorará su imagen. La idolatría alcanzará su clímax. Pero entonces repentinamente, Aquel quien tiene el derecho de reinar, demolerá cada falso sistema religioso y dios falso y compelerá a los hombres a someterse a su soberanía absoluta. Cuánto mejor es humillarse voluntariamente ahora y andar en la voluntad de Dios y enamorarse de Jesús, escapandolos juicios fogosos que están por venir sobre la tierra.”
“…y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:11
Pablo empezó estos siete pasos descendientes y estos pasos ascendentes con: “Haya, pues, en vosotros este sentir...” Es nuestra mente (sentir) que afecta lo que nuestro cuerpo hace. La obediencia de nuestro Señor comenzó primero con su actitud de corazón, que se ve en los siete pasos de humillación. (versos 7, 8) Los siguientes versos revelan los siete pasos hacia la exaltación. (versos 9 al 11) Todos estos versos son una descripción de la mente sumisa de Cristo y de su exaltación. ¡La Cruz lleva a la Corona! ¡Habrá una recompensa para Cristo y para nosotros! En este siguiente verso, el verso 11, vemos el sexto y séptimo paso de exaltación relacionados con el Señor Jesucristo.
En el quinto paso está visto la sumisión del cuerpo - “…cada rodilla se doblará…”
En el sexto paso está visto la sumisión de la voz - “…cada lengua confesará…”
En el séptimo paso está visto lo que los pasos 5 y 6 aseguran - “Jesucristo es Señor.”
El resultado final es que Dios estará glorificado - “…para la gloria del Padre Eterno.”
En el sexto paso, la lengua o boca está traída en sumisión a Dios y a Cristo. Habrá un reconocimiento verbal del Señor Jesucristo. La pregunta es: “¿Cuántos harán esta confesión verbal?” La respuesta es: - “todo el mundo.” El énfasis está en la confesión.
“Confesar” quiere decir: “reconocer abiertamente” y también quiere decir: “dar alabanza.” Un creyente hará esto voluntaria y gozosamente. El incrédulo, un día hará esto y aunque puede ser de mala gana y afligimiento e incluso temerosamente, habrá una confesión.
Todos harán esta confesión y eso se basará en una verdad irrefutable, indisputable, innegable e incuestionable - que Jesucristo es Señor. Hoy esta confesión es cómo comenzamos y vivimos nuestras vidas como cristianos. Se ve en nuestro bautismo, que es una profesión de fe. Se ve en nuestras reuniones, en nuestra comunión el uno con el otro y en participar de la cena del Señor. Todo es una declaración exterior de nuestra fe, todas son formas de confesión. Aquí la “lengua” se ve, es una confesión que requiere el corazón y la boca. Jesús dijo, “…porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Mateo 12:34 ¡Cuánto más preciosa es esta confesión, una confesión que proviene de una sumisión del corazón!
Pablo declara la importancia de una confesión verbal, como un testimonio de nuestra fe de corazón. El corazón cree y eso está escondido hasta que la boca lo confiese y aquellos que conocemos oyen esa confesión. Pablo dice, “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:9, 10
Note la importancia del corazón y la boca. Juan también enseñó que la confesión fue una prueba visible de nuestra fe: “Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.” 1ª Juan 4:15 Jesús habló de aquellos que confesarían y los no lo harían y lo que él haría. Él dijo:“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. Mateo 10:32, 33 La confesión de José de Arimatea fue secreta hasta el día que él reclamó el cuerpo de Jesús. “Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió.
Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.” Juan 19:38 En aquel día, hubo un costo, un precio, una pérdida, un sufrimiento, una persecución que provino de una confesión manifiesta. Aquellos que fueron judíos, fueron expulsados de la sinagoga, (Juan 9:22; Juan 12:42) aquellos que fueron gentiles fueron también perseguidos. (1ª Tesalonicenses 1:6)Aún hoy día, a veces puede haber un costo cuando abiertamente confesamos a Jesús como Señor, especialmente cuando le hacemos con ambos, nuestras vidas y nuestras bocas. Pero necesitamos recordar su pérdida y su sufrimiento y lo que a él le costó.
Pablo nos está mostrando que habrá una sumisión de la boca y del corazón y que esta sumisión será hecha por todos. Será una confesión universal. Podemos elegir hacer esto ahora, pero todos lo harán un día. Esta confesión de Jesús como Señor se ve en el cielo. Juan vio el cielo lleno de aquellos que están glorificando al Señor y confesándole. Los vencedores totales (Apocalipsis 5:8 al 10); los ángeles (Apocalipsis 5:11-12); cada criatura(Apocalipsis 5:13); la gran multitud. (Apocalipsis 7:9, 10) Y en el milenio, vemos el día cuando todos se someterán y todos le reconocerán y le confesarán.
