3) Para No Orar, Ni Estudiar La Palabra.
Este es otro punto en que el enemigo trae el desánimo. “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.” Lucas 18.1 Cuántas veces oramos y parece que no hay respuesta de parte del Señor, todo sale al revés. El enemigo nos dice que Dios no oye nuestra oración, que tal cosa como presentar peticiones ya pasó de moda, cuando hay una verdadera necesidad de orar siempre y no desmayar. Nuestro Señor Jesucristo nos anima a ser constante en la oración.
Necesitamos orar más que antes, porque el enemigo aumenta su furia contra la Iglesia, contra los santos y a él le resistimos firmes en la fe por la oración. Un creyente de poca oración no tiene fuerza para afrontar las asechanzas del enemigo. La oración es una de las columnas que sostienen la vida cristiana normal. La otra es la lectura de la Palabra; ambas están estrechamente relacionadas, porque el que poco lee su Biblia, poco ora y el que poco ora pronto dejará de leer. “Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.” Eclesiastés 12.12 Vivimos en un cuerpo de limitación, y de humillación, pero no es precisamente éso lo que nos cansa, sino la incredulidad de la carne. Dios nos ofrece nueva fuerza, pero el que anda en la carne no recibe esa fuerza. Aquí hablamos del estudio de la Palabra de Dios, no de otro libro. Es fatiga para la carne y no debemos ceder a la carne, sino tomar la nueva fuerza que el Señor multiplica para aquel que no tiene ningunas. “Ocúpate en la lectura...” 1ª Timoteo 4.13 fue la exhortación del apóstol Pablo a su hijo espiritual, Timoteo, y lo mismo podría decirnos. Esta es una ocupación feliz para el nuevo hombre, aunque para la carne es fatiga, pues la pone en su lugar - en la cruz - donde fue cortada y no le baja de ahí. Al viejo hombre no necesitamos enseñar para leer sus libros favoritos (revistas, diario, etc.,) porque va a hacerlo sin esfuerzo. La lectura de la Biblia le es fatiga a la carne. Hay bendiciones para aquel que ocupa su tiempo para leer la Palabra. “Bienaventurado el que lee...” Apocalipsis 1.3 “El que lee, entienda.” Mateo 24.15 “Leyendo lo cual podéis entender...” Efesios 3.4.
[Extracto de: El Desanimo por Virgilio Crook]
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