miércoles, 16 de febrero de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’º. 2

por  Virgilio Crook 

Lección Dos, Verso Uno

Los primeros tres versículos de este salmo pintan una escena maravillosa desarrollada en la casa del Pastor; la oveja está en el redil.  Los pastores orientales acostumbraban tener sus rebaños en casa, encerrados en el redil durante el invierno; tal es la escena que vemos aquí.  El hecho de estar encerrada en la casa del pastor significa para la oveja: seguridad y bienestar.  David, como una oveja anciana, levanta la cabeza desde el redil para hablar a otra oveja vecina, del cuidado de su Pastor.  En esta porción resalta la seguridad del creyente.  Como ovejas de Jesús tenemos una doble seguridad.  El enemigo quiere hacernos desconfiar de nuestro Pastor y pone en nosotros dudas, incredulidad, e inseguridad, pero este Salmo nos muestra la seguridad que tenemos como creyentes.

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Verso 1 Tenemos que conocer quién es Jehová para poder apreciar cabalmente esta frase.  David sabía lo que estaba diciendo.  En tantas oportunidades él probó a Jehová, pues las circunstancias le abrieron las puertas para conocerle mejor.  El empezó en su juventud, desde su tierna edad, a probar a Jehová.  Vamos a mirar su experiencia.  Dijo Saúl a David: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.”  David respondió a Saúl: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.  Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.” 1º Samuel 17.33 al 35  Goliat, el gigante, era uno que desde su juventud entrenó armadura de guerra.  David desde su juventud entrenó su fe en Jehová.  Ya sabemos quien triunfará.  El creyente no necesita esperar a ser anciano para conocer a Dios.  Puede conocerle desde su juventud, aún desde la niñez, si es posible, pues con Dios no importa la edad.  En nuestro ambiente podemos conocer a Dios, en la vida diaria podemos comenzar a probar su fidelidad, su grandeza.  David hizo así y su fe también fue probada en extremo.  “Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.” 1º Samuel 30.6  Esta vez sus amigos y compañeros más fieles le habían abandonado, atentaron contra su vida, pero Dios fue su refugio; David se fortaleció en su Dios.  Así también con nosotros, a veces Dios permite que nos abandonen para que aprendamos a fortalecernos en él.  Cuando observamos la vida de David que tuvo sed, hambre, anduvo escondido en cuevas, perseguido; resalta su fe y confianza en Dios, pues, él sabía quién fue su Pastor.  ¿Sabe quién es el que cuida de usted? ¿Quién es? Mi pastor es Jesucristo, pues él había dicho: “Yo soy el buen pastor.” Juan 10.11  El es el buen Pastor porque dio su vida por las ovejas.  El es el gran Pastor que cuida de las ovejas.  “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda buena obra para que hagáis su voluntad ...” Hebreos 13.20  El es el príncipe de los pastores que traerá recompensa a los fieles.  “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” 1ª Pedro 5.4

Este pastor es el Creador del universo, el dueño de todo cuanto existe.  “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan.” Salmo 24.1  Es el pastor de David y nuestro también.  Podemos contemplar la inmensidad del universo y declarar: “el que hizo todo eso es mi pastor.”  La Biblia cuenta de su grandeza en estas palabras: “He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; cuánto menos esta casa que yo he edificado?” 1º Reyes 8.27  El Ser infinito, el Altísimo es nuestro Pastor.  “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.  Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él, y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.” Colosenses 1.15 al 19  Esa misma persona es el que tiene cuidado de nosotros. (1ª Pedro 5.7)  ¡Cuán privilegiados somos de ser sus ovejas!

El buen pastor, en lo natural, debe reunir ciertas condiciones; vamos a notar las credenciales de Jehová, son las mismas credenciales de Jesucristo. 

ACTITUD 

Una persona que no ama al animal no podrá ser un buen pastor; debe tener:

1. Compasión.  Una de las características sobresalientes de Jesús fue la compasión, era un ejemplo de esto.  “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” Mateo 9.36  La compasión se veía en sus ojos porque su corazón estaba lleno de amor a las ovejas.  Aún antes de venir a este mundo, la compasión estuvo en su seno; andando entre los hombres se compadeció de ellos porque los vio que andaban como ovejas sin pastor, sin rumbo, sin Dios y sin esperanza en el mundo; pecadores perdidos.

2. Persistencia.  Otro punto del carácter del Señor.  “Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.” Ezequiel 34.11  Cuando una de sus ovejas se extravía, procura de todas maneras para traerla al camino recto.  No se tranquiliza así no más.  Es persistente, no se deja vencer por las circunstancias, sino él mismo va a buscar la extraviada y tiene que saber que la pasa.  “Yo mismo iré a buscar mis ovejas,” cada vez que pensamos en su determinación nos maravillamos.  “Jehová el Señor me abrió el oído y yo no fui rebelde ni me volví atrás.  Di mi cuerpo a los heridores y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.”  Isaías 50.5, 6  Tal fue su determinación para redimirnos, mediante tal determinación hizo la voluntad de su Padre celestial; este pastor no es cobarde, sino de ánimo resuelto. 

3. Dedicación.  “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.  Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.  Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.  Este mandamiento recibí de mi Padre.” Juan 10.17, 18  Estos versículos nos dan lo suficiente respecto a la dedicación de Jesús, el buen Pastor.  El puso su vida por las ovejas, esta es la señal de un buen Pastor según el verso 11.  Por dicha razón le amó su Padre, porque él puso voluntariamente su vida, no porque creó todas las cosas que existen, ni porque comparte con él la naturaleza divina, sino porque puso su vida.


4. Desinterés.  El pastor debe estar con sus ovejas, no hay máquina ni otra cosa que le pueda suplantar.  “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.  Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.”  Mateo 26.39, 42  Jesús no pensó en su salud ni puso por delante su bienestar, por eso rogó a su Padre: “Si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.”  Si Jesús pusiese por delante su propio bienestar, no aceptaría la cruz.  Resalta el desinterés de él, no buscó el bienestar para sí, sino para los suyos.  Jesús sobrepasa los requisitos impuestos para un pastor, él es el buen Pastor.

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