viernes, 2 de noviembre de 2012

Doctrinas Esenciales De La Biblia - Parte 11


por Douglas Crook

2a Timoteo 2:19 “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.”

Nuestra seguridad de la vida eterna descansa completamente en la fidelidad de Dios paera salvarnos y guardarnos salvos por su poder. El grado que disfrutamos de todos los beneficios de la vida eterna depende de nuestra fidelidad en obedecer su voluntad para nuestra vida. El grado de nuestra obediencia depende del grado de nuestra rendición a la vida de Cristo que está dentro de cada creyente. Aquellos que dudan de la seguridad del creyente erróneamente basan su doctrina en la obediencia diaria del hombre, en vez de la fidelidad eterna de Dios.

La seguridad de nuestra vida eterna descansa única y totalmente en la fidelidad de Dios y no en la nuestra. El grado en que aprovechamos de la plenitud de los beneficios de aquella vida eterna, tanto ahora como en la eternidad, depende de la disposición a obedecer la voluntad de Dios.

El hecho que tenemos la vida eterna es el resultado de la gracia de Dios para con nosotros quien puso su naturaleza divina dentro de nosotros al creer en su Hijo. La medida de la cosecha del fruto espiritual en nuestra vida depende de nuestra fidelidad en someternos a la vida divina dentro de nosotros.

Muchos enseñan que después de recibir la salvación por fe genuina en la suficiencia del sacrificio de Cristo, usted debe mantener su regalo gratis haciendo buenas obras, de lo contrario, perderá su regalo gratis. En otras palabras, si usted tropieza y peca después de que ha sido salvado, usted todavía puede ser lanzado al lago de fuego. Tal enseñanza contra dice la Palabra de Dios.

Romanos 11:6
“Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.”

En la lección anterior consideramos la enseñanza clara de la Escritura que no hay nada que podamos hacer para ganar o merecer un lugar en los cielos. Si éramos incapaces de ganarlo, ¿qué nos hace pensar que ahora podemos guardarlo?

1a Pedro 1:3-5
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”

Ejemplo:
Si usted me dice que va a darme una casa grande que vale $2 millones de dólares, pero si quiero guardarla en mi posesión yo tengo que pagar un impuesto cada año de 100,000 dólares, tendría que decirle, “gracias, pero no puedo aceptar su regalo porque me sale demasiado caro.”

Cuando Jesús pagó la deuda de mi pecado, Él lo pagó en su totalidad, de una vez para siempre. Él no pagó solamente por los pecados que yo había cometido antes de ser salvado. Él murió por cada pecado que yo cometería por toda mi vida.

Romanos 6:10
“Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.”
Las demandas justas de Dios por todos mis pecados fueron totalmente satisfechas en la cruz. Aun en el sistema de la justicia de la mayoría de las naciones no se permite que un hombre sea juzgado culpable de un delito del cual él ya ha sido absuelto.

Juan 5:24
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Romanos 8:31-34
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.”

Dios nunca tratará conmigo como un Juez ofendido. Dios, mi Padre Celestial siempre me tratará como a su hijo amado en su casa. No temo que Jesús va a volver para ejecutar juicio justo sobre mí por mis pecados. La ira de Dios por mis pecados ya fue derramada sobre Jesús en la cruz. Jesús será para siempre mi buen Pastor que ha prometido cuidarme y guardarme. Murió para comprarme. Vive eternamente para guardarme para siempre.

Juan 10:27-30
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.”

Un hijo de Dios que desobedece las instrucciones amantes de su Padre Celestial sufrirá la pérdida de muchas cosas en esta vida y en la vida venidera, pero el hijo de Dios nunca perderá su vida eterna ni su lugar reservado en los cielos. Somos eternamente seguros en Cristo cuando aceptamos la gracia de Dios por poner nuestra fe en Jesucristo como Aquel que pagó la deuda de la culpa de nuestro pecado. Cualquier maestro o enseñanza que dice que el creyente puede perder su salvación no enseña el Evangelio de Jesucristo.

En lecciones futuras consideraremos los temas del pecado en la vida de los creyentes que verdaderamente poseen la vida eterna. Es una realidad que los cristianos pecan. La Biblia enseña que la fe en la gracia de Dios y en la seguridad del creyente no es una licencia para pecar. Al contrario, fe en la gracia de Dios es la única base sólida sobre la cual podemos edificar una vida de piedad práctica que es libre del dominio del pecado en nuestra vida diaria.

Terminaré esta lección presente con el resumen equilibrado de Pablo del mensaje de la gracia de Dios.

Tito 2:11-13
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos
en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”

Sabiendo que somos firmemente establecidos sobre el fundamento de su gracia que nos hizo eternamente suyo, podemos aprender ahora a vivir piadosamente. Podemos manifestar una conducta que es agradable a Dios en cada parte de nuestra vida. Me alegro que Dios reveló este mensaje de su gracia a mi corazón. Yo creo que es un mensaje de valor y que vale la pena proclamarlo a otros, cueste lo que cueste. Cuando Jesús viene, quiero ser encontrado proclamando fielmente la Palabra de su gracia y viviendo una vida que glorifica la gracia de Dios. Quiero poder decir como Pablo:

Hechos 20:24
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”

Las Dos Naturalezas Del Creyente

2a Corintios 5:17
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; (el tiempo de su influencia y dominio ha pasado) he aquí todas son hechas nuevas. (algo nuevo y diferente ha aparecido en la escena.)

