Parte XV
por: Virgilio Crook
La Gloria
Veremos otra parte de nuestra herencia que podemos disfrutar ahora en esta vida.
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” Juan 17:22
Recordemos que todas estas cosas (nuestra herencia) son de nuestro Señor Jesucristo. Es su gozo, su paz, su victoria, su misma gloria. “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” Eso nos hace pensar. Sabemos que Jesús vino de la gloria. Antes que él viniera a este mundo, vivía en la santidad del cielo, rodeado de la gloria del Señor, desde el principio. Hasta donde la vista podía alcanzar, se podía contemplar la gloria. Él estaba rodeado de gloria, una gloria tan inmensa y dice: “yo les he dado esa misma gloria.” Esto me hace pensar. No nos dio algo inferior, pues, Dios no hace así. Dios no da cosas inferiores. Nosotros, por nuestra ignorancia, a veces queremos aceptar algo inferior y nos gozamos en ello, pero Dios no nos ofrece algo inferior. Es la misma gloria del Señor Jesucristo. Es muy difícil para nosotros comprender. ¿Será cierto que yo pueda gozarme, que yo puedo sentir, ver y experimentar la misma gloria del hijo de Dios? ¿De Aquel que es sin pecado? ¿Puedo experimentar la misma gloria de Aquél que vivía en santidad, en la presencia de su Padre, los ángeles y el Espíritu Santo? ¿Será posible que yo reciba también esa misma gloria?
En 1º Samuel 2:8, tenemos una parte de la oración de Ana, la mamá de Samuel. “Él levanta del polvo al pobre y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra y él afirmó sobre ellas el mundo.” ¿Para qué lo hace? Porque esto somos nosotros. Éramos pobres en el polvo del mundo y así fue también nuestra morada. Nos dice, para hacerles “…sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.” Esta palabra “honor,” aquí también se traduce: “gloria.” Imagínese, que Dios nos ha levantado del polvo y del muladar del pecado y nos ha dado un sitio de honor o gloria. No porque nosotros lo pedimos, sino porque él así lo quiso. Así también, todo lo que estamos considerando es lo que Dios quiso hacer. Esto sobrepasa nuestro entendimiento. Dios quiso hacer todo esto, emanado de su corazón de bondad, misericordia y amor. Vemos que él quiso hacer estas cosas, quiso levantarnos en alto y sentarnos en este lugar como parte de nuestra herencia.
“Los sabios heredarán honra, más los necios llevará ignominia.” Proverbios 3:35 “Honra” puede traducirse también: “gloria.” ¿Quiénes son los sabios? Nosotros, los hijos de Dios, somos sabios porque somos sus hijos. Tenemos su misma naturaleza y así tenemos una gloria que es nuestra.
Como ya hemos dicho varias veces, como niños nosotros no entendemos la herencia. No entendemos, ni siquiera, que existe una herencia. Cuando aceptamos al Señor Jesucristo, no nos dimos cuenta de toda la gloria, de todo el honor, de todas las riquezas que son de nuestro Dios, en las cuales estábamos entrando. Pero ahora sí, él ha abierto nuestros ojos. “Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1º Pedro. 5:10 Dios “…nos llamó a su gloria eterna.”Cuando él nos llamó, nos llamó a la gloria. ¿Cuál es nuestro destino, cuál es el fin de todo lo que Dios está haciendo en nuestras vidas? Es la gloria eterna, la gloria del cielo, éste es el fin. No nos dimos cuenta cuando todo comenzó, pero ahora él nos ha mostrado que la razón por la cual él nos llamó no es, para que pudiéramos escapar del infierno solamente, aunque eso sería suficiente para mí, yo estaría muy contento de saber que no voy a pasar la eternidad en el infierno. Sin embargo, hay mucho más, Dios me salvó por una razón mucho, mucho más que eso. Él tiene una gloria que él quiere mostrarme y darme y también él quiere que yo participe, en manera práctica de esa gloria. Él me ha dado ya esa gloria, es parte de mi herencia que puedo gozarme, de una medida aún ahora, en esta vida.