(Notas de A.S. Copley): “El sexto paso de exaltación: “y toda lengua confiese.” Ahora, sólo algunas lenguas confiesan a Cristo. Ahora, los hombres generalmente toman su nombre en vano y juran carnal y diabólicamente por él. El nombre de Jesús hoy es un juguete blasfemo en la lengua de los hombres malvados. No hay otro nombre más usado, en lo que llamamos “tierras civilizadas,” que el nombre Jesucristo; pero es en burla, mofa y blasfemia. Gracias a Dios, ese día está por llegar. Gracias a Dios, pronto, sí muy pronto, el nombre amado y poderoso de Jesús estará en cada lengua. ¡Qué día será! Cada rodilla en el cielo; cada ángel y cada santo; cada rodilla en la tierra, ya sea salvado o no; cada rodilla bajo la tierra - todos se inclinarán en reverencia. Y cada lengua en el cielo y en la tierra, y debajo de ella - toda lengua confesará.”
sábado, 2 de abril de 2011
La Herencia De Los Santos
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Parte XV
por: Virgilio Crook
La Gloria
Veremos otra parte de nuestra herencia que podemos disfrutar ahora en esta vida.
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” Juan 17:22
Recordemos que todas estas cosas (nuestra herencia) son de nuestro Señor Jesucristo. Es su gozo, su paz, su victoria, su misma gloria. “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” Eso nos hace pensar. Sabemos que Jesús vino de la gloria. Antes que él viniera a este mundo, vivía en la santidad del cielo, rodeado de la gloria del Señor, desde el principio. Hasta donde la vista podía alcanzar, se podía contemplar la gloria. Él estaba rodeado de gloria, una gloria tan inmensa y dice: “yo les he dado esa misma gloria.” Esto me hace pensar. No nos dio algo inferior, pues, Dios no hace así. Dios no da cosas inferiores. Nosotros, por nuestra ignorancia, a veces queremos aceptar algo inferior y nos gozamos en ello, pero Dios no nos ofrece algo inferior. Es la misma gloria del Señor Jesucristo. Es muy difícil para nosotros comprender. ¿Será cierto que yo pueda gozarme, que yo puedo sentir, ver y experimentar la misma gloria del hijo de Dios? ¿De Aquel que es sin pecado? ¿Puedo experimentar la misma gloria de Aquél que vivía en santidad, en la presencia de su Padre, los ángeles y el Espíritu Santo? ¿Será posible que yo reciba también esa misma gloria?
En 1º Samuel 2:8, tenemos una parte de la oración de Ana, la mamá de Samuel. “Él levanta del polvo al pobre y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra y él afirmó sobre ellas el mundo.” ¿Para qué lo hace? Porque esto somos nosotros. Éramos pobres en el polvo del mundo y así fue también nuestra morada. Nos dice, para hacerles “…sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.” Esta palabra “honor,” aquí también se traduce: “gloria.” Imagínese, que Dios nos ha levantado del polvo y del muladar del pecado y nos ha dado un sitio de honor o gloria. No porque nosotros lo pedimos, sino porque él así lo quiso. Así también, todo lo que estamos considerando es lo que Dios quiso hacer. Esto sobrepasa nuestro entendimiento. Dios quiso hacer todo esto, emanado de su corazón de bondad, misericordia y amor. Vemos que él quiso hacer estas cosas, quiso levantarnos en alto y sentarnos en este lugar como parte de nuestra herencia.
“Los sabios heredarán honra, más los necios llevará ignominia.” Proverbios 3:35 “Honra” puede traducirse también: “gloria.” ¿Quiénes son los sabios? Nosotros, los hijos de Dios, somos sabios porque somos sus hijos. Tenemos su misma naturaleza y así tenemos una gloria que es nuestra.
Como ya hemos dicho varias veces, como niños nosotros no entendemos la herencia. No entendemos, ni siquiera, que existe una herencia. Cuando aceptamos al Señor Jesucristo, no nos dimos cuenta de toda la gloria, de todo el honor, de todas las riquezas que son de nuestro Dios, en las cuales estábamos entrando. Pero ahora sí, él ha abierto nuestros ojos. “Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1º Pedro. 5:10 Dios “…nos llamó a su gloria eterna.”Cuando él nos llamó, nos llamó a la gloria. ¿Cuál es nuestro destino, cuál es el fin de todo lo que Dios está haciendo en nuestras vidas? Es la gloria eterna, la gloria del cielo, éste es el fin. No nos dimos cuenta cuando todo comenzó, pero ahora él nos ha mostrado que la razón por la cual él nos llamó no es, para que pudiéramos escapar del infierno solamente, aunque eso sería suficiente para mí, yo estaría muy contento de saber que no voy a pasar la eternidad en el infierno. Sin embargo, hay mucho más, Dios me salvó por una razón mucho, mucho más que eso. Él tiene una gloria que él quiere mostrarme y darme y también él quiere que yo participe, en manera práctica de esa gloria. Él me ha dado ya esa gloria, es parte de mi herencia que puedo gozarme, de una medida aún ahora, en esta vida.
