viernes, 16 de diciembre de 1994

Lecciones Sobre Daniel

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 12

por David Franklin

Lección Doce - Capítulo 6.10 al 28

Aparte de las grandes lecciones dispensacionales de este capítulo, parece que encontramos un cuadro muy personal del deber espiritual de Daniel en un tiempo de peligro y desafío.  De este cuadro podemos todos aprender lecciones para nuestras vidas individuales.  Sin embargo, tomado en contexto, este cuadro personal no está absolutamente separado de la aplicación más amplia del capítulo como un cuadro de los eventos del tiempo del fin que concernirán a la nación renovada de Israel.  La fidelidad firme de Daniel llega a ser para nosotros un cuadro de la piedad que será necesaria en ese tiempo de persecución tan terrible que caerá sobre los judíos.
La situación enfrentada por los israelitas quienes conocen al Señor en ese día, será semejante de lo que Daniel enfrentó.  Pablo habla de aquel: “..hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.” 2ª Tesalonicenses 2.4  Si ese hombre tan malo se exalta a sí mismo sobre todo lo que se llama Dios, o es adorado, claramente prohibirá la adoración de cualquier otro, y vigorosamente castigará a aquellos quienes se comprometen en oración verdadera y adoración hacia Jehová.  Vea Apocalipsis 13.15.  Muchos tendrán que escoger entre la fidelidad y la muerte.
De este punto de vista, llega a ser más claro porque Daniel simplemente no dejó de orar por un tiempo, y porque no hacía su oración en una manera más confidencial o privada.  Las cuestiones espirituales fueron demasiado grandes.  Vale la pena tratar esa cuestión en unos detalles.  
Primero, ¿por qué no podía Daniel haber dejado de orar por treinta días?  ¿Por qué no deberá Israel cesar de orar en absoluto para evitar la ira del anticristo?  O, ¿por qué no debemos dejar de orar cuando no es conveniente para nosotros?
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios,” Filipenses 4.6, por lo tanto, “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”  Santiago 4.17  Cuando Satanás procuró tentar a Jesús a adorarle, Jesús contestó; “...porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.” Lucas 4.8  La mayoría enfoca sólo en la última parte de esa Escritura, “él sólo,” sin embargo, note la primera parte, “Al Señor tu Dios adorarás.”  Lo que satisface a Dios no es meramente evitar lo que es malo, sino la participación activa en lo que es bueno.  Muchos creen que si no llegan a ser participantes activos en una religión falsa o una doctrina falsa, importa poco si toman tiempo para servir a Dios en la verdadera religión pura y sin contaminación.  Tal actitud es una comprensión incompleta, inmadura de lo que Dios quiere de nosotros.  La ley construida por los enemigos de Daniel y firmada por Darío era una ley mala, una que podía haber forzado pecado sobre todos quienes cumplieron con ella en cualquier manera.  “Sean conocidas vuestras peticiones...”  Daniel se negó a obedecer al hombre en lugar de Dios.  
Segundo, ¿por qué continúa ofreciendo oración y acción de gracias abiertamente en lugar de ocultar sus oraciones?  Ciertamente Jesús dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”  Mateo 6.6
Es sabio al estudiar la Escritura, permitir que Dios muestre el cuadro completo de su voluntad, y no aislar una Escritura de la otra Escritura.  Por ejemplo, Pablo dijo a los Romanos: “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios.”  Romanos 14.22  Esto enfáticamente se aplica al tema limitado que estaba en discusión en ese pasaje; no es una orden general en contra de expresar su fe a otros y alentarlos a compartir en ella.  También dijo: “vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar...”  1ª Corintios 14.34  Sin embargo, en 1ª Corintios once, dio instrucciones las cuales hacen claro que esperó que las mujeres oren y profeticen públicamente.  La porción en 1ª Corintios 14 no obliga a las mujeres a tomar un papel pasivo, inactivo, sino trata de un punto particular del orden.  Las instrucciones de Cristo para orar en secreto trató con los Fariseos y otros quienes querían alabanza de hombres por sus oraciones, nunca quiso decir que toda oración pública sea mala.  Oró públicamente cuando la ocasión lo exigió.  
La ocasión de la oración de Daniel exigió un testimonio audaz  y abierto, no una ocultación temerosa de su devoción al Señor.  Lo que anteriormente había sido un asunto de comunión privada con Dios, había llegado a ser una cuestión de ley pública.  Puede ser tan falso esconderse por miedo del hombre, como orar en una esquina de la calle para recibir alabanza del hombre.  De cualquier modo, oración a Dios llega a ser secundaria a la aprobación del hombre.  Daniel no faltaba en la responsabilidad necesaria de poner a Dios primero, así que él no sólo oró, sino también permitió que la gente lo supiera.