Hemos establecido ya en nuestra serie de lecciones sobre las doctrinas esenciales del Evangelio de Jesucristo, que el hombre consiste de tres partes distintas: cuerpo, alma y espíritu.

¿Cuál de los tres es hecho nuevo cuándo somos salvados? ¿Recibimos un nuevo cuerpo, alma o espíritu? Sabemos que recibiremos al fin y al cabo un cuerpo nuevo, pero este verso nos enseña que ya somos una nueva creación y que las cosas viejas han pasado ya, aunque todavía no hemos recibido nuestro cuerpo glorificado.

Nuestro espíritu era muerto, pero ahora está hecho vivo por la vida de Cristo, pero no recibimos un espíritu diferente del cual recibimos al nacer. Tampoco leemos en la Biblia que recibimos una nueva alma cuando somos salvados.

Ezequiel habla de un tiempo cuando Dios daría a Israel un nuevo corazón y un nuevo espíritu, pero en Ezequiel el uso de las palabras “corazón” y “espíritu” no se refiere al alma y espíritu con el cual cada individuo nace en este mundo. Se refiere, mejor dicho, a la naturaleza que los creyentes en Jesucristo reciben cuando son renacidos espiritualmente por fe en Cristo Jesús. Esta naturaleza nueva influye en el corazón y el espíritu del hombre de tal manera que parecen nuevos.

La nueva cosa que poseemos por medio de la vida divina de Cristo puesto dentro de nosotros y por medio de la presencia del Espíritu Santo es una nueva naturaleza. Es algo que no teníamos antes. Sin embargo, por la revelación dada al Apóstol Pablo entendemos que el creyente en Jesucristo todavía posee la naturaleza original con la cual nació en este mundo. La naturaleza del hombre se recibe al nacer. Ya que el creyente nace dos veces, un nacimiento natural y otro nacimiento espiritual, posee dos naturalezas. La persona no salvada ha experimentado sólo un nacimiento natural y por lo tanto, posee sólo una naturaleza. Esto es conocido como la doctrina de las dos naturalezas del creyente.

Definición de Naturaleza:
El hombre consiste de tres partes: cuerpo, alma y espíritu. La vieja naturaleza del hombre no es una cuarta parte del hombre y la nueva naturaleza no es la quinta parte del creyente. Más bien la naturaleza del hombre es la energía, poder, principio o ley que gobierna e influye los pensamientos del individuo, sus actitudes y acciones. Determina las tendencias innatas que dirigen la conducta del individuo y que dictan la actividad del cuerpo, alma y espíritu del hombre.

Con aquel entendimiento de la naturaleza, vamos a leer la declaración de Pablo a Corintios otra vez.

2a Corintios 5:17
De modo que si alguno está en Cristo, (salvado) nueva criatura es; (un ser diferente) las cosas viejas pasaron; (el tiempo de la influencia y el dominio de la vieja naturaleza ha pasado) he aquí todas son hechas nuevas. (algo nuevo y diferente ha aparecido en la escena. Es la nueva naturaleza con nuevas tendencias que sella su destino y dictará el curso de su vida.)

La fuente de las dos naturalezas:

El Viejo Hombre -
Romanos 6:5-6
“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.”

Todo lo que éramos en Adán a través del nacimiento natural cae bajo la denominación del hombre viejo. De Adán, a través del nacimiento natural, recibimos nuestra condición espiritual de muerte y condenación. Recibimos de él una naturaleza con tendencias que nos hacen vivir en contra de la voluntad de Dios. Esta es la vieja creación. El tiempo de su dominio en la vida del creyente ha pasado. Ya no tiene derecho de reinar en nuestra vida.

El Nuevo Hombre -
Colosenses 3:9-11
“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos
despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del
nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.”

Todo lo que somos en Cristo a través del nacimiento espiritual cae bajo el título del hombre nuevo. Por el milagro del nuevo nacimiento se nos ha dado la misma vida de Cristo. Somos hechos el templo del Espíritu Santo. (1oCorintios 6:19) La misma presencia de la vida divina dentro de nosotros nos imparte una nueva naturaleza con nuevas tendencias e influencias que nos dirigen en la voluntad de Dios. (2o Pedro 1:4) Esta es la nueva creación, las nuevas cosas de las cuales Pablo escribió a los corintios.

Los términos de Pablo:
Los dos términos favoritos de Pablo que él usa mucho en sus epístolas para referirse a estas dos naturalezas del creyente son la “carne” y el “Espíritu.”

Jesús mismo usó estos términos hablando a Nicodemo de la salvación.

Juan 3:6-7
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Carne:
A veces la palabra “carne” se refiere al cuerpo físico, pero a menudo se refiere a la naturaleza que recibimos de Adán por medio de nuestro nacimiento de carne natural.

Espíritu:
Cuando Pablo usa la palabra “Espíritu” de esta manera, no está hablando del espíritu del hombre, sino la naturaleza espiritual de Cristo recibida a través de la regeneración, nuestro nacimiento espiritual.
Pablo también usa el término “carnal,” que significa “de la carne,” para describir a aquellos que son caracterizados por el dominio de la naturaleza que recibimos por nuestro nacimiento de carne. Él describe a aquellos que son caracterizados por las virtudes de la nueva naturaleza como “espirituales.”
El cristiano puede ser, o carnal, o espiritual, según a cuál de las dos naturalezas le permite dominar su corazón y mente.