martes, 26 de marzo de 2013

La Parábola Del Hijo Pródigo - Parte 6

por Virgilio Crook


El camino que lleva lejos del Padre

(3) él se acomodó en un país lejano.


“Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.” Lucas 15:15


Sin Dios y su abundancia, tenemos que depender del hombre. “Él se arrimó (o unió) a uno de los ciudadanos” de ese país. En esta parábola, aquella tierra, aquella provincia y una provincia apartada, representan el sistema mundano, gobernado por Satanás. No somos ciudadanos de este mundo, sino ciudadanos del cielo. Estamos en el mundo, eso es, vivimos aquí sobre esta tierra, pero no somos del mundo. No pertenecemos a su sistema gobernado por Satanás. Una versión inglesa dice: “él se pegó a sí mismo a uno de los ciudadanos de ese país.” La palabra arrimarse significa: encolar, pegarse con pegamento o cemento adhesivo, o adherirse o buscar contacto íntimo. Habiendo desperdiciado todolo que tenía, él tuvo que buscar recursos ajenos.


Nosotros, como hijos de Dios, no necesitamos encolarnos al mundo para ayuda, ni para sobrevivir, ni para avanzar en esta vida. Tenemos centenares de promesas en la Palabra de Dios que nos aseguran que Dios suplirá todas nuestras necesidades, espíritu, alma y cuerpo, todos los días de nuestra vida sobre esta tierra. Pero cuando andamos lejos del Padre y su presencia, agarramos cualquier clavo para sostenernos. Una gran parte de los creyentes viven pobremente, dependiendo del mundo y los rudimentos de él, como lo dice el apóstol Pablo. “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos.” Colosenses 2:8; 2:20 Las cosas de este mundo, sus actividades, maneras, ideas, teorías, en fin, su ambiente total, es pasajero y sin sustancia espiritual.


Había un hombre, años atrás, que fue muy adepto en trepar edificios altos sin ningún equipo, usando sólo sus manos y pies. Él trepaba edificios de 10, 20, 30 pisos o más. Un día, él fue intentando trepar uno de esos edificios y todo iba bien por un tiempo. Desde abajo la gente que le estaba observando notó que se había detenido un poco antes de alcanzar la parte más alta del edificio. Se detuvo por un largo rato y después la gente le observó dar un pequeño salto como para asirse de un agarradero más seguro. Al horror de la gente que estaba observando, en ese momento, el hombre empezó a caer y terminó aplastado en la vereda en frente de ellos, muerto por el tremendo impacto de la caída. Al examinar el cadáver, encontraron algo en su mano cerrada. Al abrir la mano, encontraron una tela de araña. No pudiendo encontrar un agarradero seguro a mano, él pensó que la tela de araña fue algo sólido de metal, porque brillaba en el sol. Así que, él dejó el agarradero seguro que tenía, saltando para alanzar lo que él pensó fue algo seguro. Desgraciadamente, fue simplemente una tela de araña, no fue metal.


Esta es una buena ilustración de lo que el mundo ofrece. Juntando todo lo mejor de lo que el mundo ofrece, no tendríamos más sustancia de seguridad que lo que aquel hombre tuvo en su mano, una tela de araña. 

Podemos decir lo mismo en cuanto a la doctrina y nuestra asociación con otros santos. No conviene comprometer la buena y sana doctrina que Dios, en su misericordia y sabiduría nos ha dado. No nos jactamos, sino humildemente, decimos que Dios nos ha dado una enseñanza sana y completa. No entiendo porque algunos santos que han tenido el privilegio de conocerla y abrazarla han hecho la decisión de abandonarla por unas enseñanzas inferiores. Mejor quedarnos en casa, en el refugio seguro de nuestro Padre celestial. 

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Filipenses 4:19 Esta verdad abraza, tanto nuestras necesidades naturales, la comida, el abrigo, el pan de cada día y todas las necesidades cotidianas, como también las necesidades espirituales que tenemos como nuevas criaturas en Cristo Jesús. ¿Cuántos creyentes han dejado el refugio seguro de la sana doctrina encomendada al apóstol Pablo por algo más llamativo y atractivo al ojo natural y carnal. El éxito espiritual es a menudo juzgado por el número de seguidores y la esplendidez de edificios y otras posiciones naturales. Apelan más a las emociones naturales y carnales, más bien que a las necesidades espirituales del hombre nuevo. Pocos tienen el discernimiento espiritual para entender la seriedad de abrazar tal enseñanza. No conviene despreciar la verdad, acomodándose a cualquier doctrina. No somos de este mundo, ni el mundo secular, ni el mundo religioso, aunque se llame, “cristiano o evangélico.


En su hora de necesidad, el hijo pródigo no encontró ninguna ayuda de parte de la provincia apartada, a donde él se había ido. Sin duda, había más movimiento, más actividades llamativas, cosas que apelaban a sus sentidos naturales de lo que él había experimentado en la casa de su padre, pero al fin y al cabo, le dejaron sin sostén y sin esperanza. Así es con el hijo de Dios. La verdadera y sana doctrina es como la verdadera bendición de Dios, “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22 Muchos de los hijo de Dios han hecho la misma mala decisión que hizo el hijo pródigo. Han buscado pastos más verdes con grupos de creyentes que no abrazan toda la verdad de la enseñanza del apóstol Pablo. Han decidido abrazar algo más llamativo o conveniente. Han quedado en una provincia apartada, espiritualmente. Recuerde que es sólo la verdad que nos libra.


“Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá.” 2º Crónicas 32:8 “Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá elayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.” Isaías 31:3 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.”  Jeremías 17:5


Estas citas recalcan la verdad que la dependencia del hombre, sea en cualquiera forma que sea, sólo debilita al creyente. El hijo pródigo se acomodó en un país lejano, pensando que la vida sería mejor allí que en la casa de su padre. Cuantas veces el enemigo nos tienta a acomodarnos con creyentes de otra enseñanza porque tiene mejor apariencia o es más popular o por otras razones. Cuán a menudo el hijo de Dios es influenciado por una personalidad o por una forma de presentar el evangelio, en vez de examinar si la doctrina que tales personas abrazan es sana. La tendencia entre el pueblo de Dios hoy día es que la doctrina no importa tanto, lo importante es que todos amamos a Jesús. Jesús dijo a sus discípulos, “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” Juan 14:15 No podemos afirmar que amamos a Jesús y a la vez, no abrazar la verdad que él nos ha dado por medo de los escritos del apóstol Pablo. Estimado lector, considere bien si está saliendo, aunque sea, poco a poco, del refugio seguro de la sana doctrina que Dios, en su misericordia y amor nos ha dado.


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