por Virgilio Crook
El camino que lleva lejos del Padre
(2) El segundo paso, él dejó el refugio seguro de la casa del Padre.
“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.” Lucas 15:13
Hemos considerado algunos casos en el Antiguo Testamento donde hubo hambre y hemos notado las reacciones indebidas de Abraham, Isaac y Noemí. Vamos a considerar el caso del hambre en el tiempo de José y notar la sabiduría que Dios le dio. “Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.” Génesis 41:56 Por la Escritura conocemos la fidelidad de José. En cada situación que se encontraba, él confió en el Señor para suplir su necesidad. Aunque él se encontraba en diferentes lugares geográficos, él nunca salió del refugio seguro, la presencia de Dios. Él siempre quedó en el refugio seguro de la presencia del Dios Todopoderoso. Así que, cuando vino los siete años de hambre, él, por la sabiduría de Dios, tuvo almacenada una abundancia grande. Al contrario de sus antepasados, él tuvo una abundancia a mano. Así es con el creyente que confía en el Señor y queda en la presencia de su Padre celestial. Vamos a notar algunas referencias de las Escrituras que nos aseguran la protección de Dios en tiempo de hambre.
“He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre.” Salmo 33:18, 19 Que hermosa promesa, “… para darles vida en tiempo de hambre.” Dios, tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, promete suplir las necesidades de los suyos. Esa promesa alcanza, tanto la necesidad natural, como la necesidad espiritual. Note que esta promesa es para“aquellos que le temen,” aquellos que permanecen en el refugio seguro de su casa, su presencia. A ellos Dios promete suplir sus necesidades, aún en tiempo de hambre.
Otra promesa encontramos en Salmo 37:19. “No serán avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados.” Como vimos en el caso de José, Dios sostuvo toda su familia en tiempo de grande hambre. Los antepasados de José fueron hombres de fe. Dios había dado una promesa a Abraham, la cual él afirmó y estableció a Isaac y a Jacob. En el caso de José, le encontramos en Egipto, pero él estaba allí en la voluntad de Dios para poder salvar a la familia escogida de Dios. En tiempo de mal no fueron avergonzados. Fueron saciados en los días de hambre porque José, aunque en país ajeno, se quedó en la presencia de Dios.
“Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida.” Jeremías 31:25 Otra promesa preciosa de Dios para su pueblo en tiempo de angustia. El alma cansada y entristecida nos habla de aquellos que confían en Dios a pesar de las dificultades. A pesar de dónde estén geográficamente, no están lejos de Dios. Tal vez estén tristes y cansados, pero están siempre en el refugio seguro de la presencia de Dios y tienen abundancia, aun cuando otros no latienen.
Note la promesa de Dios a Israel en Deuteronomio 8:10. “Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.” En centenares de lugares en las Escrituras vemos el deseo intenso de Dios de satisfacer y bendecir a su pueblo, sea a Israel o a la Iglesia.
Años después que Moisés escribiera esa promesa de parte de Dios, Nehemías dio testimonio de su realidad y cumplimiento en Nehemías 9:25. “Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles frutales; comieron, se saciaron, y se deleitaron en tu gran bondad.”Mientras que Israel quedara en ese refugio seguro, así fue su experiencia. Pero muy pronto Israel comenzó a mirar a las otras naciones, queriendo ser como ellas y cayeron en necesidad y esclavitud.
“Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les saciaría.” Salmo 81:16 De nuevo, vemos el grande deseo de Dios de bendecir a su pueblo con “…lo mejor del trigo, y con miel de la peña...” Que triste es que ellos nunca llegaron a conocer la totalidad de la abundancia de Dios por querer otras cosas y mirar a otras fuentes. Como dijo Jeremías, confiaron en cisternas rotas que no retuvieron agua. Hemos notado la escasez de comida, que ciertamente es peligroso, pero hay otra clase de hambre que es aún peor.
El profeta Amos escribe del hambre peor, que es la escasez del pan de vida, la Palabra de Dios. “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.” Amós 8:11, 12 Hoy en día hay muchas predicaciones y actividades religiosas, pero hay poca comida siendo ofrecida que satisface el alma. El apóstol Pablo escribió a Timoteo de esta condición en 2ª Timoteo 4:3 y 4. “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” Esa es una descripción de nuestro día. Hay montón de doctrinas, pero muy pocos son aquellos que predican una doctrina sana quesatisface el alma del ser humano. En la Iglesia visible, se ofrece tantos programas, actividades, música moderna y entretenimiento que ciertamente llaman la atención, pero no dan el pan de vida que satisface al hombre interior. Gran parte de los creyentes hoy día se contentan de ser entretenidos con una gran variedad de actividades. Están amontonando“maestros conforme a sus propias concupiscencias.” ¿Cuál es el triste resultado de tal actitud? El resultado, según Pablo, será que “apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” Que triste condición, dejando la verdad, que nos libra de toda atadura, y aceptando las fabulas que sólo llevan a la esclavitud.
A veces la vida parece más fácil, más divertida, con menos restricciones, para el joven creyente, en otro lugar u otro hogar que su propio, donde sus padres lo están criando bajo el temor reverencial de la Palabra de Dios. Como el hijo pródigo, creen que la vida es mejor en otro ambiente, afuera de casa. Así fue la actitud de mi hijo mayor. Cuando tuvo 18 años, salió de casa para trabajar y quedó en casa de sus tíos. Ellos vivían una vida desordenada, según la Palabra de Dios. En la casa de sus tíos, él pudo hacer lo que quiso, tomar cerveza, vino y vivir una vida sin constreñimientos. Esa fue su idea de la vida ideal para un joven. Viviendo con ellos por un corto tiempo, él comenzó a entender que él ya tuvo la vida ideal en casa de sus padres, con todos los constreñimientos de ellos. Él llegó a entender que la vida buena no estaba en casa de sus tíos, sino en casa de sus padres. Hoy él tiene muy poco contacto con esa familia por su estilo de vida que llevan, lo cual antes, él pensó que era lo mejor. Él es padre ahora con sus propios hijos y he notado que él y su esposa han puesto los mismos constreñimientos y posiblemente aun más a sus propios hijos. También noto que sus hijos están siendo temerosos de Dios y mantienen buen testimonio del evangelio en sus vidas. Vale la pena quedar en el refugio seguro de un hogar que honra a Dios y la Palabra de Dios.
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