sábado, 16 de julio de 1994

El Salmo 23

El Glorioso Evangelio, Vol. 94, N’o. 7

por Virgilio Crook

Lección Siete - Verso Dos

“En lugares de delicados pastos me hará descansar”

Continuamos con los requisitos para que la oveja pueda descansar totalmente.  Ya hemos considerado los dos primeros, libres de temor y sin hambre.  Ahora seguimos con el tercero, “sin contención.”  Hay un orden de autoridad entre todos los animales.  Entre las gallinas se llama “el orden de picotear,” entre las vacas se llama “orden de acornear,” y entre las ovejas se llama “orden de topar.”  Entre las ovejas hay siempre una rivalidad de supremacía para ver quien será la principal.  Generalmente aquella más fuerte y astuta es la que sabe manejar a las otras.  Procura controlar a todas las otras por ponerlas bajo temor de sí misma.  Generalmente es la más antigua, arrogante, y astuta del rebaño.  Mantiene su lugar de prestigio por topar a las ovejas más jóvenes y echarlas de los lugares de mejores pastos.  Todo el mundo tiene que obedecerla y hacer como ella quiere.  Esto, por supuesto, produce inquietud y aún más contención entre las ovejas, y ninguna, al fin y al cabo, puede descansar bien.  
Por supuesto, pasa lo mismo entre los seres humanos, cada uno procurando ser el mayor o el más respetado entre todos.  Jesús habló de este problema a sus discípulos en Mateo 20.25 al 28; “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.  Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir.”  Dios habló a Israel sobre este tema por medio del profeta Ezequiel: “Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.  Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis.”  Ezequiel 34.16, 20, 21  Esto es un cuadro del pueblo de Dios aún hoy día, pues hay muchos que supuestamente están defendiendo “la verdad,” pero son contenciosos no más, procurando mantener su supremacía sobre la grey del Señor y sólo causa más contención entre los hermanos.  Son orgullosos y por su mucho capricho, sólo hace más grande la brecha.  El apóstol Pablo nos da suficiente advertencia sobre el tema.  “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros...No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”  Gálatas 5.15, 26  ¡Qué palabras aptas para nosotros hoy día cuando hay tanta tensión entre el pueblo de Dios.  Muchos creyentes son como Pedro cuando él se preocupó por Juan. “Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús...Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?  Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.”  Juan 21.20 al 22
El mejor remedio para este problema entre las ovejas es simplemente la presencia del pastor entre ellas.  Cuando él está entre ellas, le miran y se preocupan de él, antes que la una de la otra.  Así mismo es entre la grey del Señor.  Debemos quitar nuestros ojos el uno del otro y fijarlos en el Señor.  Muchos que pretenden defender “la verdad” están simplemente defendiendo a un hombre y su enseñanza particular, no más.  El Señor y su causa están dejados de lado y aún por el suelo a veces, mientras los hombres van juntando discípulos para sí y prohibiendo a sus seguidores aún hablar con los que no son de su “grupo.”  ¡Qué triste condición!  Una vez más es nuestro apóstol quien nos da el remedio, y es lo mismo como el de las ovejas.  “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.”  Hebreos 12:2  Necesitamos mirarle más a ÉL y menos al hombre, quienquiera que sea.  Lo siguiente es buen consejo para los pastores de iglesias locales.  “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.”  1ª Pedro 5:2, 3
El último requisito para que las ovejas puedan descansar bien es de estar libres de parásitos e insectos.  La molestia más grande para la oveja es las varias clases de moscas que se producen en el verano.  La mosca pone su huevo en la parte húmeda, negra de la nariz de la oveja.  En corto tiempo la larva sale del cascarón y entra en el canal nasal de la oveja.  Va subiendo por ese canal y si no se aplica algún remedio, en poco tiempo llega hasta el cerebro del animal.  Todo ese movimiento produce irritación para la oveja.  Para librarse de esta irritación la oveja corre de un lugar a otro y en casos muy severos golpea su cabeza contra un árbol o una roca y puede hasta matarse por causa de una pequeña irritación.  Si la larva llega al cerebro esto también le matará.  Otra vez el bienestar de la oveja depende del pastor.  El pastor aplica un remedio casero, hecho en parte de aceite, a la nariz de la oveja.  Las moscas no pondrán sus huevos en el aceite, así librándolas de este problema.
Otro problema son los parásitos.  Estos vienen mayormente del agua que el animal toma.  La oveja tomará de cualquier agua sea sucia o limpia, y por supuesto, agua sucia está llena de huevos de parásitos que maduran en el estómago del animal.  Estos también producen irritaciones y pueden matar a la oveja eventualmente.  Los parásitos ponen nerviosas a las ovejas y como consecuencia no pueden descansar.  El pastor tiene que tomar mucho cuidado y tiempo para asegurar que el agua que la oveja toma es lo más limpia posible.  No es que se nota el efecto en seguida después de tomar el agua sucia, pues, lleva tiempo antes que el efecto del parásito sea notable.  Esto hace más difícil el trabajo del pastor, tiene que estar alerta en todo momento.
Todo esto tiene su aplicación y lección espiritual para nosotros, las ovejas del Gran Pastor, Jesucristo.  Las moscas representan las pequeñas cosas de la vida que son una irritación y se juntan para quitarnos el gozo, la paz y el reposo que son nuestros en Cristo Jesús.  Hay tantas cosas, una palabra, un mal entendimiento, contra tiempos, cosas verdaderamente pequeñas, pero a veces nos hacen golpear nuestra cabeza contra la pared.  El aceite es el remedio.  El aceite es tipo del Espíritu Santo.  A la medida que permitimos al Espíritu controlar nuestras vidas, así él nos ayuda a soportar esas cosas pequeñas y llegamos a ser vencedores totales aún en las cosas pequeñas de la vida.  (Cantares 2.15)  El Espíritu Santo es nuestro consolador que nos consuela aún en las cosas pequeñas de la vida.  Muchos creyentes han sido vencidos por cosas insignificantes porque no confiaron en el Gran Consolador.

El agua sucia nos habla de las cosas sucias y no provechosas de este mundo.  El ser humano tiene la tendencia de decir “¿Qué hay de malo en eso o en aquello?  No es gran cosa, no es una cosa muy terrible.”  Bien puede ser que sea así, pero para el hijo de Dios hay muchas cosas en este mundo que le pueden contaminar.  (Eclesiastés 8.11)   Por no recibir un juicio inmediato cree que todo está bien, pero tal como en el caso de los parásitos, así es en lo espiritual.  Lleva tiempo, pero tarde o temprano, el efecto de una vida vivida para la carne traerá sus resultados.  ¿Cuántas veces el creyente participa de cosas de este mundo y a veces muchos años después recién se ven los resultados.  Nuestro Buen Pastor ha preparado tanta agua limpia, dulce y refrescante, ¿por qué queremos tomar del agua sucia que el mundo ofrece?  Tenemos las inescrutables riquezas de Cristo que satisfacen ahora y lo harán para toda la eternidad.  Jesús ofreció agua que satisface del cual el que toma no tendrá sed jamás.  (Juan 4.13, 14)

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