Cuando el Señor abre nuestros ojos para ver y entender estas cosas, el mundo ya no tiene valor para nosotros porque aquí en el mundo no hay gloria. La gloria que el mundo conoce no es una gloria que permanece. Como la paz del mundo va y viene, así también la gloria del mundo va y vine, pero nosotros estamos hablando de la gloria eterna. “Y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.” 1ª Tesalonicenses 2:12 Nos llamó a un reino de gloria. El reino en que estábamos era un reino de tinieblas. Es interesante que el diablo mostró al Señor Jesús todos los reinos del mundo. Le mostró todo, pero no tenía nada de gloria. Hay un reino lleno de gloria y el Señor nos ha llamado a ese reino.
“A lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.” 2ª Tesalonicenses 2:14 “Alcanzar la Gloria.”Gracias a Dios que tenemos el evangelio del apóstol Pablo para mostrarnos y prepararnos para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Como dice un canto: “es glorioso andar con él.” Hay una gloria que experimentamos aún ahora en esta vida. Ni hablar siquiera de la gloria venidera. Estamos experimentando la gloria del Señor ahora mismo y es por su evangelio que la encontramos. El apóstol Pablo usa la palabra “gloria,” 100 veces, hablando de ella de una manera u otra en sus epístolas. ¡Imagínese! Hemos sido llamados a la gloria. Pablo usa esta palabra más que todos los otros escritores juntos.Hay, por supuesto, una gloria futura.
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18 “La gloria venidera.” Ahora, de esta gloria no sabemos mucho realmente, no podemos entrar en la plenitud de esa gloria, la gloria venidera. Pero estamos recibiendo ya de esa gloria. La plenitud de ella, por supuesto, no vamos a poder recibir en esta vida porque todavía no tenemos cuerpos glorificados. Estos cuerpos viles que tenemos ahora pueden recibir de la gloria del Señor ahora mismo en anticipación, pero hay una gloria en el futuro, que será manifestada en nosotros en su plenitud y para esto necesitamos cuerpos glorificados. “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste…” Colosenses 3:4 O sea, que seremos manifestados en la plenitud de lo que somos: “somos hijos de Dios.” Esa plenitud todavía no se manifiesta ahora. Un hermano lo explica en la siguiente forma. Él usa la ilustración de tener una rosa linda dentro de una bolsa de papel común. Se ve solamente la bolsa de papel que la cubre porque adentro está la hermosura, pero cuando es quitado ese envoltorio, se manifiesta la hermosura de la rosa. Bueno, así también será con nosotros. Ya somos hijos de Dios, pero esa calidad de hijo no se manifiesta todavía. Nuestra manifestación no es para ahora, sino para aquél tiempo y cuando llegue ese tiempo, nuestra calidad de hijo se manifestará en gloria, con nuestro Señor, tal como Pablo lo dice: “entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” ¡Qué glorioso será cuando el Señor venga en la plenitud de su gloria! Él vino aquí la primera vez como hombre y como niño nació en esta tierra y anduvo entre los hombres y algunos vieron su gloria. Juan dice: “…vimos su gloria, gloria como la del unigénito hijo.” Pero muy pocos vieron esa gloria. ¡Imagínese! Cuando él venga, la gloria será tan inmensa que su gloria, su misma gloria, el resplandor de su gloria, matará al inicuo.(2ª Tesalonicenses 2:8)
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada.” 1ª Pedro 5:1 ¡Sí! Hay una gloria futura y no la podemos entender ahora. De esa gloria, en su plenitud, no entramos aun, pero según Pedro, ya somos participantes de esa gloria. Ya participamos en alguna forma y medida de esa gloria, que es la gloria de nuestro Señor Jesucristo.“La gloria que me diste yo les he dado a ellos.” Note que no es una gloria diferente, ni tampoco hay indicación de que es un pedazo de su gloria. Yo creo que estaríamos contentos con una parte pequeña de su gloria. ¿No le parece? Cuándo pensamos en la gloria del Señor, ¡cuán inmensa es su gloria y con una pequeña porción misma ya estaríamos contentos! Pero, ¡no! él nos ofrece su gloria, en su plenitud. Yo no puedo comprender como será, de tener la misma gloria del Señor Jesús. Pero así dice que es parte de nuestra herencia y yo le creo.