Cuando el Señor abre nuestros ojos para ver y entender estas cosas, el mundo ya no tiene valor para nosotros porque aquí en el mundo no hay gloria. La gloria que el mundo conoce no es una gloria que permanece. Como la paz del mundo va y viene, así también la gloria del mundo va y vine, pero nosotros estamos hablando de la gloria eterna. “Y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.” 1ª Tesalonicenses 2:12 Nos llamó a un reino de gloria. El reino en que estábamos era un reino de tinieblas. Es interesante que el diablo mostró al Señor Jesús todos los reinos del mundo. Le mostró todo, pero no tenía nada de gloria. Hay un reino lleno de gloria y el Señor nos ha llamado a ese reino.
“A lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.” 2ª Tesalonicenses 2:14 “Alcanzar la Gloria.”Gracias a Dios que tenemos el evangelio del apóstol Pablo para mostrarnos y prepararnos para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Como dice un canto: “es glorioso andar con él.” Hay una gloria que experimentamos aún ahora en esta vida. Ni hablar siquiera de la gloria venidera. Estamos experimentando la gloria del Señor ahora mismo y es por su evangelio que la encontramos. El apóstol Pablo usa la palabra “gloria,” 100 veces, hablando de ella de una manera u otra en sus epístolas. ¡Imagínese! Hemos sido llamados a la gloria. Pablo usa esta palabra más que todos los otros escritores juntos.Hay, por supuesto, una gloria futura.
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18 “La gloria venidera.” Ahora, de esta gloria no sabemos mucho realmente, no podemos entrar en la plenitud de esa gloria, la gloria venidera. Pero estamos recibiendo ya de esa gloria. La plenitud de ella, por supuesto, no vamos a poder recibir en esta vida porque todavía no tenemos cuerpos glorificados. Estos cuerpos viles que tenemos ahora pueden recibir de la gloria del Señor ahora mismo en anticipación, pero hay una gloria en el futuro, que será manifestada en nosotros en su plenitud y para esto necesitamos cuerpos glorificados. “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste…” Colosenses 3:4 O sea, que seremos manifestados en la plenitud de lo que somos: “somos hijos de Dios.” Esa plenitud todavía no se manifiesta ahora. Un hermano lo explica en la siguiente forma. Él usa la ilustración de tener una rosa linda dentro de una bolsa de papel común. Se ve solamente la bolsa de papel que la cubre porque adentro está la hermosura, pero cuando es quitado ese envoltorio, se manifiesta la hermosura de la rosa. Bueno, así también será con nosotros. Ya somos hijos de Dios, pero esa calidad de hijo no se manifiesta todavía. Nuestra manifestación no es para ahora, sino para aquél tiempo y cuando llegue ese tiempo, nuestra calidad de hijo se manifestará en gloria, con nuestro Señor, tal como Pablo lo dice: “entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” ¡Qué glorioso será cuando el Señor venga en la plenitud de su gloria! Él vino aquí la primera vez como hombre y como niño nació en esta tierra y anduvo entre los hombres y algunos vieron su gloria. Juan dice: “…vimos su gloria, gloria como la del unigénito hijo.” Pero muy pocos vieron esa gloria. ¡Imagínese! Cuando él venga, la gloria será tan inmensa que su gloria, su misma gloria, el resplandor de su gloria, matará al inicuo.(2ª Tesalonicenses 2:8)
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada.” 1ª Pedro 5:1 ¡Sí! Hay una gloria futura y no la podemos entender ahora. De esa gloria, en su plenitud, no entramos aun, pero según Pedro, ya somos participantes de esa gloria. Ya participamos en alguna forma y medida de esa gloria, que es la gloria de nuestro Señor Jesucristo.“La gloria que me diste yo les he dado a ellos.” Note que no es una gloria diferente, ni tampoco hay indicación de que es un pedazo de su gloria. Yo creo que estaríamos contentos con una parte pequeña de su gloria. ¿No le parece? Cuándo pensamos en la gloria del Señor, ¡cuán inmensa es su gloria y con una pequeña porción misma ya estaríamos contentos! Pero, ¡no! él nos ofrece su gloria, en su plenitud. Yo no puedo comprender como será, de tener la misma gloria del Señor Jesús. Pero así dice que es parte de nuestra herencia y yo le creo.
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