Una vez que llegó a ser claro a Darío que Daniel, en quien el Espíritu excelente de Dios habitó, iba a ser la víctima de su decreto apresurado, se desagrado consigo mismo, y trató de librar a Daniel, pero falló; pues la ley de los medos y los persas era tal que ningún decreto o estatuto que el rey estableció, se pudo cambiar.  (los versos 14 y 15) Cuán a menudo los hombres aprenden demasiado tarde que las consecuencias de sus hechos tontos, infieles, y rebeldes no pueden ser cambiadas por ningún esfuerzo de su parte.   Sin duda habrá algunos quienes prestarán su aprobación al curso malo de la bestia, sin darse cuenta a dónde ese curso llevará.   Según Mateo 25.31 al 40, algunos mostrarán bondad a los judíos, haciendo todo lo que pueden para preservar sus vidas, y éstos recibirán recompensa por sus acciones cuando Cristo venga en gloria.  A pesar de todo lo que hagan será insuficiente para detener al hombre de pecado una vez que se haya establecido su poder.
Cuán maravilloso, entonces, que Dios no tiene las limitaciones del hombre.  Darío corrió al foso de leones temprano en la mañana, después que Daniel había sido arrojado a los leones.  El pasó una noche sin dormir, no había comido nada, temblando por la seguridad de Daniel y por causa de su propia ofensa contra el Dios viviente.  Con una voz llena de dolor, gritó: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?”  (verso 20)  Esa es la pregunta para resolver en cada edad, en cada vida donde Satanás ha ganado un aparente poder irrompible: “¿Puede Dios hacer lo que el hombre no puede hacer, librar y proteger a sus sirvientes?” Darío quería que fuese así.  Aparentemente unos pocos, comparativamente hablando, esperarán que el Dios de Israel pueda librarlos.  Dios permite que situaciones como esta acontezcan para que el testimonio de su poder pueda ser manifestado.  Dios cerró la boca de los leones y libró a Daniel, así como Israel piadoso será librado.
¿Qué pasó con los perseguidores del virtuoso Daniel?  Fueron lanzados, ellos y todos quienes estuvieron de acuerdo con ellos en su complot, en el lugar donde habían pensado ver la muerte de Daniel.  Dios abrió las bocas de los leones, y la destrucción que habían planeado para un hombre piadoso llegó a ser su propio fin.  “Y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.”  (verso 24)
“Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.”  Romanos 12.19  Vea también Deuteronomio 32.35; Hebreos 10.30; 31.  No desprecie la venganza, pues es parte del curso que Dios tomará.  La venganza humana es corrupta e injusta, pero no la venganza del Señor.  A un grupo de creyentes angustiados y algo confusos, Pablo escribió; “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo.”  2ª Tesalonicenses 1.6 al 8
Al fin del tiempo de la angustia de Jacob, el Señor Jesucristo hará guerra con la bestia, quien se habrá preparado para la destrucción de Israel y de toda piedad.  ¿El resultado?  Juan escribió lo que vio en una visión; “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.  Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, (Jesucristo) y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”  Apocalipsis 19.20 y 21  Ciertamente en justicia él juzga y hace guerra.  Los ejércitos que vendrán para destruir a la nación virtuosa serán destruidos por la palabra del Señor.
¿Por qué es buena la venganza del Señor?  Más allá del hecho que sus juicios son justos en una manera que los nuestros no pueden ser nunca, su venganza va más allá de mera venganza y llega a ser el instrumento por el cual los hombres son traídos a la justicia de su gracia.  Lea el decreto de Darío en Daniel 6. 25 al 27.  La destrucción de los enemigos de Daniel llegó a ser la manera de introducir la autoridad y poder de Dios a aquellos quienes por otra parte nunca habrían oído.  En el día venidero, el gran juicio del reino malo de la bestia introducirá el milenio, el reino glorioso y absoluto de Cristo, durante el cual él gobernará sobre todos los pueblos de la tierra.
En 2º Reyes 10.15 al 28, leímos cómo Jehú encontró a Jonadab y lo preguntó si su corazón era recto.  Jonadab contestó, “lo es.”  La contestación de Jehú era: “Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová.”   Lo que Jonadab vio y de lo que tomó parte cuando andaba en el carro de Jehú, era la destrucción total de la casa de Acab y de todos los adoradores de Baal.  Si el corazón del creyente es recto, como el corazón del Señor es recto, no puede haber ninguna vacilación en juntarse con él en su carro de juicio.  El día del juicio abierto no es para este día en que escribo, aunque creemos que no tardará mucho en venir.  No obstante, la pregunta, ¿“Es su corazón recto?,” en cuanto a nuestro acuerdo con sus juicios virtuosos, debe ser contestada por nosotros ahora.

Agradecemos a Dios por cada manifestación de su poder, pues todo lo que él hace es bueno y trae lo bueno.  Daniel prosperó después de estas cosas, Israel prosperará cuando las huestes del anticristo sean destruidas, y gracias a Dios, veremos una prosperidad nunca antes vista cuando por fin todas las cosas sean puestas bajo el dominio de Cristo.

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